El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La larga lluvia

Tomo prestado el nombre dun cuento de Ray Bradbury, pueses el escenario de esa historia el que revive una y otra vez en mi cada vez que llueve aquí en la amazonía.
La intensidad de la lluvia, la humedad penetrante, el ruido a veces ensordecedor, me hace tener la sensación de morir ahogado en medio del aguacero. Todo es agua. Todo a mi alrededor es agua. El cabello chorreando, las ropas que ya no pueden empapar más agua, hasta llegar a la sensación de libertad "peligrosa" que uno siente cuando se sumerje en el agua de un río o piscina o en el mar.
O, cuando le coge a uno a cubierto la lluvia, esa lluvia que puede durar todo el día, toda la noche, esa lluvia que no deja ver más allá de la lluvia, que no deja oir más allá de la lluvia, ese murmullo primero y ese ruido ensordecedor después; esa sensación de seguridad pero de verse atrapado también, de no poder ir más allá. Ese temor a adentrarse en la lluvia que tdoo lo rodea.

Sin embargo, estos temores no son más que temores momentáneos, y tienen más que ver con el asombro del recién llegado. No son los temores y miedos de los hombroes de Bradbury en Venus, ni es esta una lluvia tan cerrada y eterna que ave el color de la vegetación, de nuestro cabello, de nuestra vida. Aunque muchas veces sueño que esta lluvia acabará lavando los colores como en la fantasía bradburiana, la realidad es que esta luvia es una lluvia vivficadora, que viene a lavarnos de nuestros pecados y a devolvernos la vida, arrullándonos en las noches oscuras, llenando de aguas nuevas nuestro espíritu y fundiéndonos de nuevo con la naturaleza.
Es la lluvia de la vida. Aquí sólo los necios construyen cúpulas de sol. Los pacientes y abiertos de corazón saben que de este mar verde de lluvia cuasieterna siempre nace un nuevo sol, más cálido, más grande, más esperado que ninguno. Un sol hijo de la verde selva y la lluvia, para brillar hasta que su madre, en su arrullo eterno, calme su fuegos con frescas aguas una vez más.

(y nosotros, seres vivos -reino vegetal y animal-humano-, en medio, germinando la semilla como parte de una trinidad eterna)

martes, 23 de noviembre de 2010

500 años


500 años atrás, unos aguerridos hombres hispanos, transitaban por esta verde selva, iban buscando el país de la canela, Eldorado, intentaban satisfacer sus sueños y ambiciones en una tierra que no entendía, que les asustaba, cuyas gentes y paisajes intentaron cambiar para no sucumbir a ellas. Muchos quedaron para siempre atrapados entre el verde de la selva. Sus armaduras se oxidaron en la humedad eterna y sus cuerpos sucumbieron ante el calor y los mosquitos.
No encontraron riquezas, no encontraron paraísos. ¿Nada? Sí, nada. Estaban tan ciegos, que no supieron ver la belleza ante sus ojos, la destruyeron a golpe de espada y de cruz, temerosos de ser quemados por su pureza. Ciegos en su propio credo, no supieron ver la luz en los ojos de aquellos que les observaban con curiosidad primero y con miedo después, ocultos en la verde selva.
Mas su arrojo y testarudez no les detuvo, y poco a poco fueron cambiando la faz de esta parte de la tierra, y la mente y la apariencia de las personas que aquí encontraron. Trajeron la civilización, el progreso, la verdad. Su verdad. Una verdad construida con los golpes de un martillo ensordecedor, que clavaba mentiras, pues no permitía escuchar con atención otros repliques, tan válidos y verdaderos como el suyo.

Hoy han regresado esos hombres. Han pasado 500 años, pero no puedo evitar la comparación, con sus botas, sus cruces y sus espadas, me recuerda a Aguirre navegando por estas selvas, loco en su ambición. Da la sensación de que vienen dispuestos a encontrar el santo grial en algún lugar recóndito de una selva que ya no es virgen, a convertir llevar almas hacia una salvación, que, en 500 años, se ha tornado más en pecado y condena que en gracia del creador.
En 500 años de penurias, de atropellos, habíamos empezado a escuchar. En esta selva hay voces, unas voces que nos hablan desde lo más profundo del ser y las entrañas de esta tierra, unas voces que no han callado su voz a pesar de las mordazas, voces amables que nos hablan con labios suaves y voz de maestro, de sabio, invitándonos a entender. Y nosotros habíamos empezado a escuchar y a transmitir el mensaje, pero algunos han decidió volver a cubrirse –y cubrirnos- los oídos.
Las voces, no obstante, siguen hablando. Lenta, suavemente, como el fluir de estos ríos, el canto de los insectos o el rumor de la lluvia en la selva. Ojalá nuestros nuevos vecinos sepan escuchar, y poco a poco, se despojen de ropajes, y, descalzos, con nosotros, se sienten a escuchar y aprender.

La buena nueva está aquí. Desde tiempos inmemoriales, siempre ha estado.
Escuchemos.

Tiempos de cambio


Desempolvo las páginas de este blog por primera vez en casi dos meses; siento el deber de escribir algo, de transmitir algo a vosotros, mis lectores asiduos o causales. En estos últimos meses mi vida y el mundo que le rodea está en un proceso de cambio, de transformación hacia un futuro más o menos incierto, y lo único que le queda a los que vivimos en medio de esa transformación para no ahogarnos en la incertidumbre, es agarrarnos al presente, al día a día palpable y que –aparentemente- no cambia.
Mientras caminamos y trabajamos en nuestras perennes rutinas, esperamos a que los acontecimientos se estabilicen, a que todo lo que flota revuelto en la superficie, se pose en el fondo. Entonces, quizá entonces, seamos capaces de entender con claridad qué a cambiado, y de contarlo a los demás. Quizá esa espera sea la razón de mi ausencia en este blog.

El río todavía está revuelto y arrastra muchas cosas. Y en el aire flotan aún partículas que no soy capaz de catalogar. Me agobia la incertidumbre, lo reconozco; intento escapar de ella ocultando mi cabeza entre el trabajo diario, que realmente no es tanto como yo finjo que es, pero quizá esté actuando equivocadamente. Porque ese día a día que nos parece que no cambia por muy fuertes que soplen los vientos del cambio, realmente sí lo hace, hasta tal extremo que un día me levante de la cama y quizá me dé cuenta, observando pequeños detalles, que las cosas ya no son como solían ser.
Por eso aprovecho este día de más o menos tranquilidad, para reflexionar, y, aunque aún no tengo respuestas, y aún no conozco bien los detalles de mi futuro, escribo acá unas líneas.
Me siento como un último Moicano de la era de los ideales y la esperanza en medio de este llamado mundo postmoderno. A la par que me afianzo en unos ideales por los que me levanto, lucho, y muero cada día, el mundo va destruyendo aquellos bastiones que impertérritos se mantenían junto a mí, defendiendo mis mismos ideales o unos muy parecidos.
Creo en el Hombre. En el Ser Humano. En el hacer por y para los demás como fin único de estar en paz con uno mismo y de construir un mundo futuro que no se vaya al garete a la primera de turno. Creo en formar personas francas, con unos ideales firmes, pero dispuestas a escuchar y a aceptar el punto de vista de otras. Personas que trabajan y se mueven si esperar una recompensa especial por su labor, sin esperar publicidad y sin publicitarse.
Y el mundo gira en otro sentido. Lo veo en la política, en la economía empresarial, en la religión: Partidos políticos atrapalotodo, con colores atractivos y propuestas atrayentes, pero sin un verdadero programa, unos verdaderos principios por los que trabajar y vivir. Empresas que venden mentiras como verdades, y que pretenden atraer a los trabajadores y consumidores ofreciendo precariedad envuelta en papel de regalo. Y ahora también la religión: creencias revestidas con  botas y teatro pero huecas en contenido.
Tengo la sensación de ser el último hombre crítico en un mundo en el que triunfan la sumisión y el adoctrinamiento en masa. El créetelo y no preguntes; y si preguntas, condenado al ostracismo. Nos acercamos poco a poco a ese mundo feliz de Huxley, que tanto asombro me causó en mi adolescencia y tanto miedo me causa ahora en la madurez.

