El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

lunes, 24 de diciembre de 2018

Surge una luz

Surge una luz, el veinticinco;
una luz que nunca se ha ido:
la familia, el calor, el niño.
Pero también vosotros, amigos,
y amigas siempre queridas,
que abren la ventana de par en par
y en el alfeizar dejan
notas a mano sin matasellos
traídas de cerca o lejos,
sólo cariños, besos, abrazos,
¡ánimo!

Caminaremos, pues
donde la luz nos lleve
aunque el camino a veces duela,
brindaremos nuestros vasos.
No será promesa en vano,
será propósito de feliz y necio
que como gato grita a los astros:
¡luces! ¡que comience el segundo acto!

domingo, 23 de diciembre de 2018

Vendrán lluvias suaves

Vendrán lluvias suaves,*
caerán lentas sobre tu casa
y los árboles silentes de la calle.

Vendrán lluvias que laven
este año encrispado
por todo aquello que no comprendes.

Vendrán lluvias que diluyan
tu rabia, tu sed de venganza
y llenen tu interior de calma.

Lluvias que vendrán, florecerán
tu jardín tanto tiempo marchito
con la luz del niño de navidad:

Vendrán lluvias casi perennes;
déjalas fluir por dentro:
tus ojos, tus labios, tu mente:

Vendrán lluvias suave,
limpiarán tu cuerpo y alma
sanarán, apacibles, tus males.

* Vendrán lluvias suaves (There come soft rains) es el título de un cuento de Ray Bradbury que, por casualidad, con esas tres palabras del título, desencadenó este poema esta misma noche. Gracias Ray por las tres letras, la fantasía, la humanidad, y esa recomendación de levantarse a escribir cuando suenan las musas

martes, 11 de diciembre de 2018

Jardineros

Nada nos echó del jardín,
sólo olvidamos cuidarlo;
nadie probó el fruto prohibido,
olvidamos cuidar el árbol.

Nadie nos incitó a pecar,
nuestra avaricia se hizo camino
entre el jardín y nosotros mismos,
marchitando el tesoro divino.

Así que haz de ti jardineros,
con tus manos siembra de nuevo
las flores arrancadas con odio,
las flores mustias con tu recelo.

Que tus manos arropen raíces,
con rosas sangren sobre el suelo;
semillas para reponer lo quitado
a todos los que vendrán luego.

Haz de tu vida jardinero,
que las plantas quiebren el asfalto,
por las grietas crecerá con fuerza
el nuevo jardín que cuidaremos sin miedo.

Sin miedo, sin cizañas de otros,
que todas las manos, árboles longevos
soñarán de nuevo este mundo
 hacia las estrellas y aún más lejos.

lunes, 10 de diciembre de 2018

10 de diciembre

10 de diciembre
los derechos
en ti, mirando
al viento.
Tu expresión decidida,
apacible tu rostro,
y el ideal fijado
en tus manos:
En los que sufren,
los que no conocen voces,
los de la voz denegada
con miedos;
en los que anhelan
su voz en un escrito
alguien con un abrazo
que haga de ley humano.
10 de diciembre:
los derechos,
tuyos, míos, lo más preciado,
la lucha y el amor por otros.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Gracias

Tantos saludos y mensajes de feliz cumpleaños... Gracias a todos. Gracias a todas. 
Gracias.

Gracias
el viento fresco
el rostro atento
y las manos francas

Gracias
por los gozos
por esos ojos
llenos de lágrimas

Gracias
por esa mesa
por la vereda
llena de dádivas.

Gracias
por ser mi sino
por el camino
y la posada.

Gracias
por las risas
y los rubores
en noches claras.

Gracias
por las piedras
rompiendo reglas
en mi ventana.

Gracias
por el desorden
siempre inconforme
que nunca calla.

Gracias
por ser mi calle
también mi lucha
mis pies en marcha.

Gracias
por estar presentes
siempre cercanos
en la distancia.

Gracias
por ser mi norte
también mi sur
y mi esperanza.

Llévame a tu calle

Llévame a tu calle, llévame,
dame tus pies de asfalto,
dame tu calor y tu llanto.

Llévame a tu calle, sumérgeme,
entre el smog y tráfico,
las prisas, los gritos metálicos.

Llévame a tu calle, crucifícame
bajo las luces del semáforo,
en tus buses, pidiendo, rogando.

Llévame a tu calle, despiértame,
sacúdeme escaleras abajo,
rompe mis sueños de plástico.

Llévame a tu calle, arrástrame
por su tapiz intrincado,
estrato tejido con años.

Llévame a tu calle, enrédame,
en la telaraña del mercado,
medina de propios y extraños.

Lleváme a tu calle, cántame
como a las flores silvestres en ramo
que adornan los balcones del barrio.

Llévame a tu calle, acúname
en algún portal, sentado,
la noche tenderá su manto.

Llévame a tu calle... despiértame
que ya brotan las flores del campo
entre las grietas del negro asfalto.

viernes, 16 de noviembre de 2018

Tus manos

Tus manos y mis manos y sus manos
hacemos este signo de unidad;
tus ojos son mis ojos en sus ojos,
la luz, la marca de humanidad.

Tus pies y mis pies que van descalzos
caminos son por donde caminar;
la sed moja tus labios y mis labios
y aquellos que acarician la verdad.

Corazones que laten entregados
rosas que nos sangran al amar
tu lucha es mi lucha hermano,
hermana es tu lucha nuestra sal.

Canción de libertad
canción de humanos
latido que se escucha al despertar,
canto que grana los campos,
viento que nos hace germinar.

Canción de igualdad,
rostros hermanos
no hay miedo que pueda quebrar
la voz, los sueños tantos,
como estrellas guían hoy sobre este mar.

domingo, 4 de noviembre de 2018

El museo

Se abrieron las puertas y penetraron en un mundo distinto: extraño y a la vez familiar. En algún tiempo, siglos atrás, hombres como ellos habían transitado por estos lugares, y habían tallado el mundo anclados en el tiempo perennes fragmentos del pasado. De pronto, no podían decir con claridad como habían llegado hasta allí, hasta aquel lugar y aquel tiempo, la vida más allá de la puerta de vidrio se les hacía tan diáfana y lejana como la luz que brillaba lejos a través del cristal.

Caminaban despacio, en silencio, absortos y maravillados, a la vez que precavidos y cautos, algunos incluso con miedo, como aquellos cazadores de dinosaurios caminando por el sendero del tiempo de aquel cuento de Ray Bradbury, vigilando que sus pies no pisase ninguna frágil mariposa del pasado. Movidos por hilos mágicos que halaban misteriosamente de ellos, sus brazos se estiraban hasta tocar con las yemas de los dedos el frágil vidrio que les separaba de aquellos frágiles objetos del pasado, el frio del vidrio era como una chispa eléctrica y el reflejo de su rostro contra el crista se fusionaba con el objeto en el interior trayendo sensaciones nuevas que viajaban por el sistema nervioso, recorriéndoles la columna dorsal con un escalofrío y activado áreas del cerebro hasta entonces muertas. El roce del cordón de terciopelo rojo sobre las piernas les llenaba de emoción: saltar al pasado, regresar a él, u observarlo en la distancia del tiempo, absorbiendo por los poros antiguas enseñanzas, antiguas vidas, antiguos acordes de otros tiempos y otras danzas.

Iban siguiendo el sendero, repasando el aire con los dedos, como leyendo un antiguo código morse escrito en él, recogiendo imágenes y colores en la retina de sus ojos, ahora llena de reflejos de luz, repitiendo en los labios extrañas palabras que de pronto se volvían familiares, guiados por la cadencia sonora, como la de las olas de mar, que les empujaba por el camino misterioso a lo largo del túnel de tiempo: cada curva, cada esquina, cada rincón escondía alguna otra maravilla ignota, recién desenterrada del olvido del tiempo y suspendida ahí, perenne, para hablarles del tiempo que fue, y del tiempo que ellos labrarán también. Cada alto en el camino, cada historia contada entre las cerámicas, las piedras, los ídolos y los huesos, las pinturas mágicas en movimiento, les transportaba al calor de hogueras que ardieron muchas lunas atrás bajo la luz de esas estrellas que aún hoy seguían brillando en las noches como únicos testigos vivos de aquel tiempo.

Y de pronto, allí estaba. Les miraba con sus grandes ojos labrados y pintados de colores de la selva, su rostro tranquilo, paciente y en calma, esperando a que se hiciese el silencio, a que todas las partes de la selva, seres vivos y seres inertes, se alineasen en armonía con el otro mundo. Entonces habló. Con un sutil movimiento el vidrio se abrió y unas manos sabias y delicadas, fuertes y conocedoras del misterio también, acariciaron la suave cerámica de aquel ser de ojos intensos y rostro tranquilo, alzando la cabeza y dejando ver el interior: polvo, huesos, tiempo. Aún latiendo, aún irradiando esa energía que todo lo une, la danza tribal que nos hace iguales, el tiempo que permanece.

Uno tras uno, todos los viajeros se asomaron al interior, respirando, sintiendo, unos con los ojos cerrados, otros acercando sus manos sin tocarlo, como se acercan a una llama ardiendo, otros contemplándolo en largos segundos, sintiendo como su pecho subía y bajaba, en calma, en armonía; todos absorbiendo casi por ósmosis un regalo que les cambiaría para siempre: muchos no lo sabrían entonces, algunos lo olvidarían justo hasta el momento en que los espíritus viniesen por ellos, pero en todos quedaría grabado, igual que la pintura en aquellos huesos.
La cabeza volvió entonces lentamente a su sitio, el vidrio se cerró delante de ella, dando aún más luz y vida a aquellos ojos que decían con fuerza: "Recuerden".

