El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

lunes, 31 de agosto de 2020

Flores

Si vas hacia el valle
verás dos flores,
creciendo juntas
son como dos gotas
y tan distintas.

Las verás sentadas,
rodeadas de árboles,
cubiertas de hojarasca
jugando a escondidas
o tumbadas 
en un banco del parque.

Si les da el sol
les hace salir colores,
no necesitan maceta
si caso una bicicleta
y libros y otros amores.
 
Y si las riegas
te dirán ya ven,
vente hasta al parque
aquí nunca es tarde.
Respira el aire,
escucha el sonido
de sus estambres:
cuántos mundos
cuántos sabores,
pasiones, emociones,
otros jardines,
el agua de ríos
de libros, de pájaros
de noches dormidas
en copas de árboles.
 
Liba los pólenes
mezcla tu suerte
cruza la calle,
sigue el sendero
escucha el silencio,
soplándote al oído:
Flores de risas.
flores sin prisas,
soplando los soles,
cultivando amores,
llenando la vida.

sábado, 29 de agosto de 2020

El notario oficial del Reino

 Miro el calendario una y otra vez, y parpadeo para estar seguro de la fecha: 29 de agosto de 2020. Sí, no hay duda, no me he equivocado de siglo. 

Estamos en el siglo virtual: llega a través de los ceros y unos del código binario de la informática: fríos números que se transforman en música, video, fotos, personas que llegan hasta uno "casi de verdad", pues se quedan atrapadas tras una pantalla. Estamos casi a las puertas de esos materializadores de energía de Star Trek, que crean cualquier alimento a partir de átomos programados por un computador, pero aún no llegamos a ello. De hecho creo que nuestro siglo virtual corre el riesgo de convertirse en el resultado de la suma 1+1 en sistema binario: es decir, nada.

 Pero me estoy yendo por las ramas. El caso es que decidí dejar a un lado mis pegas al mundo virtual y matricularme en un máster virtual con una universidad que está a más de 10.000 km. del mi casa; las distancias no importan en este mundo virtual. 

Bueno eso creía yo. Sí importan (obsérbese que lleva tilde ese sí). 260 km. al oeste de mi casa está la Cordillera de los Andes, y de ahí, girando de nuevo a la derecha, 10.000 kilómetros después, cruzando montañas, selvas y océanos, se llega otro mundo, el Viejo Mundo, uno que hoy he descubierto que es mucho, mucho más viejo de lo que yo pensaba. En teoría, con los medios actuales, uno puede estar en el Viejo Mundo en unas doce horas si las conexiones de transporte lo permitiesen; y por otro lado, a través de la red de datos uno puede asomarse a una ventana (virtual, no lo olvidemos) de ese viejo mundo en cuestión de segundos. Ahora bien, cuando uno llega allí, tiene cierta sensación de anacronismo. Me refiero: uno llega a través de los medios virtuales, o se baja de un avión, y de repente tiene la sensación que todos esos avances no eran más que un placebo. Es como si uno dijese "Scotty, teletranspórtame" y en lugar de en la Enterprise apareciese en un carro tirado por bueyes.

Yo no aparecí en un carro tirado por bueyes, pero me encontré transitando por un mundo virtual de cartón: toda una fantástica plataforma online, con miles de formularios online, llenos de botones de "siguiente" y de "adjunte documento digital en jpg o pdf", de sistemas de pago en linea, de notificaciones por correo electrónico, donde en el siguiente clic aparece en la pantalla un aviso que dice: "imprima el resguardo, fírmelo y entréguelo en físico en la secretaría. ¿Perdón? ¿Me quiere alguien decir cómo hago eso con mi computador? ¿Qué app me falta? Espera, espera. Me están diciendo que imprima (osea, imprimir en papel) y lo firme (¡me están diciendo que coja un bolígrafo azul!) y use mis manos y garabatee mi firma, y luego físicamente (es decir, yo en persona, con ese papel en la mano) vaya y lo lleve a una secretaría, no a una secretaría virtual, no; a una de esas de ladrillo, con un mostrador de madera o de mdf, donde seguro hay una persona que cogerá mi papel, lo digitalizará y lo archivará.

¿Se dan cuenta de lo que he escrito? ¡Me están pidiendo que imprima en papel un certificado digital, viaje 10,000 kilómetros y lo lleve en persona a otra oficina donde lo escanearán para volverlo a convertir en digital! 

Tuve que hacer ese proceso por lo menos dos veces: el de imprimirlo claro, pues el envío todavía está pendiente. En estos tiempos de pandemia viajar es aún más complicado que nunca. El caso es que ahí estaba yo, con varios documentos impresos para dejaros en físico en una secretaría, incluido mi título universitario, que es tan grande que te puedes envolver en él y un certificado de la autenticidad de mi título con firma digital, que debía hacer llegar a una oficina en una universidad. Y como no podía ir yo y llevar el título-sábana para que vieran en persona que grande es, tenían que enviar una copia compulsada, es decir, con la firma y puño y letra de una persona que tuviese la potestad para aseverar que mi título era real, y que esa copia era una copia exacta de mi título real. 