¿No queda nadie ahí fuera, nadie dispuesto a luchar por la libertad de pensamiento, por romper barreras, verticales y horizontales y trazar la hermandad entre los pueblos, abriéndose al otro para aprender de él en lugar de imponer sobre él; todos juntos, sin ropajes que nos distingan, mirando más allá, mucho más allá de las barreras de nuestros credos y el color de nuestra piel, buscando esa semilla común que habita en el interior de todos nosotros?

Sigo caminando, convencido de mis principios y dispuesto a escuchar. Pero a escuchar críticamente. No simplemente a oír y dejarme encandilar por el canto de las sirenas.

viernes, 1 de octubre de 2010

Cuando todo se va al carajo.

Cuando falta el compromiso. Cuando falta la dignidad. Cuando falta el respedo. Cuando los más básicos valores de una sociedad son atropellados arbitrariamente por un pequeño grupo de personas que por tener el poder económico debe tener el resto de poderes, cuando la mentira y la conspiración confunden a la sociedad, todos, ricos y pobres, nos vemos abocados a un mismo abismo.

Llevo dos días encerrado en una ciudad. ¿Cómo puede ser eso? Puede y es. Cuando la ley y el orden desaparecen, uno es prisionero de sus propios miedos y los de sus semejantes. Un miedo interno, acestral, que surje al verse desamparado, rechazado por el grupo humano, por la estructura social de pilares más o menos sólidos que ampara al individuo.
Aún no logro comprender, o mejor dicho aceptar, lo que sucedió. Para mí, es como una película política de Costa-Gavras. Yo estaba a punto de tomar un avión, cuando todo se paralizó por un intento de golpe de estado. Podría ser el argumento de una película, pero es, en realidad, el comienzo de mi diario personal de ayer. De pronto, todo se puso negro, y vivimos unas horas de incertidumbre, de miedo, y de impotencia. De incertidumbre por no saber en qué tipo de país nos íbamos a levantar hoy. De miedo no por nuestra integridad física o nuestras posesiones -ya hace que dejé de pensar sólo en eso-, sino por la integridad de un sistema social, de unos valores y derechos humanos y sociales por los que tanto hemos trabajado, luchado, e incluso morido a lo largo de décadas, de impotencia, por no vernos atrapados en nuestras casas, mirando a un televisor, intentando encontrar el sentido a un laberinto de urdidas y enrevesadas mentiras.

Las imágenes al otro lado del televisor. Los fugaces viajes en auto por las calles semidesiertas de la ciudad, con todos los comercios cerrados. La tensión en el aire. Y el día después: las útlimas protestas. Los militares patruyando por la ciudad y centros comerciales. Los colegios aún vacíos. La incertidumbre y desconfianza todavía planeando sobre nuestras cabezas.
Trato de entenderlo, pero me cuesta. Mi único referente es cinematográfico, o las líneas de un libro de historia "del siglo pasado". O las historias de mi padre y mis tíos. Siento emoción. Algo "verdadero" por lo que sentir miedo y luchar. Pero rabia también, es algo viejo, algo que ya debería estar superado, ago que no debería suceder más. No es un reto nuevo, no el que debería estar afrontando mi generación.
Yo nací un mes de noviembre de 1981 en España, más de medio año después del último intento de golpe de estado en mi país. No conocí ni el miedo de una dictadura, ni el de una inestabilidad democrática. España comenzó su proceso de estabilización, enmarcado en la integración en la futura Unión Europea poco después. El intento de golpe de estado de ayer hizo tambalearse mi confianza ciega en este debil sistema, y reafirmo aquello tan dicho de que la democracia es algo muy fragil que todos debemos cuidar. Cuando, a principios de este verano que ya terminó, vi de nuevo Z, de Costa Gavras, me sedujo de nuevo, pero reconocí en ella una película ya muy lejana en forma y temática, de los motivos que mueven hoy día a las nuevas generaciones o de mis contemporáneos, a quienes yo quería mostrar la película. Hoy, el filme de 1969 cobra total y perfecta actualidad. Quizá no en Europa, pero sí aquí, donde el respeto por el juego democrático aún está por afianzarse.

En Europa, por suerte, tenemos ya bien ganado y asentado ese respeto al juego democrático. Aquí, por desgracia, la historia demuestra una vez más, que aún queda camino por recorrer. Va a ser un camino duro y dificil, pues no se puede construir con "sangrientas acciones de rescate", sino sembrando semillas de respeto, de valores cívicos y sociales, semillas que llevan el nombre de Educación, Solidaridad, Reparto Igualitario de la Riqueza, Inversión en Desarrollo, Desmilitarización.
Esas palabras son la inversión en Democracia y por tanto la Inversión en Futuro. Ese es el gran reto que le espera al pueblo ecuatoriano en los próximos años. Yo me uno a la causa, con mi pizarrón, mi esfero, y todas las pocas artes que conozco en mi breve experiencia de educador.

Ayer salvamos la piel propia y el corazón del sistema. Pero ¿Y mañana? ¿Estaremos dispuestos a enfrentarnos de nuevo a los necios? ¿Seguiremos vigilantes, guardando por nuestro prójimo? ¿O volveremos la cabeza hacia otro lado, o la enterraremos en la arena?
La elección ya tiene que estar tomada, y no hay otra: o todos o ninguno. Si miramos sólo por nuestros propios intereses, en lugar de mirar por todo el grupo humano, estamos escribiendo las últimas líneas de ese libro que se llama Historia de la Humanidad.

Aún faltan muchas páginas por ser escritas. Los autores, son todavía anónimos. Serán nuestros hijos, nietos, generaciones futuras que continuarán la obra que hemos comenzado. Qué escribirán, si lo harán con sangre y rabia o con tinta y buena letra, depende de qué enseñanzas les leguemos nosotros.

Quiero acabar este breve artículo dando las gracias de corazón a todas las personas anónimas que, expontáneamente, se lanzaron ayer a las calles para salvaguardar nuestros más básicos derechos como ciudadanos. Y a todas las personas que desde lejos, se solidarizaron con este país.
Sigamos todos bien firmes, cuidando los unos de los otros, a pesar de las fronteras, y las distancias. El fantasma del miedo, del dolor, de la mentira, puede aparecer en cualquier país, bajo cualquier forma. Pero si nos mantenemos unidos, lo podemos vencer. No sembremos más semillas de desconfianza. Unamos nuestras manos para sembrar campos de Solidaridad y Comunión, donde crezca un sólo arbol fuerte que nos proteja a todos, donde cada rama, cada hoja, cada gota de sabia, seamos cada uno de nosotros, trabajando todos juntos por un futuro común.

viernes, 27 de agosto de 2010

¿Educadores?

