El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

domingo, 13 de septiembre de 2020

La playa, 2020

Tetas al aire, la cara tapada
así es como debes ir a la playa.
ponte el bikini en las orejas,
y más abajo, nada:
tetas al aire, la cara tapada.
 
Coge tu nevera, sombrilla y toalla,
libera tus pezones, y tápate la cara.
y si eres hombre, ¡que cojones!,
las bermudas bien atadas
en el rostro como tuareg de Sáhara.
 
Este verano, evita el contagio,
sigue las normas, mantén la distancia,
y si no te gustan las nuevas disposciones,
si se te suben los colores a la cara,
no molestes más y ¡quédate en casa!

viernes, 11 de septiembre de 2020

La educación virtual en Ecuador en tiempos de pandemia.

"A las 7:30 es el primer zoom. Y eso porque nos quejamos y lo han retrasado un poco. A veces no han siquiera acabado de desayunar mis hermanas y mi sobrina. Están casi todas en la misma escuela, pero en cursos distintos. A las 7:30 tiene zoom la primera, la siguiente a las 8:00, y la tercera a las 9:00. Y en mi casa sólo hay un celular, y mi compu. Así que tienen que turnarse, porque tienen que conectarse obligatoriamente al zoom para que no les pongan falta. Cada zoom dura unas dos horas, pero sólo podemos estar media hora por niña. Nos han permitido escribir a la profesora contándole que tiene que desconectarse para que se pueda conectar su otra hermanita que también tiene zoom, y gracias a Dios han aceptado porque si no sería imposible. Y luego hay que estar con ellas: mira a la pantalla, presta atención, a ver, ¿qué dijo la profesora?. Y hay que ayudarlas a hacer las tareas, explicarlas matemáticas, y español y otras materias, porque el zoom es obligatorio mínimo tres días a la semana, pero los profesores mandan mensajes de texto por whatsapp todos los días con tareas y más tareas. Yo hay días que no tengo tiempo ni energía: Levantarme, hacer el desayuno, atender a las niñas, luego el almuerzo, las compras, y en cada pausa ayudarlas con las tareas, y en la noche más tareas, y luego me pongo yo a estudiar porque también estoy estudiando a distancia en la Universidad. Y ahora ya tengo que ir a trabajar, y ya le he dicho a mi hermana, que es un poco mayor que las niñas que las tiene que ayudar ella a partir de ahora, porque yo tengo que ir a trabajar. Los profesores se quejan. Se quejan y quejan. Porque a veces no se pueden conectar, porque se satura el internet porque son muchos conectados a la vez y se pone muy lento, porque a veces las tareas llegan tarde. Hay algunas profesoras compresivas, pero la mayoría dice que no es problema de ellas, que debemos cumplir y debemos tener buen internet. Y ahora vienen también mis sobrinas, porque mi hermana no tiene internet en la casa, ya no trabaja y no lo puede pagar. Así que las pobres niñas tienen que levantarse tempranísimo y cruzar toda la ciudad, a veces en bus, arriesgándose al contagio, para llegar puntuales al zoom y que no les pongan falta. Se de vecinos que ruegan a otros vecinos que les compartan la clave del wifi, y mucha gente que se está empeñando con las compañías de teléfonos contratando planes y sacando celulares a plazos, porque en la mayoría de las casas sólo hay un celular que es el del padre o madre y se lo tiene que llevar a su trabajo. Dicen que este año no van a pedirnos dinero ni materiales en las listas de útiles, pero nos estamos empeñando pagando el internet, los datos, los celulares, y esto va a durar por lo menos el primer semestre, y todos los días es igual: Me levanto, preparo el desayuno, despierto a las niñas, ver que están vestidas, encender el zoom en el celular, mediar entre ellas para que se lo presten y todas puedan unirse a su zoom, por turnos, porque si no sería imposible, y luego estar pendientes de que prestan atención a la profe, y que hacen las tareas, y ayudarlas a hacer las tareas y explicarles lo que no entienden, porque la profe normalmente tiene tantos alumnos que no avanza a contestar tanto mensaje, y luego el almuerzo, las compras, la merienda, y además tengo que estudiar yo. Ahora lo que más me preocupa es qué vamos a hacer ahora que yo ya tengo que ir a trabajar. quien va a prestar atención a las niñas, para que no peleen por el celular, para que se unan al zoom, para que presten atención y hagan los trabajos. Yo le insisto a mi sobrina mayor, pero no es lo mismo".