El aire húmedo y caliente en la orilla del río les apartaba con suavidad el cabello despertando unos ojos que miraban más allá de la playa del río, hacia las aguas que fluían tranquilas, cargando en ellas pescadores, viajeros, sonidos de peces y aves, reflejos plateados de sol, y tiempo.

Here If You Listen

Here If You Listen. Aquí, si escuchas. O Aquí si prestas atención. Con esta sutil invitación se presenta el nuevo disco de David Crosby, Becca Stevens, Michelle Willis y Michael League.  Y cuando empieza a girar, guitarras etéreas, suaves cuerdas que rasgan como liras, y las voces... Esas cuatro voces mezclándose en una interminable danza de armonías.
En unos instantes estoy atrapado. Cautivo. Enamorado de la música y las palabras que fluyen como un río sanador para calmar el calor del día y hacer suave la noche. Este nuevo viaje al que me invitan sutilmente estos cuatro músicos es un viaje reparador, un paseo por el jardín en busca de la armonía con todo aquello que me rodea.

La música de David Crosby tiene ese efecto en mi constantemente. Ahí están las largas horas escuchando Guinnevere una y otra vez en el disco debut de Crosby, Stills & Nash de 1969, o reprogramando mi cabeza mientras If I Could Only Remember My Name..., aquel "desafiantemente anticomercial" disco de oro de 1971, o encontrando de nuevo aquella aguas misteriosas en el disco debut de CPR a finales de 1998. Y es que a lo largo de su carrera este músico californiano ha tenido la habilidad de resurgir una y otra vez como ave fénix, recuperando la musa, el jardín, la melodía.  Esa es la magia de Crosby: cuando parece que todo está ya dicho, cuando parece que la vida le deja en la monotonía y casi el olvido, se sienta y escribe una canción y renace en todos los que le escuchamos con nueva energía.
Y nuevas compañías también. Eso es algo que le viene, creo que esos años hippies de comunas y sonidos comunitarios, donde los estudios de grabación y los conciertos se convertían en espacios orgánicos donde músicos diversos completaban los sonidos de cada uno: los Grateful Dead y la Jefferson Airplane eran parte de la banda que le acompañaba en su primer LP en solitario, y a lo largo de su carrera la lista de discos de otros artistas en los que Crosby ha colaborado prestando su voz supera con creces el número de sus propios discos: Joni Mitchell, Jackson Browne, Art Garfunkel, Jefferson Airplane, Carole King, James Taylor, Phil Collins, Indigo Girls, Boby Dylan, Kenny Loggins, David Gilmour, John Mayer, por citar sólo algunos pocos.

Ahí de esas aguas de siempre, de esa "música comunitaria" formada de acordes distintos, de armonías imposibles y letras que hablan del interior con la misma fuerza que denuncian las injusticias de este mudo, nace Here If You Listen. El año 2015 David Crosby, irreverente músico que maneja el mismo su twitter y facebook, escucha por internet a un grupo de jazz fusión de Broolyn, Snarky Puppy, y nos dice a todos los fans e internautas cuán buena es esa banda hasta la saciedad. Unos meses más tarde los sorprendidos miembros de Snarky Puppy invitaban a Crosby a grabar con ellos. Creo que nadie pensaba lo que se venía: un año después, David Crosby pedía a Michael League, líder de Snarky Puppy, que le produjese su siguiente disco: el resultado por Lighthouse (GroundUP/ Verve, 2016) que compusieron y grabaron juntos, y una gira en la que el viejo hippie de corazón se hizo acompañar de lo que él bautizó como la banda Lighthouse, es decir, Michael League y las vocalistas (guitarristas y teclistas y compositoras extraordinarias también) Becca Stevens y Michelle Willis.
Dos años después, y otro disco por medio, aquel Sky Trails (BMG, 2017) producido por su hijo, James Raymond, Crosby llama a estos tres músicos y les dice:quiero hacer otro disco con vosotros, pero no quiero que sea un disco mío en solitario con vosotros como invitados, quiero que sea un disco colaborativo de nosotros cuatro.

Y así comienza la magia. Se reúnen en la primavera de este 2018 en un estudio neoyorquino con sólo dos canciones, Your Own Ride, de Crosby, y Janet, de Michelle Willis, y en un mes componen y graban juntos todo el disco. El resultado es sensacional, especial y mágico. A veces quiero oír las reminiscencias sonoras de de aquel David Crosby de los años 60 y 70, y de repente se cruzan y fusionan en ellas voces y sonidos de otros lugares y otros tiempos, a veces es la voz y las letras de Crosby las que dan forma y color a ritmos foráneos y nuevos, incluso hay saltos en el tiempo maravillosos: dos maquetas de dos canciones inacabadas grabadas por Crosby hace medio siglo y que 50 años después son rescatadas y completadas. Escuchar como la voz y la guitarra de un David Crosby veinteañero se fusiona y mezcla con su voz 50 años después, acompañado de otros tres músicos impresionantes resulta algo mágico.

Here If You Listen (BMG, 2018) es el regalo de cuatro artistas creando arte. Sentados delante de lienzo vacío, mezclando los colores de sus paletas y pintando los cuatro a la vez, completando trazos aquí o allá. El resultado, es del arte y de las musas mismas. Acá hay cuatro que aún saben escucharlas y que saben dejar en el aire sutiles mensajes, sutiles melodías para aquellos que aún saben escuchar.

No escribo más. Me vuelvo a las aguas del mar.
Escuchen.




(Y por cierto, si les gusta el disco, compren una copia en CD o LP, los servicios de música en streaming por desgracia no dan de comer a los artistas...)

sábado, 3 de noviembre de 2018

Los lectores

Los lectores
envueltos en versos
de sabores
y sombreros
con plumas
de muchos colores,

se saludan con flores
se peinan el pelo
con separadores.
En su cabello
las canas
son emociones,

son nubes,
son besos,
son ruiseñores
que cantan
consonantes canciones.

Los lectores,
de ceño circunflejo,
son grandes doctores
son gentes sin dueño
que sueñan
con ser quijotes,

y sus amores
son piratas fieros,
princesas tristes
jardines secretos;
y amazonas:
espíritus libres.

Los lectores,
el mundo entero
recorren:
de París, el cielo
en Bagdad mil noches
de la tierra a la luna
sin pasaporte.

Los lectores
envueltos en versos
en ocasiones
escriben te quiero
sobre las páginas
... en ocasiones.

viernes, 2 de noviembre de 2018

El día de los muertos

En el medio de la noche
se ha escuchado un trueno
y ha caído un rayo
sobre el cementerio.

Se ha quejado un árbol
con sus brazos abiertos,
con sus ramas secas
arañando el viento.

Recorren su tronco
su espinazo seco,
rayos y centellas
de la raíz al suelo,

Ya mueve sus zarpas,
agita su esqueleto
y con sus pies baila
por el cementerio.

Baila de la mano
de dos niños viejos
después de tantos años
han perdido el pelo

pero no el brillo
de sus ojos huecos,
tampoco la sonrisa
de marfil y hueso.

Se han abierto las tumbas,
se despiertan los muertos,
limpian sus bien sus lápidas
y estiran sus huesos.

Se han puesto bombín
y zapatos viejos
de esos sin cordones
llenos de agujeros,

y un abrigo de paño
que olvidó el trapero,
con dos o tres parches
y ojales huérfanos.

Ellas lucen vestidos
de esos bien estrechos
de atrevidas transparencias
¡se les ven hasta los huesos!

Doce campanadas
dicen que doce fueron
se abrieron las puertas,
y salieron corriendo.

Corriendo por las calles
hasta la estación del metro
hay que ser puntuales
serios y correctos.

Que el señor alcalde
que "quiere ser bueno"
ha organizado un baile
en el ayuntamiento.

"Vamos a contarle,
que falta presupuesto
que ilumine bien las calles
que tape todos los huecos,

que en la biblioteca
ponga libros nuevos
novelas de aventuras,
y cuentos de miedo.

que siembre más árboles
y menos cemento
que piense más en los niños,
también en los abuelos.

Que si todo esto no hace
puede coger sus huesos,
sus votos y sus favores,
e irse bien lejos."

Hay que ver como bailan
la primera dama y el muerto
El alguacil está pálido
de color verde el arquitecto,

y el concejal desesperado:
su flaca novia no tiene trasero,
y cada vez que intenta algo,
ella le clava los huesos.

"Vamos a adoquinar
todo el mausoleo,
y la oxidada verja,
la pintaremos de nuevo"

El señor alcaide
dibuja el cementerio
haciendo en el aire alardes
¡que tipo más siniestro!

Su huesudo acompañante,
le escucha en silencio
y sus frías manos sin guantes
le pone alrededor del cuello:

"No intente camelarme
no malgaste su dinero,
que cuando llega la parca,
cualquier hueco es bueno,

así que haga su parte,
piense un poco en el pueblo
o nos quedaremos acá, no hay prisa,
que ya estamos bien muertos"

En la orilla del mar

Te pensé en la madrugada
en algún lugar, tus ojos abiertos,
danzaban bajo un cielo estrellado
cuajado de anhelos y miedos,

Te pensé, cerca de alguna playa,
el mar moviéndose como tu pecho
arrastrando en la marea del pasado
el presente lleno de misterios,

Eras libre, esperando el alba
y la brisa enredaba tu pelo
en tus ojos brillaban los hados
como velas arriadas al viento.