Educar a muchachos es algo muy complejo. Y uso la palabra educar, con todo su significado, todas sus atribuciones, lo dejo bien claro, pues muchas personas parecen olvidarse de aquellas atribuciones del término educar que no están reflejadas explícitamente en su contrato laboral, o en su compromiso como cónyugue o padre.

Trabajar en un colegio-internado, tanto de profesor, como de educador/ responsable en uno de las residencias de estudiantes, me han enseñado en verdadero significado de educar: no es sólo transimitir unos conocimientos, lograr que los estudiantes adquieran unas determinadas destrezas y conocimientos académicos. Educar es además formar a esos estudiantes como personas adultas, contribuir a ese proceso de crecimiento personal de aca uno de ellos, mostrándoles normas de conducta y valores que les permitan desenvolverse en la sociedad, siendo aceptados por los demás grupos humanos, en una relación de armonía y respeto mútuo, de manera que ellos mismos contribuyan a consturir, y sean ayudados a construir, el espacio vital en que se muevan en cada momento de sus vidas, sea este espacio su hogar, su familia, su centro de trabajo, o simplemente la cola en la caja del supermercado.

Día tras día, noche tras noche, en este colegio-internado, uno se lo pasa repitiendo las mismas cosas: lava bien la vajilla, apaga los focos, cierra las llaves que malgastas mucha agua, reparte la comida con tus compañeros, no armes bulla de noche,... Cualquiera que se las haya tenido que ver ante un grupo de niños y adolescentes, o que tenga hijos en casa, sabe de lo que hablo. Cualquier maestro, profesor, educador, sabe que sin estas normas de convivencia mínimas aceptadas por todo el mundo -educador y educandos- no es posible dar el otro paso: educar a nivel de conocimientos académicos.

Así, y a pesar del cansancio, día tras día, noche tras noche, nos esforzamos todos los que formamos parte de esta familia, por mantener la armonía y las buenas maneras en este colegio que es nuestro hogar. Alguna vez, las menos según se avanza en esperiencia la madurez, perdemos la paciencias, pero siempre seguimos adelante, con nuestra fe puesta en el futuro, ese futuro de nuestros estudiantes y por lo tanto nuestro también, trabajando por que crezcan y se formen como personas dignas de ejemplo. No desesperamos, pues sabemos que en el fondo son niños, adolescentes, y que el viaje es largo y lento, hace falta paciencia y tesón, si se quiere llegar al final. Además, sabemos que no estamos sólos y que son muchos los que dentro y fuera de este colegio, caminan a nuestro lado.

O eso nos parece hasta que abrimos la puerta y dejamos entrar al vecino. Este mes tenemos asamblea de profesores. Personas adultas, formadas, gente "con vocación" que ha decidido entregar su vdia a la formación de otros, gente que se supone son personas pacientes, coherentes, conocedores y difusores de los principios de conviencia más básicos.
Así debería ser. Pero, como en muchas otras cosas en esta vida, la realidad supera a lo que se presuponía de antemano. Ygual o incluso peor que con los estudiantes, durante los tres días que dura ya este curso, hemos visto como la armonía de este colegio se veía alterada por una serie de personas que cual orda bárbara ha venido a saquear nuestra despensa y dejar desordenadas las residencias. Quizá me exceda en la comparación, pero durante 3 días hemos tenido que repetirles una y otra vez las más mínimas normas de convivencia del centro, obteniendo los más tristes resultados:
Incapaces de sentarse de 6 en seis en cada mesa, impacientes, sin esperar a la bendición de la mesa y el reparto por igual de alimentos, algunos, más rápidos y listos, se comían o bebían la porción que tocaba a otro compañero. En las noches, armaban ruido y bulla hasta la medianoche, sin tener en cuenta el necesario descanso de los demás... y no les hablen de puntualidad, proque no existe: las 7:15 pueden ser las 7:30 o las 8, y menos aún hablarles de paciencia, lo quieren ya, y el ya es cuando a ellos les apetece.

Creo que se me nota cierto cabreo. Y no es para menos. Prefiero cien veces la residencia llena de adolescentes y niños, que llena de adultos cabezones, que, quizá por tener un título, se las dan de importantes y no hacen caso de las mas mínimas normas de convivencia.

Señores y señoras, son ustedes maestros de escuela, profesores. Tiene a su cargo la EDUCACION de unos jóvenes. Esa gran responsabilidad les OBLIGA POR CONTRATO PERSONAL CON UNO MISMO a EDUCAR DANDO EJEMPLO, no solo enseñando matemáticas o español o ingles o ciencias sociales o cualesquiera que sean sus especialidades respectivas.
Vergüenza es lo que siento, y eso que yo no soy alumno de estas personas.

¿Qué educación esperamos que reciban de nosotros los demás, si cuando salimos de casa olvidamos nuestras más mínimas normas de comportamiento en sociedad, amparándonos en pensar que "no es nuestro, otro lo limpiara? ¿Que compromisos esperamos de nuestros alumnos si limitamos nuestra vida en el centro educativo al mero teimpo docente y nos escaqueamos de otras responsabilidades y actividades?

Hay que predicar con el ejemplo, y el que no lo haga, pierde su derecho a ser respetado y su derecho a queja.

viernes, 6 de agosto de 2010

Los moscos (II)

Hace más de un año, durante mi anterior estancia acá en la amazonía ecuatoriana, tuve una experiencia poco agradable durante una visita a una comunidad indígéna. Nos habían invitado a la fiesta de la Chonta, una de las tantas fiestas tradicionales, que, por desgracia, en aquella ocasión se vió tristemente alterada por la lluvia, y por "los moscos": políticos y turistas con aires de supremacía que caminaban por la comuna riéndose por lo bajo, haciendo comentarios sarcásticos respecto a las costumbres e incongruencias de una gente que no había cometido ningún crimen: simplemente era de otra cultura, y por culpa del crimen cometido por otros, quizá no había recibido la necesaria formación a lo largo de su vida.

Esa falta de respeto, de visión, de comprensión por parte de los de fuera me sacó de quicio (y me sigue sancando) y me llevó a escribir dos pequeños relatos con el título "Los moscos". El que hacía referencia a los políticos está publicado en este blog. El que hacía referencia a los turistas hipócritas, quedó olvidado en mi memoria usb. Lo rescato ahora.

LOS MOSCOS (II)

Pasan la mayor parte del año encerradas en sus avisperos. Viven cómodamente, degustando manjares aprobados sanitariamente, observando el mundo a través de pantallas de cristal, diciendo que no con la cabeza ante la supuesta estupidez de otros o poniendo muecas de asco cuando lo que ven les resulta demasiado ajeno y demasiado real para sus cada vez más estrechas mentes.


Son personas esclavas de sus vidas, que trabajan para conservar su colmena fuerte y limpia y aislada de los extraños, los otros, a los que miran con desdén y aires de supremacía cuando, por azares de la vida, estos otros desdichados, acaban viviendo dentro de la colmena.

Varias veces al año, cuando ya nada les ata a su máquina o escritorio, hacen las maletas, y arrastrando pesados morrales a sus espaldas, vestidos como la moda les dice que hay que vestir para salir a pisar terrenos pantanosos, comienzan a zumbar y volando aterrizan en tierras lejanas, para pisar y masticar y escupir por doquier, mirando con supremacía a gentes extrañas, de otros colores y con otras costumbres que les parecen bárbaras y equivocadas. Ellos tienen la razón. Esos otros pobres infelices que ahora ven aún son como niños de teta, como animales sin educar a los que hay que poner en el buen camino.