Te recuerdo Víctor Jara

Tu rostro impreso
en negro sobre blanco
en la funda de aquél disco
te recuerdo Víctor.

El chisporroteo de la aguja
y tu voz aún clara
cuántas veces la han escuchado.
Te recuerdo Amanda.
 
Con la aguja en un surco
como el de los campesinos
cantaste de un pueblo,
el tuyo, el mío.
 
Recuerdo la noche
después de la película
la música grita, clamaba,
tú eras el desaparecido,

las canciones tornaban vida,
tu voz tan clara,
y las verdades tan claras,
y la historia en vilo.

Te recuerdo Víctor
te fuiste en un canto,
cinco mil voces a tu lado;
mi corazón sigue hoy cantando
contigo, Victor.

jueves, 10 de septiembre de 2020

Vallea stipularis

- ¿Y ésta qué madera es?

El grupo sube las escaleras a hacía la segunda sala del museo y se para en el descanso, en algún peldaño y mira hacia abajo señalando el suelo. El el piso inferior sólo hay un montaje museográfico con cantos rodados y varias vasijas de cerámica. No hay ningún objeto de madera, salvo una "pseudo canoa" que daría para otra historia. Pregunta, evidentemente por la escalera, cuyos peldaños son de madera.

Yo respondo un tradicional "pues me disculpan pero no estoy seguro". Me han hecho esa pregunta cientos de veces y sigo sin averiguar la respuesta. A veces tengo la sensación de que la gente no tiene mucho interés en la arqueología pero le vuelven locos los árboles o la carpintería, porque muchas preguntas se refieren a el mobiliario o estructura del edificio. Quizá tenga que cambiar de especialización.

Lo digo en serio. El edificio es una preciosidad que combina armoniosamente vidrio, concreto, hierro y madera. Rubén y Pablo tenían creo más corazón de escultores que de arquitectos, y estaban enamorados del paisaje amazónico: además de incorporar maderas -autóctonas o no, nunca lo he averiguado- en el edificio, dejaron espacio para que la naturaleza fuera decorando el edificio y sembraron ellos mismos las primeras semillas alrededor de museo y en los patios interiores del mismo. "Los médicos entierran sus errores, los abogados los cubren con papeles y los arquitectos aconsejamos poner plantas", decía Frank Lloyd Wright. En este caso no habían ningún error, ninguna falla que tapar: todo estaba calculado y los árboles y plantas tenían su espacio preciso en el diseño y se armonizaban perfectamente con el edificio y el paisaje: era toda una labor de amor, un gesto de darle a la ciudad el oxígeno y el color que hombres de oro negro y codicia le habían negado.

Lo que Rubén y Pablo nunca hicieron fue dejarme un manual, un libro de instrucciones de esta parte del edificio: tenía planos arquitectónicos llenos de medidas milimétricas de cada tabla, perno o varilla, planos de las instalaciones eléctricas, sanitarias, del aire acondicionado o el sistema cerrado de cámaras de vigilancia, tenía incluso el proyecto museológico, pero en ningún lado había un plano de dijese: plantas y árboles. Y yo, que venía del otro lado del charco, de una tierra de castaños, robles, hayas, chopos y cerezos, y que nunca prestó mucha atención a su padre cuando caminaba por el bosque, se encontraba ahora perdido entre una exuberancia que no conocía ni comprendía.

- ¿Qué madera es esta?

Aún hoy me pongo nervioso cada vez que hacen esas preguntas, y, metido entre huesos y cerámica olvido preguntar a algún amigo los nombres de todos los seres vivos que pueblan mi museo y dan color a las urnas de los omaguas. Hay helechos, hay alguna planta de coca (hasta que algún descerebrado de narcóticos venga y nos diga que no podemos tener eso) hay maderas chonta, y no se cuantas maderas más y hay... preguntas que no se responder. 