Lo de Real a partir de ahora lo voy a escribir con R mayúscula, y es que no me había dado cuenta que mi título-sábana empieza diciendo en letras bien grandes: "Juan Carlos I Rey de España, y en su nombre...". A estas alturas creo que ya es obvio que no estoy en España y que mis relaciones con la Madre Patria son virtuales dada la distancia. Bien, resultó que la Madre Patria me pedía un papel, que tenía que tener validez en la Madre Patria, que -aunque ya lo había olvidado- tiene el rimbombante nombre de Reino de España (no se porqué me viene a la cabeza la película esa de Frozen, o la de Blancanieves, cada vez que leo Reino de...) y claro me encontré con que los notarios -esos que certifican, entre otras cosas, la veracidad de los papeles siempre a cambio de dinero- por ser notarios de un país extranjero, no tenían validez en este otro Viejo Mundo que está "virtualmente" a un segundo y físicamente a 10.000 kilómetros. ¿Y ahora?

Bueno pues verán, en muchos países hay unas casitas que son como un pedacito de otro país dentro de un país. Es casi como si pudieras atravesar la pantalla del computador y haciendo ¡chas! aparecer en otro país. Increíble pero cierto. Y en esa casita que es como un pedacito de otro país vive un señor que lleva el título de Cónsul y que es -y esto no lo he sacado de ningún diploma medieval, aunque bien podría haberlo hecho-, el Notario oficial del Reino. Toma Geroma pastillas de goma. A mi me daría vergüenza ir por ahí diciendo eso. El pitorreo por la calle iba a ser mundial: "¿Oiga, a qué se dedica ud.?" "Yo soy el Notario oficial del Reino". 

En fin que, aunque sonase a chiste tenía que ir a ver al Notario oficial del Reino allá en su casita. Pero resulta que debido a la pandemia, el Sr. Notario oficial del Reino está más escondido que el papá del Rey del Reino y es poco menos que imposible verle. Pedí cita (casi escribo audiencia) pero no recibí respuesta (respuesta virtual, claro, que estamos en el s. XXI) y la única solución fue enviarle por correo al Sr. Notario oficial del Reino los documentos para que el me los devolviese compulsados. Evidentemente era correo de verdad, nada de electrónico: correo de papel, de sobre y de caminar hasta la estafeta, esos que en un principio se llamaban Servicio de Correos y Postas, y que no me extrañaría que tomen de nuevo ese nombre dado que aún hay un Notario oficial...

Vale, vale, dejo de pitorrearme. Pero es que el único servicio postal que admitía mi Notario oficial del Reino (ya le estoy tomando cariño y todo) era tan especial que no tenía servicio en mi ciudad. ¿Y ahora qué más? "Pues tendrá ud. que venir a la capital y enviar desde allá los documentos, o firmar un poder para que alguien lo haga en su nombre". Por poder, podía mandarles a la mierda, pero ya que me interesa mucho el asunto, no lo hice, ni siquiera en virtual. Al final sólo tenía que viajar 260 km. y no 10.000 para poder enviar unos documentos a través del Servicio de Correos y Postas que seguro estaba a dos cuadras de la casita del Notario (oficial, del Reino) pero no importaba. Hay que evitar aglomeraciones, hay que evitar viajar, hay que hacerlo todo online de manera virtual, o más que sea por correo.

El Notario oficial del Reino también come, por si no lo sabían. Eso quiere decir que cobra unos 3,50 dólares por folio. Sí, han leído folio. A estas alturas seguro que ya no les sorprende: Notario Oficial del Reino, Servido de Correos y Postas, folio... La secretaria de mi trabajo se empeña en numerar las "fojas" de los documentos oficiales. Qué bonito es el castellano antiguo, su merçed. El Notario - o secretaria, o algún ente que firman sin nombre, manda una notificación por correo electrónico diciendo que "deposite el valor en la cuenta xxx del banco xxx. No transferencia bancaria".

Mi entender, rostro pálido. Osea, que ¿tengo que cruzar media ciudad buscando un banco, hacer cola en el banco (con mascarilla y toda la parafernalia), pagar en efectivo, recoger un comprobante de papel, sacarle una foto, y enviarla por correo electrónico al ente-secretario de Mi Notario Oficial del Reino. Debe ser que haciendo cola en la casita del Notario me puedo contagiar, pero en la cola del banco no. A partir de ahora me voy a lavar las manos con billetes de 20 en vez de con agua y jabón.

Hecho todo esto, el Servicio de Correos y Postas me ha notificado virtualmente que han recogido los documentos y que en breve me "avisarán para que los vaya a recoger". Aún no llego a mi universidad virtual, pero lo sigo intentando. Por si acaso, ¿alguien sabe si se puede escribir con lápiz a través de zoom? Me parece que me va a hacer falta esa opción...

sábado, 1 de agosto de 2020

Respira (II)

El viento respiró,
sopló los pólenes
las flores y amores
de rubios atardeceres.

Sonrojo de luciérnagas,
de polillas insomnes,
de estrellas y luces
encendidas de noche.

Tu pecho henchido,
con aires perennes,
y una paz silente,
respira los nuevos soles.

Pasión silente

Fue antes de la crisis
cuando el siglo era joven,
y los jóvenes libres
y todos los grises
se tintaban de vivos colores.

Aprendimos a leer entonces,
enamorados sin decir palabra,
observando el baile de luces,
el cambio frenético de acordes,
del piano el clave de soles... y lunas.

Éramos telépatas insomnes
sentados leyendo el cielo
viviendo sueños y pasiones
en noches de celuloide
y estrellas fugaces.