Y se ríen sardónicamente, y lanzan unos pocos billetes al aire, y luego levantan vuelo y vuelven a su colmena y allí comparten sus experiencias, las fotos, las anécdotas sobre esa gente bárbara más allá de los mares. El resultado de un viaje por ese parque de atracciones suyo que llaman planeta tierra.

¡Ojalá se derrumben sus colmenas! ¡Ojalá entre el viento de la razón por las rendijas de sus casas y les haga caminar hacia afuera del mundo y hacia adentro de ellos mismos, para que así se atrevan a sentarse en medio de un campo de tierra, manchen sus manos de barro y coman los frutos sin tratar con las manos bien sucias! Y entonces, miren a los ojos a ese otro antes extraño y entiendan por qué vive así, sin prejuicios, aceptando las diferencias y respetando extrañas maneras. Y se queden a vivir y aprender con él, el tiempo suficiente para llegar a crecer con él, con ese otro al que antes llenaban con billetes los mofletes. Ojalá.

lunes, 12 de julio de 2010

Ley Seca

Aterrizo en Guayaquil un domingo a la tarde (que aquí es noche) y, tras los trámites usuales de aeropuerto, equipajes, etc., me invitan a cenar:
-¿Qué desea para tomar?
-Una cerveza, por favor.
-Lo siento señor, pero no puede ser. Está prohibido.

¿Qué está prohibido? Pue sí, lo está. Y no son normas del establecimiento, sino del gobierno: prohibido vender bebidas alcóholicas el fin de semana. La razón, acabar con la violencia en las calles los fines de semana. Por lo visto se había disparado el índice de violencia y todo apuntaba a que una de las causas era que la gente se "chuma" (emborracha) y acaban la noche a navajazo limpio.
Solunción gubernamental: cortamos el problema de raíz. Santo remedio. Se acabó. Si no hay alcohol, no hay borrachera, no hay violencia.
La ecuación es sencilla y parece funcionar. Pero por desgracia, la vida es más compleja y más real que las matemáticas, y normalemente, este tipo de remedios, hacen de elegante remiendo en el edificio, no evitan que, al final, de un modo u otro, la casa se nos venga abajo.

No pretendo criticar aquí la acción de un gobierno que apenas conozco, en una coyuntura social que, además, también me es extraña, es más, la medida tomada es efectiva hasta cierto punto e incluso eficaz, pero sí querría arrojar un poco de luz histórica a la ecuación matemática.
Lo primero que vino a mi mente el domingo pasado cuando me enteré de la prohibición de vender alcohol en Ecuador, fue la famosa Ley Seca estadounidense de la década de 1920. Por diversos motivos, moralistas, religiosos, políticos, económicos,... se prohibió terminantemente la venta y consumo de alcohol en dicho país.
El resultado fue -uno de ellos- que apareció todo un mercado negro, una mafia, dedicada al comercio de bebidas acohólicas, locales donde se vendía y se consumía alcohol de manera clandestina, personas que se enriquecieron hasta límites insospechados gracias a este comercio ilegal, y muchos otros que murieron, por la violencia que generó este mercado negro, y por las enfermedades producidas por consumir bebidas acohólicas de muy mala calidad: vienen a mi mente unas tortas de cereal que se vendían en Estados Unidos durante la época de la Ley Seca con una etiqueta que decía algo asi: "no introduzca este producto en agua pues corre el riesgo de fermentarse y producir licor". O las imágenes de personas destilando licores en bañeras, establos...
Las cifras de personas que enfermaron (y fallecieron en muchos casos) por beber licor de mala calidad o en mal estado, son considerables.

Al final, la ley seca fue abolida, pues se vió que sus efectos beneficiosos para la sociedad no compensaban los efectos perniciosos que había generado a la misma.

Éste es sólo uno de tantos ejemplos en los que vemos que las leyes no siempre son efectivas para acabar con un problema. La historia está llena de ejemplos en los que una ley no logra cambiar una situación social, sobre todo cuando ésta se debe a motivos estructurales, o incluso a razones culturales.
Normalmente estas leyes quedan muy bien en el currículum de nuestros políticos que organizan su vida en periodos de cuatro años, pero no soluccionan el problema, para ello, se necesitan otras medidas, más complejas, más difíciles de vender en el plano político porque implican un mayor esfuerzo y una mayor inversión a corto plazo, y los resultados son a muy largo plazo (es decir, fuera del plazo de una legislatura)


Si quieren acabar con la violencia deribada del consumo indebido de alcohol, la solucción no debe ser únicamente eliminar el acohol, sino, y a la a par de esa medida -entendida como medida coyuntural a corto plazo- llevar a cabo otra serie de políticas (sí, políticas) a largo plazo que acaben con los problemas que llevan al individuo a ese consumo exagerado de bebidas alcóholicas.
Dicho de otro modo: inviertan y trabajen en educación pública y gratuíta, tanto desde las escuelas, como a nivel social a través de proyectos de educación para la ciudadanía, reinserción, centros cívicos. Inviertan en infraestructuras para mejorar la situación de pueblos y barrios marginales. Invertan en sanidad pública y gratuíta. Promuevan leyes que favorezcan un mejor reparto de la riqueza, un empleo digno y estable, amplien en definitva, el Estado de Bienestar, de manera que llegue a todos los habitantes.


En una ciudad como Guayaquil, en la que con sólo cruzar un puente se pasa de una zona con viviendas en barrios con seguridad privada, a otra en donde aún hay viviendas sin agua corriente, se hace muy dificil querer eliminar la conflictividad y violencia social prohibiendo la venta de acohol el fin de semana.
Es muy dificil, por no decir imposible, quitarle la botella de aguardiente al pobre que, impotente, observa el lujo, comodidades y vida estable que hay al otro lado del río. A él no le queda más que el alcohol para olvidar sus penas y desesperanzas.

viernes, 9 de julio de 2010

Al otro lado del charco (otra vez)

4 horas de Bus. 13 más de avión, y uno aterriza en un país nuevo. No dejarán de sorprenderme esas cosas. Qué rápido se viaja cuando se tiene plata. Cuando no se tiene, no se viaja o se demora uno horas y horas en hacer un pequeño viaje.
Ambas modalidades tiene su encanto.

Ecuador, lo poco que he visto de él hasta ahora, no ha cambiado mucho. La misma gente y las mismas caras en los mismos lugares, pero, a fin de cuentas, sólo he estado fuera un año. No es tiempo suficiente para que cambien muchas cosas.
En Guayaquil no hace excesivo calor, está nublado, pues aún no es invierno que es la época de calor insoportable (sauna 24h) en la costa de este país. Quito sigue siendo el bullicio de tráfico y gentes por las calles de siempre, con los autobuses y el trole cargando en cada viaje mucha más gente que la que con seguridad pueden llevar.
Me llama también la atención ver como en este crisol de civilizaciones, tanto en el aspecto étnico como social, se van integrando normas o características típicas de las sociedades européas, "avances" que aquí parecen pegados de mala manera en este mosaico multicolor:
Ahora hay semáforos para peatones en más lugares, y además ahora algunos hasta tiene esa cuenta atrás con el tiempo para cruzar, algo muy reciente también en mi ciudad, en León, España. O por ejemplo, los autos y taxis todos con cinturón delantero y trasero y la policía obligando a los ocupantes a ponérselo. A los foráneos le sonará raro que lo escriba, pero, en un país en el que hay buses sin puertas, y en el que si no cabes, puedes ir en la bañera del carro o en la baca de la ranchera, no deja de ser algo fuera de lugar.