- It's so wonderful! I didn't know there was such richness hiding in the jungle This ancient cultures are amazing! Look at those... funeral urns, aren't they? Yes. Incredible! Those human shaped urns with moon faces and... Excuse, WHICH TREE IS THIS?

- The tree??

- YES! Oh my God, I'm in LOVE. 

La turista norteamericana corría por uno de los puentes en el exterior del museo y se abalanzaba contra la barandilla, sacando la cámara de fotos y fotografiando un árbol de flores rosada en el patio de entrada.

- Take me a picture, please!! Don't you know the name of this TREE??

- I... Don Pedrito, ¡¿Cómo se llamaba este árbol?! - El conserje y jardinero y tantas otras cosas más, levantaba la vista y señalando el mismo árbol de flores rosadas aseveraba:

- ¿Éste de acá? Pues Quinceañera le dicen.

- No, el otro nombre, Don Pedrito.

- Pues no sé oiga, yo sé que Quinceañera le dicen.

- Ese debe ser un nombre popular; el científico, o el común.

- Pues mire yo no se de científico, pero de verdad que Quinceañera le dicen, ya voy a preguntar al ingeniero cuando venga... Oye Ramón ¿tú sabes cómo más le dicen a este árbol?

- Quinceañera le dicen.

- ¿Ve? Quinceañera.

- DON'T YOU KNOW THE NAME OF THE TREE?

La turista norteamericana, impaciente, se asomaba a mi lado y gritaba a un divertido conserje algo que él no entendía.

- They call it... -yo intentaba buscar las palabras, pero no las había- I don't know how to say it in English... They call it the "Sweet Sixteen Tree".

- THE SWEET SIXTEEN TREE! Oh my God. THE SWEET SIXTEEN TREE. Thank you!! Can you repeat the name in Spanish? I wanna learn it.

- Quinceañera.

- Qüinsieanera. Qüinsieanera. The Sweet Sixteen Tree. Thank you!!

La turista se despedía, saludaba loca de contenta según bajaba por la rampa hacia el malecón enamorada de un árbol de rosas flores en la entrada del museo, mientras yo miraba asombrado a un árbol, qué decir, realmente hermoso que tantas veces había pasado desapercibido en mi rutina diaria. "Gracias" pensé en idioma de árbol. Regresé a la oficina y apunté en un cuaderno "Quinceañera" junto a las palabras a buscar en internet en mi libreta.

Han pasado varias lunas y soles y lluvias desde aquel primer amor junto a la Quinceañera del museo. Tantos pétalos esparcidos por el aire como si éste buscase a su amor, tantas siestas y descansos bajo su sombra... Hasta que un técnico falto de romanticismo curó los hongos de la Quinceañera de cuajo. Pobre Quinceañera, pobre selva. Menos mal que los dioses mayas de la selva nunca descansan y lo sembradores de semillas siguen incansables repoblando destrozos. Hoy, como primera semilla, he buscado el "otro nombre de la Quinceañera" Sacha capulí, dice el internet. No me dice mucho, para mi siempre será la Quinceañera, The Sweet Sixteen Tree. Hoy mientras miro el patio vacío del museo con pena y cierta nostalgia, suena en mi cabeza aquella canción de Sam Cooke:

She was only sixteen, only sixteen
I loved her so.
But she was too young to fall in love
and I was too young to know...

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Café Paparazzi

Paparazzi.
Café de sábado,
sabor a tarde,
a tiempo guardado,
a vino añejo
al paladar pegado.
 
Los labios frescos,
y las palabras libres,
y los gestos sin máscara,
y las manos tan cerca,
y los ojos tan vivos
que atraen miradas.
 
Y la lluvia que atrapa
y detiene el tiempo
en sorbos lentos,
amiga y cómplice,
feliz como ellos,
salpicando la estancia.
 
Afuera la ciudad blanca,
silenciosa y ausente
vistiendo la falda
de volcanes dormidos;
el corazón latiendo
en cada palabra.