Te pensé en la madrugada,
estaba solo, pero no estabas lejos,
te sentí latiendo a mi lado,
en la orilla de este mar nuestro.

La razón

En algún lugar está la razón,
la luz que ilumina el interior
en algún lugar la libertad
la esperanza y la verdad
la justicia y el honor.

En algún lugar el odio
las mentiras y el rencor,
se doblegan al candor
de unos brazos que abrazan
de unos pies que marchan
contra el yugo y la opresión.

El rebaño que hoy es ciego
a las órdenes de los rectos,
al veneno de su voz,
no escuchará más las falacias,
y acabará con las cizañas
que dividen la nación.

De la lucha haremos sueño,
hay un lugar dónde aún hay tiempo,
donde aún se siente un sol
que no quema nuestras caras,
que nos nutre de esperanza,
el martillo, la campana, la canción.

Las manos ásperas sin dueño
curtidas en caricias y arados
en puños cerrados y abrazos.
A quienes sólo les quedan lágrimas
que sean lluvia sobre nuevas páginas
donde brote el futuro que pueblo soñó.

miércoles, 17 de octubre de 2018

Dos estrellas

¿Te han dicho alguna vez que tus ojos
son como dos estrellas
que se asoman en la selva de tu pelo lacio
brillando sobre tu piel morena,

y la sonrisa en tus labios
la luz de la luna llena
que se esconde entre tus manos
con el rubor de la inocencia?

¿Te han dicho alguna vez que tus ojos
son como dos estrellas
llenando las noches de cantos
llenando de verdad esta tierra?

martes, 16 de octubre de 2018

Noche

Noche
mar azul
Selva
inmensidad
la ciudad
imposible realidad
sobre la tierra.

Noche
hombres sin luz
Noche
las estrellas
hombres
ciegos sin ellas
arrogancia eterna.

Noche
Ojos, vigilia
Lluvia
crepita Selva
Un nño
en la hora oscura
el llanto cesa.

La infancia

Quiero volver a ser niño,
aprender a respirar de nuevo
como se hace en el vientre materno,
sentir el rumor de la tierra, latiendo.

Quiero regresar al mito.
Desde las tolas ofrecer mis rezos
a los dioses níveos de los cerros,
aquellos que tallan en la piedra el tiempo.

Quiero aprender el rito,
las matemáticas nocturnas del cielo
trazar en la tierra su reflejo,
fluir en las aguas celestes del templo.

En las aguas, la voz del espíritu
en las piedras todo lo eterno
en las formas caminos secretos
puertas, pasajes, espejos.

De un tiempo sin indios,
tiempo sin leyes ni dioses ajenos
que arde en mis fueros internos
retoñan en mi los silencios:

Barro moldeado por siglos,
el canto del hechicero,
la tez curtida del guerrero
la madre, el padre, el fuego adentro.

domingo, 14 de octubre de 2018

Arie del sur

Aire del sur
aroma de flores
del jardín colores
del sol destellos
que atrapas tú

Tú que vistes sur
sur de ponchos, andes
con los volcanes ardes
y trazas sobre los cerros
caminos al sur.

Sur que atrapó la luz
en las plumas de kindes
como estrellas fugaces
esperanza, recuerdos
que bebes y respiras tú.

Aroma del sur
que fundió en mis tardes
barros y finos metales
haciendo girar el tiempo
y mi brújula hacia el sur.

Aire, alma del sur
tu sonrisa raíces,
tu piel cicatrices
y calor en unos ojos
en los que encontré mi sur.

sábado, 8 de septiembre de 2018

Fahreheit 451 2018

Ojalá esta entrada fuese una reseña nueva del libro de Ray Bradbury o de la pobre nueva adaptación cinematográfica hecha hace unos meses.
No es así. Este breve artículo habla de libros que arden, libros, arte, cultura que sigue ardiendo -literalmente- este 2018.

Hace cuántos, ¿60 años, 65? que Bradbury escribió esa novela distópica sobre un futuro sin libros en el que los bomberos se dedicaban a quemar libros y perseguir a los lectores. Era 1953, eran los años de la terrible caza de brujas liderada por el senador McCarthy en Estados Unidos, y el joven escritor de Illinoils alzaba la voz de poeta vestido de novela de ciencia ficción para advertir sobre los peligros de una sociedad que sucumbe a si misma autocensurada y prohibida por una parte de ella: bomberos que queman libros, estados que persiguen a ciudadanos por diferencias políticas; acciones directas contra las que todos alzamos ahora el dedo y la voz. Y otras veces, acciones silenciosas.
En 1993, con motivo del 40 aniversario de su novela, Bradbury escribía un postfacio en el que decía: No hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe. Si el baloncesto y el fútbol lo inundan todo a través de la Televisión, no se necesitan personas que prendan fuego a los libros y persigan al lector. Si la enseñanza primaria se disuelve a través de las grietas y de la ventilación de la clase, ¿quién, después de un tiempo lo sabrá o a quién le importará?

Hoy, mientras veo las dantescas imágenes del museo Nacional de Río de Janeiro, y busco explicaciones, causas de esa tragedia, como policía, o como lector que aún no quiere aceptar lo sucedido, la novela de Ray Bradbury, y sus palabras en aquel aniversario de 1993 resuenan con fuerza en mis  oídos, veo las páginas pasar, las oigo crepitar al compás de unas llamas que no deberían estar ahí, que nadie vio llegar, que nadie vio encender, y que quizá, si quizá, encendimos todos.

No se hasta dónde son hechos probados, pero ya hay voces que hablan de falta de recursos e inversión como una de las causas del terrible incendio que ha acabado en cuestión de horas con gran parte del legado histórico, cultural y bibliográfico de Brasil y de la humanidad -sí, eran innumerables las obras de arte y objetos de otros países y culturas conservados en el museo de Río-, voces que hablan de un Estado que no invierte lo suficiente en cultura, en arte, en educación. Un Estado que tiene a sus ciudadanos bien distraídos hablando de graves problemas como crisis económicas, corrupción, violencia local, o terrorismo, que deja las riendas del país en manos de grandes corporaciones internacionales que embelesan las personas con sueños de riqueza y consumo, con reallities, novelas y sueños de protagonismo.

Veo hoy al Jefe de Bomberos Beatty bajo el rostro de los recortes en cultura, en arte, como también en salud o en educación. Una sutil pero eficaz manera de ir quemando libros "sin que nadie se entere", una manera subliminal de sumisión del pueblo, de los ciudadanos, que poco a poco olvidan y sólo aprenden aquello que otros quieren que aprendan. Una sutil y silenciosa manera de reescribir la historia, de re-dirigir la sociedad hacia un modelo donde sólo unos pocos conocen esa verdad, que poco a poco se torna en misterio, más tarde en mito, y después en una ficción para niños pequeños, hasta llegar al momento en que nadie, ni siquiera ellos, sepan dónde empezó todo.

Sólo interesa el presente. Y del presente, sólo el control del presente. Unos pocos mirando a través de la lente del Gran Hermano; cientos, miles, millones, moviéndose de manera uniforme, al son de una única canción compuesta para producir ese lento y orquestado movimiento.

Me pregunto si algún día quemarán la novela de Orwell, para que nadie ya sienta miedo -para mi es un ejemplo de literatura de terror-, ni rabia, ni satisfacción. Y quizá quemen a de Bradbury también. Quien sabe.

Alejandría en 48 a.C., el museo de historia de Irak bombardeado en la última y todavía latente guerra, las imágenes de los talibanes disparando a las estatuas de Buda en Afganistan, el incendio del Museo Nacional de Río de Janeiro y cientos ejemplos más, algunos muy, muy silencios, a través de la TV, de las escuelas, del sonido cortante y rápido de una firma sobre un papel en algún frío ministerio.

El sonido de la selva al temblar bajo el avance del petróleo. Se acerca Fahrenheit 451. Siento las llamas al pasar las páginas del libro y el fuego rodea mi rostro mientras camino por las salas silenciosas de mi museo, acá en la selva y miro los rostros tranquilos y sonrientes de los omaguas. Yo les recordaré. ¿Y ustedes? ¿Alguién algún día me creerá cuando hable de ellos? ¿O seré sin más un loco prisionero en un panóptico, hablando de vasijas y libros y cuadros que devoró el tiempo y el olvido?

Los hombres libro eran hombres libres.
Recuerden.

domingo, 2 de septiembre de 2018

Descerebrao

Descerebrado.
Sí, así te digo. Mira que me haces decir malas palabras. Claro que tú tienes la culpa por enseñármelas. Bueno, está bien, la mitad de la culpa. Reconozco que por filiación cultural ya sabía unas cuantas.

Pero una cosa no quita la otra. Qué ganas de gritarte descerebrado. ¿A quién, a ver, a quién voy a joder yo la paciencia ahora? ¿A esta silla vacía? Mira que eres: Te levantaste, te subiste a ese carro tuyo que suena como maracas desafinadas y ala, pie en el acelerador y autopista al cielo, pasando por delante de los milicos claro, que hay que guardar el protocolo.

En mi mente te veo estos días sonreír, feliz, interpretando esta última astracanada tuya. Y sonrío y parece que aún te veo ahí, siempre en tus trece, siempre pendiente de todos los demás, en el fondo más que de ti mismo (aunque como buen vasco no lo quieras reconocer) Modestia a parte, lo se. También me enseñaste eso: a intentar desaparecer de todas las fotos y todos los premios. Las buenas obras se hacen por que se sienten por dentro, y no hace falta nada más.