Las cosas cambia, aunque aquí parece que los nuevos cambios no llevan consigo la desparición de las costumbres o normas anteriores. Ésta sigue siendo una tierra pintoresca, llena de colores, sin prisas, con bullicio, con música, con normas que uno -a veces- se puede saltar. Para bien o para mal.

sábado, 3 de julio de 2010

Un poco de ironía

El pretendiente (The Pretender)
Jackson Browne

Voy a alquilarme una casa
a la sombra de la autopista,
voy a preparar mi almuerzo en la mañana
e iré a trabajar cada día.
Y cuando caiga la tarde,
volveré a casa y descansaré,
y cuando entre la luz de la mañana,
me levantaré y lo haré de nuevo.
Amén.
Dilo de nuevo.
Amén.

Quisiera saber que fue de los cambios
que esperábamos que trajese el amor
¿Fueron sólo sueños caprichosos
de un gran despertar?
Me doy cuena de que el tiempo pasa
Dicen que al final todo pasa en un abrir y cerra de ojos
y cuando entra la luz de la mañana
te levantas y lo haces de nuevo.
Amén.

Atrapado entre la necesidad del amor
y la lucha por el dinero,
donde cantan las sirenas y replican las campanas
y el trapero golpea su guardabarros.
Donde los veteranos sueñan con la batalla
rapidamente dormindos en los semáforos,
y los niños esperan solemnemente al vendedor de helados,
afuera, en el frío de la noche, camina el pretendiente.
Sabe que todas sus esperanzas y sueños comienzan y terminan ahí.

Ah, la risa de los amantes según atraviesan la noche
Dejando para los demás nada más que la elección y la pelea
precipitándose al mundo con todas sus fuerzas
mientras los barcos que llevan sus sueños se pierden de vista.

Voy a buscarme una chica
Que me enseñe lo que significa la risa
y pintaremos los colores que faltan
en nuestros respectivos sueños
y entonces nos pondremos gafas oscuras
y haremos el amor hasta que se nos acaben las fuerzas
y cuando entre la luz de la mañana,
nos levantaremos y lo haremos otra vez.
Lo haremos de nuevo.

Voy a ser un idiota feliz,
lucharé por el dinero,
donde los anuncios apuntan y reclaman
el corazón y el alma del consumidor.
Y sólo creeré en aquello que vea
en esas cosas que el dinero pueda comprar.
Pensé que el amor podría haber sido un rival.

¿Estás ahí?
Dí una oración por el pretendiente
Que comenzó joven y fuerte
sólo para rendirse.

Di una oración por el pretendiente
¿Estás con ahí con el pretendiente?
Di una oración por el pretendiente.

La letra original en inglés aquí.
Vídeo

viernes, 2 de julio de 2010

Redes sociales

Siempre soy el último mono en apuntarme a la última moda, y a algunas no me apunto nunca. Cuando se llevan camisas de cuadros, yo las busco de rayas; cuando se llevan de rayas, yo prefiero los cuadros. Da igual lo que suene en la radio que yo sigo esuchando a gente que cantaba hace 40 años más o menos, y, no me pregunten de bestsellers que yo pateo librerías de viejo.

No lo hago a drede. Me sale así. Lo cual no quita que haga publicidad para que la gente cambie de chip y se abra a otros sonidos y otras letras (no tanto a otras modas, porque sigo manteniendo que la ropa es para quitar el frio y la comida para nutrirse)

Con las nuevas tecnologías me pasa algo similar: nunca tuve teléfono móvil hasta que todo el mundo tenía y ya no me quedaba otra para estar conectado con la gente. Lo mismo sucedió con el correo electróncio, los chat... incluso tuvo que ser un profesor de universidad el que me obligase a crear este blog.
Con las nuevas redes sociales me pasa lo mismo. Desde hace un par de años, me bombardean con invitaciones de esta y aquella y la otra red. Yo hacía caso omiso. Con el blog y mi cuenta de correo electrónico me era suficiente y creo que lo sigue siendo, pero, por presión social, al final he decidido unirme a una de ellas para que mis amigos puedan ver fotos. Ahora que tengo amigos a ambos lados del atlántico, quizá sea una manera de estar más cerca de ellos, independientemente de a que lado del charco esté yo.

De todos modos, seguiré escribiendo y mandando correos electrónicos, pues lo mío es escribir. No crean que me voy a conectar horas a no se cuanto chats, o que me voy a dedicar a dejar comentarios breves por doquier, y menos aún que voy a pasar las horas sembrando lechugas virtuales en huertas de unos y ceros.
Si soy sincero, me he unido a la red en cuestión para poner fotos y que me vean pisando tierras lejanas. Fotolog era muy limitado y además no tenía mucha privacidad. De ahí que ya no haya Caja de Imágenes.
Así que a mis amigos, seguiré escribiendo correos, aunque no sean tan "modernos" y seguiré contando mis aventuras y neuras en este blog, y colgaré alguna foto también para propios y agenos, pues este blog está abierto, es decir, lo puede leer todo el mundo, conocido o desconocido.

No creo en las redes sociales. Son un buen escaparate para quien quiera lucirse -ya sea con fines comerciales o narcisistas-, pero, para estar en contacto, hay otros lazos que nunca se podrán recrear a través de ningún tipo de tecnología. Los verdaderos amigos lo saben. Pero, las modas son las modas, y al final uno cae en ellas en alguna medidad.
Mi temor ahora es ¿podremos escapar de ellas? ¿Hasta qué punto nos tienen atrapados? La información es el gran negocio de este nuevo siglo, y sin duda las personas que hay detrás de todos estos servicios gratis online, se lucran utilizando de alguna manera nuestros datos personales, e-mail, etcétera. Hay noticias realmente preocupantes al respecto y que le hacen a uno preguntarse si realmente merece la pena pagar el precio.

El futuro nos lo dirá.

lunes, 28 de junio de 2010

García

Les voy a contar un cuento. El protagonista es el Sr. García. García tiene el apellido más común, más numeroso en España. En la Edad Meida era nombre, ahora es sólo ya apellido.

García crecío en el Estado de Bienestar español. Pudo procurarse una buena educación, y un trabajo digno, gracias al esfuerzo de sus padres (que también llevaban por apellido García). Cuando García era pequeño, estudiaba en las escuelas nacionales, donde no tenía que pagar nada, salvo los libros de texto -que heredaba de su primo y a su vez él cedía a su hermano pequeño-, los cuadernos y los lápices. Luego García creció, y fue a la universidad pública, donde estudió una buena carrera, sólo tuvo que pagar las tasas de matrícula, consiguió una beca para el alojamiento en el Colegio Mayor, allá en la gran ciudad. Cuando terminó su carrera, García se presento para unas oposiciones, y las aprobó, y consiguió plaza, el otra punta de España. Le costó salir de casa, le costó decir adiós, y le costó el billete de tren, pero se alegró al descubrir que, lejos de su casa, seguía con su gente, con más y más Garcías como él.

