El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

viernes, 29 de julio de 2022

El nuevo descubrimiento

Las hojas en viejos idiomas, 
como los anillos en el árbol
cuentan la historia.
Verdes eran los años
y en la memoria
la clorofila teñía
los ojos aún noveles
de aquel primer año.
 
Entre las dos orillas
en las islas que el verano
respetaba fértiles semillas
hundidas con la mano
en la várzea, terra preta
de hombres de rostro chato
de mujeres argénteas,
crecía y daban nuevos frutos.
 
Eran los años antes del barco,
antes de que la alfarera olvidara
como dar forma y quemar el barro,
tiempos de enrejaditos de de caña
de putu tejido, tinturas y sellos,
cuando en el selva eran muchos
y la selva aún más ancha.
 
Nación de Ticunas, Encabellados, Omaguas.
Mil nombres para un mismo río,
ruido de remos en la alborada
danza de espíritus en el ocaso,
hoy páginas que me fascinan
y me hacen seguirlas río abajo.

jueves, 28 de julio de 2022

Modelo de serie

El día que conocí a mi gemelo
yo era más joven, él más viejo.
su pelo era cano, el mío aún negro.
De los dos yo era el gemelo flaco
y más alto sin ser él pequeño.
 
El día que conocí a mi gemelo
no hubo un doblez en el tiempo
ni astros alineados en el cielo,
y si alguien reclamó ser el auténtico,
lo olvidó, pues no era cierto.

miércoles, 27 de julio de 2022

Caracolita en la selva

La Caracolita paró en la selva
donde el perezoso duerme colgado
y la oropéndola cuelga su casa
en la copa de un árbol.

Sonríe Caracolita
cuando el sol sabe a canto,
cuando la noche es fresca y serena
y el río corre a su lado.
 
Sin prisa Caracolita,
sin pausa, acariciando
los verdes de esta selva
y el cielo anaranjado.

Escondido en un zapato

Quiero dejar de ser famoso
y esconderme en un zapato,
o quizá en las sandalias
de unos pies descalzos.
 
Con los cordones como brida
guiaré mi vida un rato,
si duele aflojaré la hebilla,
descansaré bajo algún árbol.

Basta de sonrisas y de fotos
tengo el careto gastado,
la sonrisa se volvió mueca,
me buscan por todos lados

y yo solo quiero ser sombrilla
amarilla de playa en Barbados.
¡Quiero ser bota de montaña,
cruzar los bosques de los Cárpatos! 
O pie de Inca chasqui
y recorrer el camino sagrado:
hoja de coca y tambo
desde Pasto hasta Santiago.
 
Y cuando se me gasten las suelas,
cuando el corazón esté calmo,
volveré a un pueblo pequeño
donde nadie es mucho ni es tanto.

Somos cosa especial...

Filomena, con su hijo en brazos dándole el pecho; con su padre y sus familiares; Filomena que vive en una remota comunidad waorani en río Yasuní; Filomena, que encontró al "Ultimo Omagua" viene hasta el MACCO y me dice "sólo vengo a ver el museo, ellos (señalando a su familia) aún no conocen. Y entra feliz y señala a las vasijas, y busca a ese "ultimo omagua" que ella encontró y sonríe al verlo.

Y al mismo tiempo, en la ExpoFeria por las fiestas provinciales, asignan al MACCO dos carpas, somos la única institución con dos carpas, una institucional y otra turística porque el MACCO es caso especial y tiene que estar.
Y pasa la tarde y bajo la lluvia llaman al museo, y llegan al museo y ruegan que cerremos más tarde, que esperemos a un grupo de estudiantes, turistas de la costa, porque ya se van pero no pueden irse sin conocer...
 
Y al mismo tiempo el Municipio, (porque el MACCO es empresa pública municipal) mira para otro lado, dice que "no hay plata", dice que el MACCO "no es rentable", "que no produce ingresos", y pone trabas y mezquindades por medio, mientras las tristes urnas se llenan de polvo y olvido, mientras los chicos y jóvenes (y los adultos también) se quedan sin teatro, sin música, mientras los libros ajados tiemblan y crujen al pasar sus páginas, como crujen las tablas podridas de la entrada del Centro Cultural y del paseo del malecón por falta de dinero para darles mantenimiento, pues no producen ingresos, no son rentables...
 
Al parecer, el bienestar del pueblo no es rentable. Al parecer la cultura, la historia y el patrimonio del pueblo son es rentable, al parecer los niños y niñas con sus sonrisas, la gente sencilla del campo, y los viajeros, que como todos en esta tierra vinieron de otro sitio y se quedaron, no son rentables...

La hacienda

Pueblo político desarraigado y sin alma, 
con políticos y funcionarios chupasangre y sanguijuelas. 
Hacienda de más de medio siglo 
que sólo busca exprimir la selva, 
sacando oro negro, maderas, aceite de muerte; 
haciendo bailar la mono para el turista 
por las mismas monedas que Judas recibiera. 
Más de 50 años en ella
y aún no sabe escuchar a la selva.

domingo, 10 de julio de 2022

El escritor

Lo que lees es lo que escribo,
lo que escribo es lo que ves
cuando te miras al espejo
y dibujado en tu reflejo
eres tú quien que me ve.