Bendita silla vacía. No soporto verla ahí, vacía a mi lado. Al final, con tu venia claro, me voy a sentar en ella. Y voy a gritar en la cocina que vuelvan a poner carne oye, porque ha sido irte tú y se han puesto a servir todo el pollo y el pescado del que te has librado todos estos años. Manda... no, no me vas a hacer decir más malas palabras. Esperemos no más que no cambien muchas más cosas, aunque en esta casa de locos como tú la llamabas, vete a saber.

No está tu carro, nadie insulta al gato famélico en la puerta del  comedor, la silla vacía,el periódico esperando que alguien lo lea... No me quiero poner sentimental, tampoco, pero si me siento un poco huérfano oye. ¿A quién voy a contar yo ahora los pormenores de la vida íntima de este museo y esta ciudad varada entre tres ríos? ¿A quién voy a mentar para poner orden a propios y extraños, y quién me va a pegar unos cariñosos jalones de orejas -o unos puyazos-?

Que se te echa de menos, reverendo. Y que sí, que sé que tengo que dejar de ser tan malo (bueno sólo un poco, sí) y que haga lo que haga, siempre estarás ahí arriba, sentado en un sillón, mirándonos sonriente y susurrándome:
- "Descerebrado".

jueves, 26 de julio de 2018

La misma lucha.

Compañera de batalla
en la lucha siempre,
en el hoy presente,
son tus calles mi almohada.
Son tus cantos aliciente
son los llantos de tu gente
mi entrega y mi esperanza
en un mundo que no entiende
que en su voz está la fuente,
y en la marcha la alborada.

Ten mis labios, mi voz quebrada,
que sean tus versos urgentes
pies que marchan, idea, y mente;
ten mi mano en la distancia,
que tus dedos en los míos se enreden
en un puño que se hace fuerte
compañera, camarada.

sábado, 14 de julio de 2018

¡¡Vacaciones!!

Cuaderno de vacaciones. Bastaban esas tres palabras para hacerme temblar. Era el mes de julio y sentía escalofríos y sudor helado sólo de pensar en eso. ¡10 meses encerrado entre libros y cuadernos de matemáticas, ortografía, inglés, historia, ciencias naturales y un largo etcétera de datos y fórmulas y cosas que no sabía para qué tenía que aprenderlas, y ahora quería que las repasase, que no las olvidase, que siguiera rodeado por ellas para estar a día cuando regresase septiembre! Horror.

Creo que sólo una vez me compraron uno de esos cuadernos y no recuerdo la razón. Creo que no pasé de la mitad de la primera página, y no se repitió la experiencia. Para mi suerte, soy hijo de maestra y sobrino de maestra, pero de esas maestras de verdad, de las que saben que saber sumar y restar es bueno, pero que hacer castillos de arena en la playa es igual de bueno y necesario que saber sumar y restar, de esas maestras que te cambian las matemáticas por un libro de Julio Verne y te manda a dar la vuelta al mundo bajo el sol de julio o te intrigan la lengua y el idioma y la poesía con títulos como Érase dos veces el barón Lamberto. ¿Érase dos veces? ¡Sí! ¡Dos veces!

Recuerdo a mi maestra Visi(tación) de lengua y literatura acabar el año, allá en 3º de ESO decirnos: "¿Qué vais a hacer en verano?". Silencio incómodo en el salón de clase. "Hagáis lo que hagáis, si podéis viajad, y no os olvidéis de llevar siempre con vosotros un libro". A instante tenía una fila de adolescentes arremolinados en torno a su escritorio solicitando los nombres de las mejores novelas para pasar un buen verano. Claro, que no todos leerían algún libro, pero por lo menos todos se iban bien recomendados y con una nota de papel que en lugar de asustar con títulos como "Cuaderno de vacaciones" intrigaba con títulos como "Alfanhuí", "Viaje al centro de la tierra", "La historia interminable", "La isla del tesoro", "Los santos inocentes", "El camino"...

Mis veranos de playa, de Julio Verne y Ray Bradbury y Miguel Delibes, mis veranos de lluvia en el norte de España visitando iglesias románicas, mis veranos hartándoles la paciencia a mi madre y a mi tía. Y es que eso es lo que tienen que hacer los niños: hartarles la paciencia a madres y padres y tíos y tías. No incluyo a los abuelos porque ellos tienen la labor de ser cómplices de los niños y luego reclamar a los padres. Y los padres, los padres y madres tiene que aguantar. Punto. Para eso están: para armarse de santa paciencia, e intentar leer un diario, o limpiar la casa, o cocinar, o arreglar relojes en el taller siempre con un ojo por encima de lo que estén haciendo para ver que hace el niño que está en casa porque está de vacaciones. Niños en casa leyendo, esperando que los adultos se desocupen y les lleven a pasear el fin de semana o los 15 en que papá y mamá pensaban que "serían libres", niños jugando en la calle, o sentados en una esquina en el taller o la oficina de papá cuando ya no había más remedio, desmontando un viejo reloj de cuerda inservible (ahora entiendo para qué los guardaban); niños peinaditos, entregados envueltos con lacito rojo a unos abuelos con serio y sonrisa debajo, por parte de unos padres con rostro urgente y ocupado.

Hoy, cuando salto del trabajo, cuando abro el internet, me encuentro con una inundación de afiches, de hojas volantes que ofrecen mil y un cursos vacacionales para niños de todas las edades, de 15 días, de un mes de duración, y veo las terribles filas, interminables, de madres que se pelean por un cupo para su hijos. Horror, horror. Estoy viendo aquellos cuadernos de vacaciones flotando en el aire. Siento el sudor frío. ¿No se dan cuenta de que son niños? ¿De que llevan 10 meses encerrados en un horario de 7 a 13, haciendo actividades dirigidas, con su vida programada al minuto y que, AHORA ESTÁN DE VACACIONES -CARAJO- PORQUE NECESITAN RECUPERAR SU LIBERTAD Y VIVIR?

No soy padre, pero soy de esos adultos que no han olvidado cómo era cuando eran niños. Así que déjenme hacer de abogado de esos diablos buenos que tienen en casa y les pida que no los lleven a ningún curso vacacional, que no los inscriban en ningún campamento ni les compren uno de esos horrorosos cuadernos de vacaciones, no los "metan en cajitas para que salgan todos igualitos". Ejerzan su papel de padres y aguanten. Aguántenles en casa, cómprenles una caja de crayones y un libro de colorear y entren en cólera cuando pinten algo más que el libro, cómprenles papel y tela y unas tijeras de punta roma, un libro que tenga piratas y dinosaurios y mundos imposibles y escuchen, o hagan que escuchan cuando su hijo les interrumpa para contarles qué está leyendo (ay de ustedes si no les cuenta)  y sí, echen mano de abuelos y abuelas, de primos y tíos y tías desocupados, de la vecina buena persona y cuando salgan del trabajo, dejen su vida social a un lado y váyanse al parque con los niños, llévenlos a algún cine de verano, a la piscina, al campo los fines de semana.

Ahorrense las filas y las peleas por cupos en cursos vacacionales y campamentos. Vivirán más felices. Prometido.

Generaciones de Star Trek

Generaciones, sí. No es la última serie de la franquicia. Es una expresión: son ya muchas las generaciones que hemos crecido o que nos hemos encontrado con Star  Trek en algún momento. Cada una guardamos nuestro recuerdo de infancia, adolescencia, o de algún momento de nuestra vida adulta: nuestra serie, nuestra película, aquel actor, aquella escena. Cuando volvemos la vista atrás sonreímos con nostalgia, cuando nos centramos en el presente descubrimos ese mundo aún vivo, aún creciendo, escribiendo nuevos futuros tallados en nuestros huesos; cuando soñamos el futuro, lo vivimos.

Mis primeros paseos por ese futuro en el que "viajaría a donde ningún hombre ha llegado antes" tuvieron lugar en mi infancia, allá en a década de 1980, cuando unos actores ya curtidos decidieron volver a subirse a una nave llamada Enterprise y surcar una pantalla algo más grande que la de aquellos televisores de los años 60 del siglo XX. De niño disfrute con las aventuras, y de adolescente y adulto empecé a quedarme boquiabierto con la profundidad que había en aquellos guiones de televisivos o cinematográficos de una producción de ciencia-ficción.

En un mundo, en una época en que la ciencia ficción se nos vendía como puro entretenimiento, aventura y fantasía pulp, extaterrestres invasores y mundos imposibles, o quizá como un tediosos tratado de ciencia y filosofía para bichos raros que fantaseaban con leyes físicas todavía imposibles, Star Trek venía a hacernos aterrizar en la tierra, a plantarnos cara a cara con nuestros miedos, con nuestros retos diarios, con los dilemas y decisiones sociales, políticas, humanas que, como seres humanos, debemos enfrentar día a día. Envuelto en ese papel de celofán de cables y luces de colores, de un futuro donde todo es posible (porque en el futuro caben siempre todas las posibilidades) los guionistas de Star Trek encontraron un modo de topar temas que en otro contexto hubieran sido incómodos, "políticamente incorrectos" o aburridos. De algún modo, con la habilidad y sabiduría de buenos tejedores construyeron un universo lleno de historias tan humanas y tan cercanas a nosotros mismos que parecieran fragmentos de nuestra vida, colocados por arte de magia, o deberíamos decir "arte de ciencia" en un lugar y un tiempo donde todas las opciones podían ser consideradas y todas las decisiones podían ser tomadas. Durante interminables minutos nos mantuvieron pegados al televisor pendientes de la intriga o la acción más trepidante para luego mandarnos a la cama con una sonrisa y un pensamiento reflexivo en nuestra mente. Estoy seguro de que a más de uno se le abrieron los ojos y en la oscuridad del cuarto, tendidos boca arriba en la cama, las estrellas y el futuro posible se perfilaron sobre el techo de la habitación, hablando con claridad y sinceridad de lo que somos, de lo que podríamos y podemos ser.