Hoy día García tiene un trabajo. Ya no sabe si es un buen trabajo o no. Lo fue, pero ahora ya no está seguro, ahora sólo es un trabajo. García tiene también dos hijos, que se apellidan como él, García. Y son buenos hijos, eso García sí lo sabe, porque los hijos de uno siempre son buenos.
La vida de García es, normal, parecida a la de sus vecinos, a la del Sr. Fernández, que aunque tiene un apellido distinto, y es un poco más alto, en el fondo, es igual que García. Mirando a sus vecinos, no ve motivo de queja, todos hablan de lo mismo, se quejan de lo mismo, beben lo mismo en bar. Pero hay algo que le quita el sueño a García. No consigue descansar tranquilo. Son sus hijos.
No, no se han vuelto malos ni rebeldes los hijos de García, por lo menos, no más rebeldes que los hijos de Fernández, o que el propio García cuando tenía la edad de sus hijos. En realidad, no son sus hijos los que le quitan el sueño a García. Son los números. Los números y cifras que representan el futuro de sus hijos. Gracía se pasa el día haciendo números, cuentas y más cuentas, para llegar a fin de mes, para comprar los libros de texto de su hijo pequeño, para pagar la pensión en la universidad a su hijo mayor; y cuando llega la noche, García sigue haciendo cuentas y más cuentas en sueños, hasta que la mujer de García le da un codazo a su marido y luego le besa.

García se pregunta si su padre también tuvo que hacer tantos números y cuadrarlo todo para llegar a fin de mes. Incluso se lo ha llegado a preguntar realmente a su padre, hoy abuelo García, que le contesta que sí, aunque aquellos eran otros tiempos.
En verdad eran otros tiempos, piensa García. Y recuerda sus años de niñez y juventud, y los compara con los tiempos que corren ahora, y encuentra cosas que no comprende, que no le gustan:
Cuando era pequeño, su padre sólo tenía que pagar algunos cuadernos pautados o cuadriculados y algún que otro libro de texto que no conseguía prestado de algún familiar o amigo. Hoy día García tiene que comparar un montón terrible de libros de texto, cuadernillos de deberes, y mi y un cachibaches más para su hijo que estudia en el colegio. Y todos los años igual: no valen los libros de otros años, porque los cambian todos los años por otras ediciones distintas, o porque los ejercicios del libro ya están todos hechos. ¡Cuando el era pequeño, nadie escribía en los libros de téxto! Los ejercicios, los dictaba el maestro, se hacían en el cuaderno, el libro era para estudiar, y se mantenía lo más cudiado posible para que el año próximo le sirviese a algún familiar o conocido.
Piensa también García en la clase de su hijo: más de la mitad son estudiantes con problemas a los que le cuesta aprender, que vienen de entornos conflictivos Piensa en el pobre maestro desmoralizado que ya no saber cómo avanzar, y con los últimos recortes, cada vez hay menos medios y menos interés por parte del gobierno.
Hubo un tiempo en que García llevó a su hijo a un centro concertado: allí había más orden, más preocupación... pero los costes eran mayores: el uniforme, esto y lo otro... No podía permitirse esos gastos adicionales. Ahora le da rabia. Le da rabia esa discriminación: funcionan con dinero público, pero no admiten (extraoficialmente) alumnos lentos: todos los problemas para la escuela pública. Al final, el que quiera una buena educación, se la tiene que pagar. Recuerda con impotencia García cuando él era niño, y los maestros de las escuelas nacionales imponían orden y respeto y se preocupaban con cariño de todos sus alumnos, lentos o avispados. No había diferencia alguna entre la escuela pública y el colegio privado donde iban los "niños bonitos", incluso se decía que la escuela pública era mejor, porque en los colegios privados hacían la vista gorda y les "inflaban" las notas.

Qué tiempos. Parece que todo se ha vuelto del revés, piensa para sí mismo García, mientras sigue preocupado y busca cómo ayudar a su hijo él mismo, pues no puede pagar tampoco clases particulares, y mientras suma y vuelve a sumar su ahorros mensuales para pagar los estudios de su hijo mayor en la universidad: ¡Acaba de llamarle que ahora tiene que pagar un máster para poder aspirar a ser profesor! ¡Dentro de poco cobrarán la carrera entera! piensa García.
Cada día una preocupación más. Garcia no se opone a que mejoren las cosas, a que la educación sea más completa y global, pero ¿por qué la tiene que pagar él? ¿Para qué está el estado? No cree ser un radical, ni un pasado de moda por pensar así, como le dice un conocido que ahora está metido en política. No, de eso sí está seguro García: no es un radical, simplemente ve las cosas desde abajo, mirando y pensando en el futuro de los suyos y de los que son como los suyos.

Y en absorto en esos pensamientos, un día más acaba, sin darse a penas cuenta. Son ya las 8 y media de la tarde, y aunque ya es el mes de Junio, sus hijos están a punto de acabar el curso, y ya se ven presonas en mangas de camisa, García camina hacia su casa, con las manos en los bolsillos de su pantalón, mientras una fría brisa se cuela entre los botones de su camisa. Siente frío. No sabe ya si es el tiempo, que también parece haberse vuelto del revés, o son los años, y el miedo al futuro que llega con la vejez.
Entre sueños, camino de casa, García ve el futuro del hijo de su amigo el político: disfrutando en una casa grande, con unos enormes jardín y piscina, tranquilo, criando hijos que viviste elegantes, y van a elegantes colegios y universidades, sin preocupaciones, pues sabe que a final de mes las rentas, el banco, las inversiones, pagarán todas las facturas y aún quedará dinero de sobra para unas elegantes vacaciones de lujo.
Saude la cabeza, con rabia. García no quiere eso. No. El quiere la tranquilidad de una vida sencilla, en la que no falte nada, pero tampoco sobre. Sabe bien a donde conducen los caminos de la codicia. Pero tampoco quiere ver a su hijo en algún trabajo mal pagado, viviendo en algún piso pequeño, pagando elevados alquileres, sin apenas poder ahorrar, esperando la oportunidad de que llegue ese "trabajo mejor". Y sus nietos, ah, sus nietos. ¿tendrá nietos García? Cree que sí, pues los niños es la única alegría que aún queda en la tierra, piensa García, pero ¿merecerá la pena tener niños, si no se les podrá pagar una educación, si, en la desesperanza de ver en unos pocos lo que no pueden tener, no acabarán malviviendo por las calles, metidos en mil y un problemas? Ah, algo se inventarán los políticos para tenerlos contentos y satisfechos, patatas y pan insípido para llenar los estómagos vacíos, y algún otro torneo de fútbol para ocupar mentes estériles. Pero, ¿es eso justo? piensa García.

domingo, 20 de junio de 2010

Legalización de títulos universitarios

Llevo desde finales finales de marzo -se dice pronto- peleando con la burocracia española para poder legalizar mi título universitario y lograr así que éste sea reconocido fuera de España. Nada del otro mundo, por otro lado, o al menos me parece a mi.
Quizá sea por vivir en una ciudad provincias, quizá sea sólo mala suerte, pero, tras la desinformación o no información incial (nadie tiene ni idea de lo que le preguntas y te mandan de la ceca a la meca continuamente) pasé a la incompetencia burocrática, el "dejar hacer", el limitarse a hacer extrictamente lo que dice el libro...
Ha sido dificil y desesperante, pero después de casi tres meses, por fin veo la luz. O media luz, porque aún me queda pelearme con la burocracia ecuatoriana, que supongo no será muy diferende a la de aquí. Los burócratas son como los políticos, todos idénticos, vayas al país que vayas: "les meten en cajitas y salen todos igualitos".

