El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

viernes, 11 de septiembre de 2020

La educación virtual en Ecuador en tiempos de pandemia.

"A las 7:30 es el primer zoom. Y eso porque nos quejamos y lo han retrasado un poco. A veces no han siquiera acabado de desayunar mis hermanas y mi sobrina. Están casi todas en la misma escuela, pero en cursos distintos. A las 7:30 tiene zoom la primera, la siguiente a las 8:00, y la tercera a las 9:00. Y en mi casa sólo hay un celular, y mi compu. Así que tienen que turnarse, porque tienen que conectarse obligatoriamente al zoom para que no les pongan falta. Cada zoom dura unas dos horas, pero sólo podemos estar media hora por niña. Nos han permitido escribir a la profesora contándole que tiene que desconectarse para que se pueda conectar su otra hermanita que también tiene zoom, y gracias a Dios han aceptado porque si no sería imposible. Y luego hay que estar con ellas: mira a la pantalla, presta atención, a ver, ¿qué dijo la profesora?. Y hay que ayudarlas a hacer las tareas, explicarlas matemáticas, y español y otras materias, porque el zoom es obligatorio mínimo tres días a la semana, pero los profesores mandan mensajes de texto por whatsapp todos los días con tareas y más tareas. Yo hay días que no tengo tiempo ni energía: Levantarme, hacer el desayuno, atender a las niñas, luego el almuerzo, las compras, y en cada pausa ayudarlas con las tareas, y en la noche más tareas, y luego me pongo yo a estudiar porque también estoy estudiando a distancia en la Universidad. Y ahora ya tengo que ir a trabajar, y ya le he dicho a mi hermana, que es un poco mayor que las niñas que las tiene que ayudar ella a partir de ahora, porque yo tengo que ir a trabajar. Los profesores se quejan. Se quejan y quejan. Porque a veces no se pueden conectar, porque se satura el internet porque son muchos conectados a la vez y se pone muy lento, porque a veces las tareas llegan tarde. Hay algunas profesoras compresivas, pero la mayoría dice que no es problema de ellas, que debemos cumplir y debemos tener buen internet. Y ahora vienen también mis sobrinas, porque mi hermana no tiene internet en la casa, ya no trabaja y no lo puede pagar. Así que las pobres niñas tienen que levantarse tempranísimo y cruzar toda la ciudad, a veces en bus, arriesgándose al contagio, para llegar puntuales al zoom y que no les pongan falta. Se de vecinos que ruegan a otros vecinos que les compartan la clave del wifi, y mucha gente que se está empeñando con las compañías de teléfonos contratando planes y sacando celulares a plazos, porque en la mayoría de las casas sólo hay un celular que es el del padre o madre y se lo tiene que llevar a su trabajo. Dicen que este año no van a pedirnos dinero ni materiales en las listas de útiles, pero nos estamos empeñando pagando el internet, los datos, los celulares, y esto va a durar por lo menos el primer semestre, y todos los días es igual: Me levanto, preparo el desayuno, despierto a las niñas, ver que están vestidas, encender el zoom en el celular, mediar entre ellas para que se lo presten y todas puedan unirse a su zoom, por turnos, porque si no sería imposible, y luego estar pendientes de que prestan atención a la profe, y que hacen las tareas, y ayudarlas a hacer las tareas y explicarles lo que no entienden, porque la profe normalmente tiene tantos alumnos que no avanza a contestar tanto mensaje, y luego el almuerzo, las compras, la merienda, y además tengo que estudiar yo. Ahora lo que más me preocupa es qué vamos a hacer ahora que yo ya tengo que ir a trabajar. quien va a prestar atención a las niñas, para que no peleen por el celular, para que se unan al zoom, para que presten atención y hagan los trabajos. Yo le insisto a mi sobrina mayor, pero no es lo mismo".

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