Le dí al play de Star Trek: La nueva generación como un fan más que quería desconectar de la rutina diaria al menos durante 45 minutos al día. Después de tres o cuatro episodios, boquiabierto, quería seguir viendo la serie, más y más, como uno de esos libros mágicos que uno devora página tras página hasta al final, a veces esperando al día siguiente, leyendo con calma, releyendo cada página, saboreando la poesía lentamente para que el libro dure más, reposando los posos en el interior cada noche después de una ávida y placentera lectura. Y no podía, no, no podía dejar de sorprenderme de la libertad y la fuerza con que todas esas historias hablaban de mi mismo, de mi vida, de los problemas y las soluciones de este mundo nuestro, de las relaciones humanas, de los desafíos de la tecnología, del coraje de estar solos en nuestro mundo y de aventurarnos y atrevernos a averiguar que realmente no lo estamos.

Ahora, 7 meses después, he terminado el libro y quiero volver atrás las páginas, buscando éste o aquel pasaje en algún capítulo, y lo atesoro como un buen libro que algún día volveré a leer, seguro. 7 meses después, terminada la serie también sé que no voy a vestirme con trajes futuristas y comprar un pin con la insignia de la serie, que no voy a saludar a nadie en Vulcano ni voy a estudiar klingon. Eso es sólo el barniz que cubre la superficie. Pero si le voy a decir a más de uno: mira Star Trek, sácate tus prejuicios a cerca de la validez o calidad de la ciencia ficción, de la fantasía, colocate esos lentes tuyos que usas cuando quieres ver bien y no perder detalle, y déjate llevar, hacia el espacio, hacia lo que somos y podríamos ser, y seremos, sí, seremos.

miércoles, 11 de julio de 2018

Las estrellas

Cómo podría pensar en dormir
cuando las estrellas han fijado el curso
y en la noche se trazan los sueños:
el futuro brilla en los ojos,
dentro late el baile secreto
antes del jardín, todavía sin miedos.

Si pudiera subirme a lo alto
de ese ceibo que acaricia los cielos,
si pudiera sentarme a tu lado
y contarte del mar los secretos,
¿no querrías yacer a mi lado
con los ojos abiertos al cielo?

¿No querrías sentir que has soñado
y compartir con mis ojos tus sueños?

Verde

Verde selva
de río serpiente
de ojos negros
de rostros tersos
pintados al verte.

Verde selva
de ascuas en vela
fuegos en la noche
hechizo del bosque
pintado de estrellas.

Verde selva
de las mil lenguas
de cadencioso verso
de rojo intenso
y luna argéntea.

Verde selva
de pies danzantes
canción de ancestros
jaguar guerrero
y la mujer ave.

Verde selva...
como el poeta, verde
y el verde trigo
así te siento, así te miro,
te quiero verde.

sábado, 16 de junio de 2018

Micrococa # 10: Made in China

Estoy sentado en la oficina del museo y veo que me llaman con señas desesperadas por la ventana porque hay un tipo en bolería que solo habla inglés.

Resulta que es un chino, de última generación porque es alto y fuerte aunque un poco pasmado. Y viene cargado con una mochila tan alta como él llena de tantas tonteras que me hace pensar que la República Popular de China ahora es República Corporativa de China. Y el caso es que efectivamente el chino sólo habla chino y algo de inglés. Me lo encuentro en la puerta de la boletería del museo, buscando la entrada al mismo cargando un boleto del museo y una guía que dicen "Un voyage avec les Omaguas", comunicándose con muecas con el señor de la limpieza, y con dos tipos, taxista el uno, amigo del taxista el otro, que no hablan ni inglés ni chino pero que son bien vivos, y que se las han apañado para traer al chino al museo y supongo que esperan su recompensa.

Me dirijo a él con un "Welcome, may I help you" que más que tranquilizarle le sorprende. Continuo hablando y el tipo empieza a reaccionar. Me dice que es de china y que quiere entrar al museo, le acompaño, dejamos su descomunal mochila en consigna le cambio la guía de mano por una en inglés, y les digo al taxista y al primo del taxista que el chino les agradece y que con dos dólares van sobrados. Al pobre chino, que tiene que hacer tiempo hasta que venga un amigo suyo que está en la selva, le dejo en el museo, que por suerte tiene textos en inglés, y me despido diciéndole que debo ir a una entrevista en una emisora de radio. Se siente agradecido y se queda sonriente en el museo.

No creo que le pase nada, si ha conseguido llegar enterito hasta acá, nada le puede pasar en el museo. Yo soy el que me quedo sorprendido y anoto:
  • Grave que en la boletería no sepan inglés
  • Grave que piensen que en china hablan francés o equivoquen el francés con el chino.
  • Grave que no tengamos una hoja de ruta para estas situaciones.

Según bajo por la rampa del museo me topo con el guarda de seguridad que me mira como diciendo "el chino, ¿esta adentro?"

- Tranquilo, ya está todo arreglado -le digo al guardia- Ya le he explicado todo. Sólo ayúdenle en consigna con la maleta cuando acabe el recorrido. Eso, tengo un reclamo: Que no sepan inglés, pase ¿¿Pero que no sepan chino??

sábado, 26 de mayo de 2018

Una flor

En el país de los necios
apareció una flor
y la flor abrió sus pétalos
sin ningún pudor
La estudiaron por dentro
más de uno la deshojó.

En el país de los números
apareció una flor
sus estambres se abrieron
sin orden ni ecuación,
hicieron de ella unos y ceros
flor-sintética se disolvió.

En el país de la soberbia
apareció una flor
en el aire su fragancia
parecía hechizo de amor
los celos y la cizaña
marchitaron la flor.

En el país de los niños
apareció una flor
suave y delicada como ellos
rosa sus espinas clavó,
con el sabor del dolor en sus labios,
besaron la dulce flor.

Un tipo extraño (Micrococa # 9)

Me suena el celular, no avanzo a contestar y cuando lo reviso veo que es un número desconocido. Le devuelvo la llamada. Es una costumbre reciente. La empresa no nos proporciona números institucionales de celular y en estos días de whatsapp nadie usa ya teléfonos convencionales.En este caso me dice algo así como número privado. Será alguna centralita. Unos minutos después vuelve a llamar el mismo número:

- ¿Con el licenciado...?
- Sí, con el mismo.
- ¿El que trabaja en el museo?
- Sí, ¿Con quién tengo el gusto?
- Mire soy [ininteligible] me dio un amigo su número. Verá yo tengo un objeto arqueológico. Quisiera hablar con ud.
- Sí, en el museo recogemos ese tipo de objetos, pero tendría que verlo antes claro.
- Yo voy. ¿Puedo ahora? Estoy en Coca, más tarde salgo de viaje, yo voy ahora si no le importa.
- Bueno, pero tendría que ser ahorita mismo, o si no a las 14:00 porque estoy saliendo a una reuniíon.
- Sí, sí, no me demoro ni diez minutos.

Y efectivamente, no había pasado ni diez minutos cuando escucho a una persona preguntar por mi en la puerta de la oficina. Aparece un joven de unos veintipocos, de piel blanca colorada por el calor y la excitación, va vestido de negro, pantalón negro, camisa negra, con esclava de metal o plata en la muñeca, algún anillo. Está muy nervioso y comienza a hablarme "a chorro y sin parar" de su objeto arqueológico.
- Miré si, ya le dije por teléfono que recogemos esos objetos, pero necesito verlo antes.
- Es muy pesado. 45 kilos. No lo podía traer, lo dejé en Tena. Yo soy de allí, lo encontré en Puyo, en la orilla de un río, con un amigo. Yo creo que lo arrastraba el agua, es grande...
- Bueno, ¿trajo alguna foto?

El tipo abre una cartera negra que trae con sigo y saca una impresión en papel de una foto distorsionada, En el pie de foto están las medidas y peso del objeto. En la foto no se observa gran cosa, sólo una mancha gris oscura que parece una gran piedra rectangular sobre la hierba.
- Es un pedazo de un árbol de piedra - Me dice el tipo.
- Entonces es un fósil, no es un objeto arqueológico. Siento decirle que no recogeos ese tipo objetos. Somos un museo arqueológico.
- No es...
- No.
- Ah... y tiene... Ahora entiendo, ¿Entonces seguro que no es antropológico?
- Arqueológico. No. Es un fósil. Ese tipo de objetos los estudia la geología.
- Geología.
- Sí.
- Es un objeto geo...
- Geológico, sí. Es un resto de una plata, un árbol, de hace miles, quizá millones de años. Anterior al hombre. Nosotros recogemos objetos arqueológicos, es decir objetos producidos por el ser humano en épocas, en este caso, anteriores al Descubrimiento de América, para que ud. me entienda. Lo que ha encontrado es muchísimo más antiguo. Es historia natural, no es campo de estudio de la arqueología.
- Historia natural, geología.
- Sí.
- ¡Ahora todo tiene sentido!