Aunque de vez en cuando uno se topa con un burócrata amable que se preocupa por ayudarle (y doy aquí las gracias a estos pocos burócratas ejemplares) lo normal es que la mayoría funzan el ceño y le manden volver a uno con todas las cosas ya echas y resueltas, o que se escondan detrás de centralitas telefónicas automatizadas, teléfonos inexistentes, o correos electrónicos que nadie contesta.
Ni siquiera hay una página web sencilla donde uno encuentre información clara al respecto. Por eso he decido colgarla yo aquí:

PASOS PARA LEGALIZAR UN TÍTULO UNIVERSITARIO
Antes de empezar, variras consideraciones. Leanlas despacio y con clama:

- Lo que aquí se describe son los pasos para legalizar un título expedido por una universidad española de manera que dicho título tenga carácter legal fuera de España. El caso de cómo legalizar un título extranjero para que sea válido en España, es distinto y no se describe aquí.
- Se hace referencia al proceso necesario para que el título sea legal en paises que no pertenecen a la Unión Europea. Si el destino es un país de la Unión, el trámite es distinto al aquí descrito.
- Se describe el proceso para legalizar títulos de diplomado, licenciado, doctorado. Los títulos no universitarios, así como los masters u otros estudios propios de cada universidad, siguén también un trámite distinto al aquí descrito.
- Se describe únicamente la parte del trámite burocrático que debe realizarse en España. A continuación, los trámites, así como los documentos necesarios, varían según el país de destino, y según la función que se quiera realizar en dicho país (estudiar o trabajar) Recomiendo que antes de comenzar con la legalización de documentos en España, se enteren bien de qué documentos se exigen en el país de destino y cómo es el trámite en éste: directo (por convenios bilaterales o multilaterales) o indirecto (a través de universidades, por ejemplo)

Para poder continuar o comenzar estudios en un país extranjero, así como para trabajar en dicho país, es necesario o homolgar o revalidar el título en dicho país. Los trámites en el país de destino, como he apuntado más arriba, son distintos según qué país, pero por lo general, suelen pedir siempre los siguientes documentos:
Título original, certificado de calificaciones académicas, plan de estudios.
Adicionalmente, suelen pedir también:
dosier con los programas de las asignaturas cursadas en la carrera, certificado que acredite a la universidad como un centro oficial de eseñanza superior.

Todos estos documentos han de presentarse en el extranjero legalizados, es decir, con el sello de la Apostilla de la Haya (en caso de que el país de destino sea firmante del Convenio de la Haya) o a través del Ministerio de Asuntos Exteriores de España y la representación consular del país de destino en España (para países no miembros del Convenio de la Haya)
La legalización no es complicada, pero empecemos con cómo obtener los documentos.

El título. Debe ser el original. Nada de fotocopias ni certificados sustitutorios como el que expide la universidad como certificado temporal hasta que se hace entrega del título oficial y original.
El certificado de notas. Lo expdien en la secretaría de la facultad en que se cursaran los estudios. Tiene un coste que varía según la universidad.
El plan de estudios. En principio, también lo proporcionan en la secretaría de la facultad. Asegúrense de que les dan el plan de estudios completo, el que fuera publicado en sus día en el BOE, y no el folleto de información general que suelen entregar a futuros alumnos. Si no lo tienen, pidan la fecha de publicación en el Boletín Oficial del Estado, se puede descargar facilmente desde internet.
Un aspecto importante respecto al certificado de notas o del plan de estuidos es que en al menos uno de ellos, esté establecida la relacción crédito - número de horas lectivas. Mi experiencia me dice que normalmente está relacción no aparece porque en España suele ser un estándar preestablecido (1 crédito = 10 horas) Sin embargo, en el extranjero puede no ser así, puede ser otra relacción, y por lo tanto debe estar especificada en el plan de estudios o certificado de calificaciones que se presente. Si en su plan de estudios no está especificada dicha relacción, pida en la secretaria que esta sea explicitada en el certificado acompañante que deberá expedir la secretaría de su facultad (v. infra)

Dosier con los programas de las asignaturas cursadas.
Pídalo en la secretaría de su facultad. Lo más seguro es que no lo tengan elaborado, y le toque a usted elaborarlo. Si guardó los programas durante la carrera, tiene parte del trabajo echo, si no lo hizo, en la secretaría de su facultad se los proporcionarán.
Al respecto de los planes de estudio y programas, el Ministerio de Educación tiene unas normas estrictas relativas a su presentación para poder legalizarlos. Éstos deben presentarse encuadernados, deben estar sellados por la universidad en cada página, las páginas deben estar numeradas, y, previo al plan de estudios o dosier de programas, debe ir un certificado que establezca que ése es el plan de estudios cursodo por el interesado (usted) o los programas de las asignaturas que usted cursó y que corresponden al plan de estuidos x. El certificado debe estar firmado por el decano, secretaria jefe, u otra autoridad competente. Las instrucciones completas se pueden descargar de la página web del ministeiro.
Como la expedición de este tipo de documentos es un trámite extraordinario, suele ser necesario que presenten en la facultad un escrito dirigido al decano pidiendo que autorice dicho trámite. Acompañando a dicho escrito, presenten el plan de estuidos (numerado) y los programas (numerados) para que sean sellados. Una vez que tengan todo sellado y los necesarios cerficados, encuadérnenlo. Una simple encuadernación en espiral es válida. No necesitan presentar cada programa por separado, pueden hacer un único dosier con los programas de todas las asignaturas. Eso sí, plan de estudios y programas deben presentarse separado, nunca juntos en un mismo volumen.
El coste del sellado de estos documentos así como la expedición de estos cerficiados suele ser gratuíta, aunque puede tener también un coste, dependiendo de cada universidad.

Certificado que establece el carácter oficial de una universidad y/o facultad.
Lo expiden el Ministeiro de Educación. Es gratuito.

Una vez que tengan todos los documentos, deben proceder a su legalización. Ésta consta de dos partes: reconocimiento de firmas, y legalización propiamente dicha.

Reconocimiento de firmas:

El reconocimento de firmas de títulos universitarios, planes de estuidos, programas (y otros determinados documentos) se realiza en el Ministerio de Educación en Madrid. En su página web están todos los detalles.
Sección de Legalizaciones del Ministerio de Educación, Madrid:
Paseo del Prado, 28. 28014, Madrid. Teléfono: 91 506 56 31. Email: legalizacion@educacion.es Web (cick aquí)
El trámite es gratuíto y se realiza en el acto. Si no puede o no quiere desplazarse a Madrid, puede tramitarlo por correo, pero tenga en cuenta que suele demorarse un mes.

El certificado que establece el carácter oficial de una universidad, no necesita reconocimiento de firmas. Lo expide la Subdirección General de Coordinación Académica y Régimen Jurídico, dependiente del Ministerio de Educaicón, en Madrid:
Calle Ramirez de Arellano, 29. 28043, Madrid. Teléfono: 91 603 84 54

La legalización propiamente dicha de los documentos depende de si el país de destino es o no miembro del Tratado de la Haya.
Para países miembros:
Los documentos deben presentarse en el Ministerio de Justica en Madrid para que sean apostillados:
Plaza de Jacinto Benavente, 3. 28071, Madrid. Teléfono: 902 007 214 Web: (cick aquí) Contacto: (click aquí)
El trámite es gratuíto y se realiza en el acto. Se puede solicitar también por correo.

Para países que no son miembros del Tratado de la Haya:
Deben presentar los documentos en el Ministerio de Exteriores en Madrid:
Calle Juan de Mena, 4. Madrid. Web: www.maec.es
Tengan en cuenta que hay que solicitar cita previa para la legalización que para solicitar la cita previe es necesario tener ya el documento a legalizar (con las firmas reconocidas, si procede) Se puede pedir cita previa por internet.
Una vez legalizados los documentos en el Ministerio de Exteriores, deben dirigirse a la representación consular en Madrid del país de destino para que los documentos sean reconocidos allí.

Personalmente, recomiendo realizar los trámites en persona, ya que por correo el trámite se demora mucho y se corre el riesgo de que se pierdan algunos documentos (si se llegase al perder el título universitario sería un problema terríble) Se puede realizar todos los trámites en persona en Madrid en una mañana, salvo que el país no sea miembro del Tratado de la Haya, ya que deberán pedir cita previa en el Ministerio de Exteriores una vez que tengan todos los documentos a legalizar.
Problemas que puedan surgir.
Al margen de los avatares del destino y piedras del camino, que espero soluccionar en gran medida con esta entrada de blog, el principal puede ser que las firmas del decano, secretaria,... de su facultad no estén reconocidas en el Ministerio de Educación, con lo que no podrán proceder al reconocimiento de firmas. Cuando se nombra un nuevo cargo en una universidad/ facultad, las firmas de los nuevos cargos son enviadas al Ministerio de Educación, pero, por desgracia, muchas veces las facultades no lo hacen o no se dan mucha prisa. Asegúrese en su facultad de que la firma de su decano y secretaria están en Madrid antes de ir, o hará el viaje en balde. Si el decano es relativamente nuevo, lo más seguro es que su firma aún no figure en el ministerio.

domingo, 13 de junio de 2010

Distancias en el corazón

Cómo explicarlo. Cómo explicarselo a los demás, cuando no se ecuentran palabras, cuando lo sientes y te gustaría hacérselo sentir a los demás pero no puedes. Llegas incluso a dudar de tus sentimientos.
¿Estoy actuando bien, o estoy siendo egoista? Es dificil encontrar palabras para describir sensaciones, sentimientos, necesidades. ¿A qué huele una rosa? ¿Cómo descibirlo? ¿Cómo describir a que sabe una naranja? La única solucción para esos casos es hacer que la otra persona pruebe y experimente por si misma olores, sabores y sensaciones.
¿Pero, sentimientos, sensaciones? Es más complicado. Sobre todo cuando no es una sensación universal, como un sentimiento de culpa, o tristeza o alegría por algo que ha sucedido y nos alcanza personalmente.

¿Cómo explicarlo entonces? ¿Cómo explicar esa necesidad de irse fuera de casa, lejos, bien lejos, de romper lazos y lanzarse al mundo, a construir castillos, más reales o más ficticios? No puedo. No se cómo explicarlo. Sólo puedo seguir mi camino y esperar que en algún momento, los demás lo entiendan, o lo acepten, y se alegren por mi.
Parece que es pedir mucho. Lo se. Demasiado, incluso. Pero el espíritu del hombre está ahi, y él es el que lleva las riendas de nuestro destino. Cuántas veces hacemos daño con nuestros actos, incluso con nuestros actos más cotidianos, a otras personas. El libre albedrío hace daño. ¿Qué sentiría aquella chica que te miraba en clase, que te dejaba papelitos con mesanjes en los bolsillos de tu abrigo, y a la que no hiciste caso porque no te interesaba? ¿Deberías haber aceptado aquella invitación sólo para que ella no se sintiese herida?
¿Cuándo hacer por los demás y cúando hacer por uno mismo?

Me voy sí, y esta vez no se que fecha tendrá mi billete de vuelta. Ya no son unas "vacaciones alargadas". Ahora es el comenzar de mi propio caminar por esta vida. Comezar de cero, sembrar mis propias semillas, cuidarlas y verlas crecer. Lo necesito. Necesito ese espacio, en mi interior, y en el exterior también. No es fácil tomar la decisión, pero estoy contento y decidido, y me llenan de gozo y alegría las nuevas expectativas, los nuevos retos, los nuevos riesgos.
Pero es dificil partir si mirar atrás. Sin decir adios. No quiero decir adios, eso es como poner un punto y final a una vida. Y ese aún no ha llegado, aunque llegarán. Aún quedan por medio muchos puntos y seguido, y puntos aparte como este que ahora empiezo.
Sin embargo, siento, siento que digo adios, o que así lo sienten los que ahora me rodean, y entre mi alegría y mi gozo, siento pena y tristeza, un sentimiento de culpabilidad por lo que hago.

Quiero decirles que no me voy, que estaré ahí, que los lazos de corazón nunca los romperán la distancia y el tiempo. Que siempre les recordaré todos y cada uno de mis días, que donde quiera que vaya, dejaré la luz de la entrada encendida y la puerta abierta, que siempre encontrán un plato caliente en la mesa, unos oídos dispuestos a escuchar llanos y alegrías, unos labios para un beso, unos brazos abiertos para un abrazo.

En mi mente y en mi corazón no existen las distancias. Mi casa será la del caracol, acuestas y errante, pero nunca escondido; estaré siempre mirando al sol, lleno de júbilo y agradecimiento, abrazando a todos los soles que me han dado su calor, su compresión, su amistad.

Gracias por brillar y seguir brillando.

Que no se apague nunca la llama.

domingo, 6 de junio de 2010

Hammer and a nail

A veces, cuando intento expresar lo que pienso y siento y no soy capaz, encuentro que alguien ya lo ha hecho por mi. No estamos tan solos en este mundo, aunque muchas veces pensemos que sí.

Gracias por compartir vuestra voz y espíritu.

Hammer and a Nail (Martillo y clavo)
(Emily Saliers)

Limpiando las telas de araña de la cabaña,
agarrando la pala por el mango con la mano llena de ampollas,
he estado cavando demasiando hondo, siempre lo hago.
Veo mi cara en la superficie,
me parezco mucho a Narciso,
ante el oscuro abismo del vacío,
depié, a punto de ahogarme en el lago.

Busco detrás de mis orejas para encontrar la roña,
pero incluso mi sudor huele a limpio,
la claridad hace daño a mis ojos.
Tengo que levantarme de la cama y coger un martillo y un clavo,
aprender a usar mis manos, no sólo mi cabeza.
Me veo a mi mismo en una jaula,
ahora se que un refugio nunca crece
apoyando mi barbilla en la mano en una postura pensativa.
Tienes que ocuparte de la tierra si quieres una rosa.

Tenía un montón de buenas intenciones:
quedarme aquí durante 50 años y después recibir una pensión.
Empecé a ver el camino al infierno justo donde comienza.
Pero mi vida es algo más que una visión,
la parte más dulce es actuar después de tomar una decisión,
empecé a ver el todo como la suma de sus partes.
Mi vida es parte de la vida global,
me empezaba a encontrar cada vez más inmobil
cuando pensaba que alguien como yo no puede hacer nada.
Una nación distante mi comunidad
una persona de la calle mi responsabilidad
Si me importa alguien en este mundo, entonces tengo un regalo que dar.

Busco detrás de mis orejas para encontrar la roña,
pero incluso mi sudor huele a limpio,
la claridad hace daño a mis ojos.
Tengo que levantarme de la cama y coger un martillo y un clavo,
aprender a usar mis manos, no sólo mi cabeza.
Me veo a mi mismo en una jaula,
ahora se que un refugio nunca crece
apoyando mi barbilla en la mano en una postura pensativa.
Tienes que ocuparte de la tierra si quieres una rosa.

Del disco de Indigo Girls, Nomads · Indians · Saints (1990)
La letra original en inglés, aquí.