Le miro fijamente mientras el tipo pone cara de pensar. - Sí, todo tiene sentido - Me dice nervioso- Ahora entiendo, claro por eso el peso, el tamaño, lo que decían las webs. Sí, he revisado todas las páginas webs. Se lo que vale. En Europa está a 100 euros el kilo. ¿Sabe ud. a cuando está acá?
- No, no sé a cuanto está el kilo de árbol fosilizado. Tampoco le puedo decir si estos objetos se pueden vender y comprar o no. Los arqueológicos, desde luego no. Está prohibido por ley.
- Ah... Bueno... en internet hay precios.
- Sí, mercado negro, son webs ilegales, de tráfico ilegal de objetos, como cuando trafica con animales y especies. Está penado por ley, con carcel.
- Lo arqueológico.
- Sí, lo arqueológico.
- Y de lo... lo geológico, ¿no sabe?
- No, no le puedo dar información, no es mi campo de trabajo. Tendría que averiguar.
- Sí, precisamente eso, ¿Puede, puede averiguarme, esto... averiguarme done puedo averiguar....?
- Puedo escribir a Quito a algunas amistades. Preguntar si hay algún museo de historia natural en el país. No conozco.
- ¿Y ud, preguntaría por mí?¿Me puede dar algún dato?
- Deme unos días y yo le consigo el número de algún museo que recoja estos objetos. Deme su número de celular.
- Bueno, no tengo. Yo le llamaba desde una cabina... Pero yo regreso. ¿Cuándo será?
- Mire, no le puedo decir. ¿Tiene correo electrónico?
- Sí.

Con dificultad en el hombre escribe con caligrafía escolar una dirección de correo electrónico en un pedazo de papel.
- Listo, yo pregunto y le escribo con lo que averigüe. - Le digo.
- Ya, yo le llamo, tengo su número...
- De acuerdo, pero deme mínimo un par de días.
- Ya, ¿jueves está bien?
- Quizá, no se apure, yo le escribo.
- Gracia Licenciado. Una, una cosa más.
- Dígame.
- Bueno, verá, osea, cuando ud. pregunte, pregunte si compran. -El tipo se pone aún más nervioso- Porque yo, a verdad, quiero, quiero venderlo. Yo se cuánto vale, lo vi por internnet. Cuando pregunte, pregunte si compran.
- Mire eso depende de la legislación vigente. Yo le consigo el número de algunos museos y ud. les pregunta directamente.
- Bueno... Gracias... Y yo estoy dispuesto a darle comisión, porque soy justo.
- ¿Comisión?
- Por la venta, si me ayuda.

Ya no sé que decirle ni como explicarle. Creo que se ve que pierdo la paciencia. El tipo comienza a levantarse nervioso de la silla. Yo respiro profundo una vez más.
- Mire, yo llamo a Quito, me entero de que museos de historia natural hay y le doy el dato. Nada más.
- Ya, yo, yo le agradezco licenciado. Yo le llamo. ¿Sí?
- Bueno.
- Que tenga buen día
- Igualmente.
- A.. adiós.
- Adiós.
- No se olvide.
- No me olvido.
- Yo le llamo.
- Sí, yo tengo su correo, no se preocupe.
- Ya, pero yo le llamo.
- Bueno.
- Ya.

Ya. Por fin. Si no fuese por profesionalismo, ponía un letrero en la puerta que diga "huaqueros en la siguiente cuadra. ¿Por qué cada dos días tiene que llegar alguien vendiendo arqueología, piedras curiosas que se "ponen calientes los jueves por la noche" y que insisten e insisten una y otra vez aunque una repita continuamente que "es ilegal vender y comprar arqueología en Ecuador, le puede meter en la cárcel"? ¿Qué esperan conseguir con esas caras de "no puede ser que ud. tenga razón, está equivocado, dígame la verdad y hagamos negocio"?

Al final, el que se queda con cara de pánfilo y sin saber qué más decir soy yo. Supongo que el tipo acabará colocándole sus 45 kg. de árbol petrificado a alguien. Y luego se gastará todo el dinero del negocio negro en cerveza y volverá a pasar su triste existencia diaria esperando tropezarse con otra piedra curiosa que vender. Se caerá, pero descuiden que no se romperá la cabeza...

Viaje a Iquitos

En febrero de este año me embarqué en un viaje que durante años he deseado hacer: descender el río Napo hasta llegar a Iquitos, Perú, en el Amazonas. Ha sido una experiencia magnífica, uno de esos viajes fantásticos que nunca olvidaré. Recordando a aquellos viajeros de finales del s. XIX y principios de XX, cargué conmigo u cuaderno de pastas duras y hojas cosidas y fui escribiendo la crónica del viaje según descendíamos por estos ríos amazónicos. Esta labor de cronista le dio un toque más romántico aún al viaje y me recordó lo bonito que es escribir a mano y llenar las páginas de un cuaderno, a pesar de que me duela la muñeca y mi letra, por falta de práctica se haya vuelto horrorosa.

A mi regreso, decidí empezar a pasar a máquina los capítulos de esta crónica manuscrita y compartirlos acá en este blog, pero sentí que no era el espacio adecuado. Los capítulos quedaban mezclados entre otras publicaciones del blog, inconexos entre sí, era difícil seguirlos o saber, para el lector ocasional, a qué venían esos fragmentos de un viaje ya concluso. Si los hubiera ido publicando durante los días de viaje hubiera tenido sentido, pero no ahora. Por este motivo he decidido eliminarlos del blog y publicarlos en una página web, que me parece un lugar mucho más adecuado y donde podrán leer esta crónica de cabo a rabo y sin distracciones. Aún no he acabado de "pasar a máquina" toda la crónica, y a la web le falta algunos ajustes, pero puede acceder ya a ella a través de este enlace. Feliz lectura,

Del Napo al Amazonas

Luna de Tres Ríos

Hace un par de años ya, mi estimado y querido amigo Joseín Morán, entre muchas otras cosas director de Yasuní FM, una emisora local acá en Coca, pidió entrevistarme en su programa Luna de Tres Ríos, una revista nocturna emitida de lunes a miércoles en esta ciudad amazónica rodeada por los ríos Napo, Coca y Payamino. Yo accedí con gusto y cometí el craso error de comentar que ya antes había hecho radio y que me gustaba (me encantaba, estaba enamorado de) ese medio.

Sin querer queriendo, acabé como invitado de Luna de Tres Ríos, precisamente los lunes -un día muy lunático-, y con el tiempo me convertí en co-conducotor del espacio una noche a la semana. Joseín me pasó el testigo a mediados del año pasado y desde entonces vengo condiciendo este espacio, todos los lunes, de 20:30 a 22:00 en Yasuní FM.

El programa, con intermitencias, se puede sintonizar también por internet en la web de la emisora, pero varias personas, sobre todo aquellas muy queridas que viven en otros usos horarios me reclamaban que mis nocturnas horas de radio resultan intempestivas en otras latitudes del planeta y me solicitaban crear podcasts con los programas.

Para mi alegría la programación de Yasuní FM queda grabada diariamente de forma automática, así que no ha sido muy difícil copiar, editar y publicar en la web las grabaciones del programa creado unos pseudo-podcasts. No he podido rescatar todos los programas, pues las grabaciones se borran también periódicamente de los discos duros de la emisora por cuestiones de espacio (es caro el espacio digital, sí) pero las que he rescatado están ya en un nuevo blog, Luna de Tres Ríos. Escúchenme. Desde mi caja sonora. Prometo ir añadiendo nuevos podcasts cada semana según se emitan los nuevos programas. Estén atentos los días martes o miércoles, y si viven en Ecuador, sintícennos en directo, los lunes de 20:30 a 22:00.

El blog del programa:
Luna de Tres Ríos

Otros mundos virtuales - Homenaje a Ray Bradbury

Este blog surgió allá por el otoño de 2005 como tarea de un profesor de nuevas tecnologías aplicadas a la educación en el ya desaparecido CAP que muchos hicimos. El profe nos pidió crear una webquest y publicarla en la web y, como prácticamente ninguno de los cerca de 80 estudiantes o más que asistíamos a esta materia teníamos conocimiento alguno sobre lenguaje html o creación de páginas web, nos sugirió publicar nuestra webquest en un blog. La mía, El descubrimiento de América, sigue ahí, envejecida y posiblemente ya ni siquiera funcional (seguramente los enlaces llevan ahora a páginas que ya no existen) pero la he decidido mantener en la web, sin cambios, como elemento de museo virtual (sí, existen museos de páginas web antiguas)

Tras crear la webquest me animé a crear también un blog. Yo era nuevo en estos lares. Mi hermana tenía un blog y se pasaba horas escribiendo en él, pero debo reconocer que nunca le presté atención a este mundo virtual hasta que el profe me lo puso como tarea. Entonces vi el potencial que ahí había y la ventana que me había rehusado a inspeccionar, lleno quizá de prejuicios. Siempre he sido de los del libro de papel y el disco de vinilo o CD. El caso es que yo solía escribir pequeños ensayos, comentarios sociales principalmente, y enviarlos a mis amistades por correo electrónico. Cuando descubrí los blogs, encontré una manera más fácil de difundir mis ensayos, a la vez de hacerlos también públicos. Así nació este espacio: Desde mi caja.

Pero mi interés por compartir mis pasiones a través de la web no quedó ahí. Entre ensayos, fragmentos de diarios personales, cuentos, poemas, críticas de discos o películas, decidí, hace ya unos 8 años crear una web dedicada a Ray Bradbury, mi escritor favorito. He pasado muchos de los mejores momentos de mi adolescencia y juventud atrapado en las páginas de los libros de este autor de Waukegan, Illinois, y crea rendirle un justo homenaje. A su vez, era pocas, prácticamente ninguna las webs dedicadas a Ray Bradbury en español o que recogía información sobre las traducciones al español de su obra, así que cree una web titulada sin más Ray Bradbury en Español.

Estos días, atrapado en esta ciudad amazónica, donde las torrenciales lluvias tropicales provocan corrimientos de tierra que nos aíslan del resto del país, y nos encierra en nuestras casas, convertidas reflejos de aquellas cúpulas solares que buscaban los hombres calados por la incesante lluvia del Venus que describiese Bradbury en La larga lluvia, aprovecho este encierro pluvial para poner al día varios de estos otros mundos web, donde la lluvia no es excusa para viajar, y mientras paso las páginas de la adaptación a novela gráfica de Crónicas Marcianas realizada por Dennis Calero, disfrutando de nuevo como un feliz adolescente, actualizo la web dedicada a Ray Bradbury, usando las nuevas herramientas y diseño de Google Sites y añadiendo por supuesto algunas "novedades editoriales" y algunas curiosidades.

Échenle un vistazo:
Ray Bradbury en Español

sábado, 19 de mayo de 2018

Azul



Azul
así mirabas la selva,
los pinceles de lluvia
tu secreta naturaleza
en tus vitrales de sol.

Azul
Joni Mitchell comienza
dulcémeres sin prisa
llenan la lluvia lenta
caen gotas de luz.

Azul
y suena la voz del poeta,
sobre el lienzo palabras
tu mano esconde la casa
caleidoscopio de un sólo color:

Azul
que apacigua y refleja
que empapa la vida,
la cubre en suaves capas,
fluye en la luz interior.

domingo, 13 de mayo de 2018

Morenos y de ojos dorados

Eran morenos y de ojos dorados
el mar era plata y cristal de cuarzo
la tierra roja y las estrellas cuadros.

Eran morenos, sus ojos dorados
reflejaban calmos el firmamento
atrapando galaxias de luz, de años.

Eran morenos y de ojos dorados
eran llamas de fuego inquieto
eran jóvenes-niños-ancianos.

Eran morenos y de ojos dorados
los que leyeron los cuentos
los que aquel cáliz besaron.

Eran morenos, siempre muchachos
eran el nombre, la voz, el tiempo
el aliento, la esencia, mito-humano.

Eran morenos y de ojos dorados
aún no ha llegado su tiempo,
aún nos esperan largos años.

Cuando mañana sus arenas pisemos
serán nuestro mismo reflejo,
rostros morenos y de ojos dorados.

lunes, 23 de abril de 2018

Soñar está permitido


Cuando aparqué mi dinosaurio,
le dí una palmada en el lomo
mientras el guardia, atónito
se rascaba el mentón, nervioso.

“Oiga, no puede parquear acá esto”
dijo el guarda con gesto molesto,
libreta y lápiz en mano bien presto,
empapeló a mi jurásico amigo.

“¡Discriminación contra seres extintos!”
Le grité sin perder mi buen tipo.
“¿No sabes usted que hoy ha salido
una ley que habla de mundos perdidos

de tiempos futuros y pasados no escritos?
Sr. Guardia, póngase al hilo,
guarde su libreta, cambie de estilo,
haga el favor, hoy es el día del libro”.

viernes, 30 de marzo de 2018

Pastel de cumpleaños

Con cuerno de unicornio
con pellejo de sapo,
hojas molidas de eneldo
y cordón de zapato
usado de pie de elfo
y sangre o positivo vampiro
y fuego de dragón ebrio.
Con polvo de páginas de libro,
y tapizado de sofá viejo
al crepitar del fuego encendido
y al ronroneo perenne del gato
cocino a fuego lento
este pastel de cumpleaños.

¡Arrodíllense hordas de orcos!
¡Que tiemble el bosque vivo!
Que ondeen pendones al viento
y los cuernos suenen a unísono.
Hoy es el día primero del tiempo,
el primero del nuevo ciclo.

Que se cumplan augurios y presagios:
larga vida y prósperos años.

Soylent Green

Voy al super a hacer la compra, como cada viernes. He retomado la clásica costumbre de hacer la lista de la compra no tanto para no olvidarme de algo, si no para no comprar cosas que no necesito por muy vistosas que se vean en el super:
- Atún en conserva
- Tomate frito
- Cebollas
- Spaguettis
- Fruta
- Té verde
- ...

Cuando llego al estante de las conservas veo una marca de atún con un diseño horroroso, de esos que dan al ojo: Tarrico. No es mucho más barata que las otras, así que paso y compro la de toda la vida. A lado están las mayonesas, ketchups y salsas de tomate. De nuevo la misma marca: Tarrico. Sigue sin convencerme la nueva marca de conservas. Varios estantes más lejos, llego a la sección de tés y hierbas para infusión y para mi asombro encuentro: Té verde Tarrico, Hierba Luisa Tarrico, Manzanilla Tarrico, Anís Tarrico... ¿qué demonios es esto? Nada de malo con que introduzcan  nuevas marcas en el super, pero ¿qué tienen que ver el tomate o el atún en lata con las hierbas aromáticas? Empiezo a maldecir a este sistema económico monopolista de falso mercado mientras meto mi compra en en la cesta y camino hacia las cajas registradoras. Por el rabillo del ojo alcanzo a ver salchichas Tarrico, estropajos Tarrico, fundas de basura Tarrico, gallegas Tarrico...

¿Cómo puede ser? ¿Cómo puede haber una empresa alimenticia con tan diversificada cantidad de alimentos? Alguien me dará la explicación, lo sé, y tampoco hace falta que me la den: seguramente comprar productos a diferentes casas, cada una especializada en lo suyo y luego los empaquetan con su horrible marca y diseño y alquilan los mejores puestos en las perchas del supermercado para que todo el mundo los vea y los compre, pero a mi no se me borra de la cabeza otra historia: ¿y si realmente es la misma empresa, la misma fábrica, con unas máquinas especiales como trituradoras y mezcladoras gigantes donde por un extremo entran masas informes de alguna sustancia y por otro sale un alimento con una textura y sabor distinta lograda a base de químicos y proceso artificiales? Da igual lo que no compre: Atún, arroz, tomate, o fundas para botar la basura: todo está hecha de esas misma masa sin forma ni sabor manipulada químicamente para convencer al paladar y al ojo humano. No es atún, ni tomate, ni té, es... algo comestible. Y nos gusta. Nos peleamos por llevárnoslo de los estantes del supermercado.

Sé que suena a ciencia ficción, y quizá lo se a estas fechas que corren de 2018. Pero quizá dentro de poco ya no lo sea. Cualquier día despertaremos y mientras nos duchamos el tostador vomitará sobre un plato dos tostadas geométricas de supuesto pan, lo suficientemente bien hechas como para que en nuestro cerebro se dibuje la palabra pan al verlas y olerlas, mientras que la tetera vierte un líquido amarillento que nos convence de que es té, y la refrigeradora sirve dos manzanas golden de proporciones aristotélicas. Alguno algún día se asombrará, se preguntará de dónde salen esos alimentos y seguirá los cables y los tubos que unen la refrigeradora, la tetera y la tostadora con un depósito centran en los bajos de el edificio, un depósito conectado por tuberías a otro más grande en algún punto de la ciudad, depósitos de una masa informe que se balancea al compás de bombas de presión que la hacen fluir como el gas hacia los dispensadores-transformadores de comida de nuestros hogares.

La rabia llenará el corazón de algunos ante tan macabro descubrimiento, pero la mayoría no temblará siquiera y seguirá comienzo tranquila, sin darse cuenta como su tostada de pan o su jugo o su manzana del desayuno se transforman poco a poco en tablitas rectangulares, geométricamente perfectas y de un sabroso color verde.

miércoles, 14 de marzo de 2018

Puntualidad y seriedad con el servicio, señores

Salgo de la Federación de Mujeres de Sucumbíos y tomo un taxi que me lleve al terminal, pues se supone que los buses interprovinciales ahora sólo pueden recoger pasajeros allá. De camino paso por el nuevo Parque Ecológico, pero no me bajo ahí porque los buses interprovinciales no pueden para ahí, luego veo como pasamos por delante del antiguo hospital, pero tampoco me detengo ahí, porque los buses interporvinciales no puede recoger pasajeros ahí; y unas cuadras más allá pasamos por el mercado, pero tampoco me bajo ahí porque se supone que los buses interprovicniales pueden recoger pasajeros ahí, y cuando llegamos al terminal pasamos por delante de la puerta principal del mismo, y el taxi se detiene en ella y yo me bajo e indiferente a toda la gente que hay ahí en la puerta esperando, yo ingreso al edificio del terminal, porque los buses interprovinciales no pueden recoger pasajeros en la puerta del terminal. La ciudad se ha organizado y hay que ser buenos ciudadanos organizados, utilizar los taxis y el transporte urbano para lo que son, y así lograr que los buses interprovinciales salgan del centro, tengamos una ciudad más ordenada, y acaben las continuas peleas y competiciones entre los distintos transportistas por arañar unos centavos.

Así que como buen ciudadano, pago mi taxi al terminal, pago mis 20 centavos de dolar para ingresar a los andes y me subo tranquilamente al primer bus que sale para el Coca, el cual está casi vacío, y elijo el asiento que más me gusta. A los pocos minutos el autobús arranca. Nada más salir del terminal, se detiene en la puerta del mismo y al grito de "Al Coca, al Coca", invita a nuevos pasajeros, que evidentemente siguen su llamado, a subir a bordo, aunque realmente no está permitido recoger pasajeros en la puerta del terminal. Luego el bus se dirige al centro, y aunque no puede, se detiene en el mercado y recoge gente, y aunque tampoco puede, se detiene en el antiguo hospital y recoge gente, y luego se de tiene en el Parque Ecológico, donde tampoco puede detenerse y recoge más pasajeros, y ya a la salida de la ciudad, se detiene en la Federación de Mujeres y ya no recoge gente, no porque no pueda, porque realmente no puede, sino porque ya no queda ningún pendejo esperando ahí el bus, pues todos -o el único- han cogido un taxi y se han ido al terminal de buses y han pagado 20 centavos para subirse a un bus que les va a llevar por el mismo tour urbano que acaban de hacer hace unos minutos en taxi.

Eso sí, el país cambia, las leyes ordenan, y la gente, la gente sigue como siempre, caminando por esa línea imaginaria que es Ecuador, donde no importa lo que se haga, si no lo que se escriba, lo cual tampoco importa porque en este país eminentemente fonético, nadie lee (O leen entre líneas imaginarias, que es lo mismo)

domingo, 11 de marzo de 2018

Canto número 2

Canto porque nadie canta
canto porque tengo miedo
canto porque en mi alma
siento que sangra mi pueblo.

Canto porque es mi casa
mi calle, mi jardín, mi fuero
el que con tantas falacias
nos quieren quitar de nuevo,

canto porque en la plaza
han sembrado un cementerio
de vidas ya marchitadas
sin voz, sin luz, sin sueños.

Canto porque en la jaula
oigo cantar al jilguero
el canto de todas las almas
que viven en cautiverio.

Canto para los que cantan
y para los que guardan silencio
presos en sus propias casas
por aquellos que siembran miedo,

que con este canto se avivara
la llama que llevan dentro
las lluvias serían savia
y sus ojos un canto nuevo.

Canto porque alguien canta
canto porque en el silencio
escucho una voz que ama
que da la luz a los ciegos,

canto porque hay esperanza,
canto, brisa, pueblo nuevo.
Canto porque el mañana
es un amigo sincero.

Canto número 1

Oigo el canto en mis sueños
canto de voces quebradas
voces sobre el asfalto y cemento
pies que sin descanso marchan.

Oigo el canto en las calles
en todo los parques y plazas
oigo las voces que surgen
desde balcones y ventanas.

Canto que es mi propio canto
el canto que labró mi casa
canto que llevo por dentro
canto de mis padres y mi alma,

canto de la raíz que crece
de la llama que nunca se apaga
canto de las ramas verdes
donde el jilguero canta.

Canto de un cautiverio
impuesto por las mordazas
de los que nos callan con ciemo
y nos venden en su subastas.

Canto que canto despierto
voz de mis vidas pasadas
que alguien desterró al desierto
y ahora con fuerza llaman.

Golpean en el cerebro
la razón, el corazón en llamas
los pies que arden quedos,
y las manos aún crispadas.

Fuerza y lucha de un canto
de un puño-mano-caricia
que sana del desencanto
y nos devuelve la vida,

que sin canto somos muertos
y la muerte no tiene prisa
de vivir es ahora tiempo,
de luchar, de empujar la vida.

miércoles, 24 de enero de 2018

Una cuestión de siglas

Llega una solicitud al cine-club del MACCO de una persona con un nombre rarísimo. Pienso que puede ser un pseudónimo pero suena así como africano. Cuando finalmente abro el facebook en la computadora, veo la foto de un africano, negro azabache, todo trajeado posando frente a un edificio. Me pica la curiosidad. Hago clic en la imagen y, sí, evidentemente es África: haciendo zoom, sobre la pared del edificio se lee "Airport de Bujumbura".

Bujumbura, capital del Burundi. Qué hace un ciudadano de Burundi queriendo hacerse miembro de este pequeño cine-club amazónico?

Mi pregunta va seguida de una rápida búsqueda en google de esas 5 letras juntas, MACCO, aunque sólo sea por matar a curiosidad. Para mi asombro, MACCO, además de un Museo Arqueológico y Centro Cultural acá en Orellana, amazonia ecuatoriana, es: ¡Una fabrica de motos de Chiclana de la frontera (Cadiz, España), un modelo de máquina de café de una empresa japonesa, una compañía de orgánicos canadiense, una compañía de sistemas de California, EE.UU., una empresa de energía de Nueva Inglaterra, un grupo de finanzas, una empresa de remodelación de cocinas, una peluquería en Surrey, un lugar perdido en San Petersburgo, una marca de "peines de titanio espaciales para barbas" y el nombre de un robot sevillano!!

Madre mía del amor hermoso. No he encontrado nada en Burundi con el nombre MACCO, así que quizá algún jueves me encuentre con un burundés en el cine club, pero no me extrañaría que las siglas del museo en el que trabajo signifiquen algo en algún idioma africano...

sábado, 20 de enero de 2018

Micrococa # 8

19.30 de la noche. Estoy acabando de cocinar la cena, sumido en la cadencia de la rutina y de la música del bar de enfrente. Mi mente está pendiente del guiso de carne molida en la sartén cuando un alzar de ojos hace que me olvide de la carne burbujeante, y mirada y pensamiento se fijen en la escena que veo justo al otro lado de la calle, en la puerta del bar-asadero: un auto de policía con las luces de la sirena encendidas se detiene justo en entrada del bar, baja el vidrio de la ventanilla del acompañante y recibe un paquete blanco de parte de un tipo de peso medio y aire despreocupado que se da automáticamente media vuelta y regresa al local mientras el auto de policía se aleja.

Miro mi reloj: las 19:38. La misma hora. El mismo lugar. El mismo día. Lunes y miércoles, un carro de policía llega al asadero, recibe un paquete y se lo lleva. Y yo, reprogramado para atrasar mi hora de la merienda a las siete y media de la tarde, para observar con ojos de detective privado, como James Steward en La Ventana Indiscreta, la escena del crimen.

La primera vez fueron las luces rojas y azules entrando a través de la ventana de mi cocina y dibujando curiosas y dalinescas sombras sobre el techo enlucido de blanco. "Alguna pelea o robo en el local", pensé. "El barrio se está poniendo peligroso"; y con la adrenalina del miedo a salir me quedé observando la escena en silencio. No hubo disparos, ni gritos, ni amenazas. Nadie subió a empellones al carro de la policía. Ninguna sirena escandalosa ahuyentó a los ladrones que debían ser perseguidos y atrapados. Sólo un vidrio que se baja en silencio, un paquete que sale del bar, una mano que lo recoge en la ventanilla del auto.

He estado tentando de grabar la escena, de bajar como quien no quiere nada y entrar en el bar y pedir una coca-cola y sentarme a observar la escena desde el otro ángulo, ese que me permitiría ver la cara al policía corrupto, al que imagino con rostro de matón y lentes de sol oscuras. Nunca lo hago. Prefiero quedarme en el papel del vecino anónimo y silencioso que espera el indicio inesperado que desvele el crimen que no va a denunciar. El lunes fue una unidad móvil de la policía la que se detuvo en la puerta del bar. Se escucharon unas risas. Yo corrí a la ventana urgido por la nueva y reveladora escena, pero no saqué nada más que unos minutos de misterio: el camión de la unidad móvil de policía en la acera de enfrente, y mi cena quemándose en el sartén.

Como hoy. Un olor a carne pegada sobre teflón me saca de repente de mi novela negra y me hace volver a mi vida culinaria mientras mi boca mustia un "mierda" y mi mano comienza a mover la sartén a la vez que busco un poco de agua y salsa de tomate. Cuando termino de apagar el incendio el carro de policía ha desaparecido. Un alijo más. Anoto la hora y la fecha en el calendario planificador de la pared de la cocina, y me siento en el sofá a mirar una película satisfecho después de mi episodio semanal de "corrupción policial".

Y así, van pasando ya dos meses. Dos meses de paquetes y autos de policía que vienen los lunes y los miércoles en torno a las 19:30. Dos meses de misterio y cenas quemadas en el sartén. Me arde la lengua. Tengo que contárselo a alguien. Me rindo. Yo sólo no puedo resolver el crimen.

- Oye sabes -le digo dos días más tarde a un amigo mientras almorzamos juntos- Sucede algo realmente inquietante en el bar que hay enfrente de mi casa. En el asadero ese. Todos los días, o bueno, casi todos, para un carro de policía y alguien sale del bar y le entrega un paquete blanco al chófer. Me tiene intrigado el asunto. ¡Imagínate! ¡Contrabando y corrupción, o narcotráfico, justo enfrente de mi casa! Y dura ya dos meses.

Mi amigo sonreía mientras me escuchaba.
- Sabes -dijo con aire tranquilo- El dueño del bar ese es además ingeniero informático. Les hace el mantenimiento de equipos en la policía. Lo del asadero es un segundo empelo, un dinerito extra, pero yo no lo llamaría corrupción. Y si además tienes amistad con los policías y todos los días van a comer a tu bar, pues te va muy, muy bien.
- ¿Quieres decir que...?
- Que llevas dos meses viendo como entregan platos para llevar en cajitas de corcho blanco.
Mi cara de bobo debía ser de lo más divertido, pues mi amigo sonreía burlonamente.
- Deja de leer tanto a Agatha Christie y Raymond Chandler, oye. Que se te está yendo la pinza. - Dijo mientras seguía comiendo.

Yo no podía creerle. No quería. No, no podía ser. Tenía que ser droga, o contrabando, o... ¿Cómo se atrevía a alguien a destrozarme así, con una explicación tan lógica y aplastante mi serie de policías favorita? ¡¡Como se podía chafar así una buena historia!!
Caminé de vuelta al trabajo con aire cabizbajo, derrotado. Toda la tarde estuve pendiente de mi reloj. Las cinco y media. Hora de marcar salida e irse a casa. En dos horas daría comienzo mi serie favorita. Sin cables, sin comerciales. Sólo sintonizando mi ventana.