El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

miércoles, 20 de febrero de 2019

No hay molinos

No hay molinos, no hay molinos
en España no hay molinos.
Los cuerdos están en el asilo
y los locos, los locos han desaparecido.

No hay molinos, ni lanzas, ni desafíos
sólo gigantes oscuros y pétreos
juntando todo el oro en sus huesos,
esparciendo hambre por los caminos.

No hay molinos, ni en La Mancha
ni en Castilla, no giran sus aspas,
no muele el trigo, no hacen nada.
Triste y muerta está España

Sin sueños está su destino,
los poetas son proscritos,
terrible país de cínicos,
hablan dentro de casa a gritos.

No hay molinos, los jamelgos
lucen escuálidos y desnutridos,
el pueblo en oxidados yelmos
esconde sus ojos de vidrio.

No hay molinos, no hay molinos
el único quijote, el viento
repite su llanto al eco:
no hay molinos, no hay molinos...

sábado, 16 de febrero de 2019

Coca se ha vuelto Lepanto

Escrito en enero 2019. Transcrito ahora.

Coca se ha vuelto Lepanto
y una moto mis turcos,
del suelo recogen mis huesos,
ciego en la batalla he estado.

Ciego y sin sentir espanto,
de la lid sin saber resultado,
ajeno la suerte de mis hados
juego a ordenar el mundo.

El mundo, el techo raso,
da vueltas aún sin rumbo,
yo, en la cama postrado,

lápiz en ristre y a mano
trozos de memoria junto
de un lugar y nombre olvidado.

lunes, 4 de febrero de 2019

Fundido en negro

Escrito en enero de 2019. Transcrito ahora

Fundido en negro. Una pausa. Unos segundos. La película continúa. Los actores son los mismos, la acción es ahora más lenta. Me siento como un espectador que se ha perdido en la acción, que no entiende uno de esos filmes alternativos. La acción antes del corte está clara, y puedo seguir la acción después de la pausa pero, ¿cómo unir las dos partes? Puedo intuir qué pasó en el fundido a negro pero no como cómo. Intento buscar imágenes en el negro pero no hay luces ni respuesta, sólo vacío y silencio. Una historia que acaba de golpe, sin final conciso, y otra que comienza de la nada, sin prefacio ni prólogo.
Y sin embargo, los personajes son los mismos y algo les une a cada parte.

Hago una pausa en mi escrito y una enorme cicatriz en mi brazo derecho hace que despierte de mi ensueño de espectador. No estoy en las butacas del cine, soy el protagonista, me he traslado a este mundo de ficción que de pronto es la realidad: la cruda, dura realidad que golpea mis huesos y que ahora está partida en dos: no los puedo juntar. Son pedazos de la misma historia. Los puedo reconstruir como se reconstruye la escena de un crimen, pero eso junta las dos mitades. No es como los hierros que juntan mis huesos.
Es como si las células óseas de mi vida creciesen en una dirección alternativa, lejos de juntar las dos mitades. ¿Será como renacer? ¿Tuve una segunda oportunidad?. Sí, puede ser. Estoy consciente de que pudo no haber segunda historia después del fundido a negro. Pero siento que no me han sido dados los poderes para comenzar de nuevo, para cambiar o borrar la primera historia; está ahí, escrita a piedra, y en algún modo condiciona eta segunda historia, por lo menos condiciona mi punto de partida y mis pasos.
Lo que me tiene pensativo como al espectador y al a vez protagonista es que esta segunda historia no es continuación de la primera, sigue otros rumbos. "Cuáles", me pregunto. No lo sé, pero lo siento. Es como si hubiese cambiado a algún paralelo alternativo de mi existencia, como si hubiese cambiado a una carretera paralela muy, muy parecida a aquella que camina, pero definitivamente no la misa.

Sería muy fácil, hasta típico decir que soy un hombre nuevo. Suena incluso a película o discurso barato. No no soy nuevo. Lo veo en el espejo, a pesar de quien me ve a las semanas dice que estoy mejorando mucho y tengo mejor aspecto. Nada de nuevo. Perdí muchas cosas, es verdad, o mejor dicho, muchas cosas dejaron de pesar, de tener importancia, y muchas otras que estaba ahí, en un segundo plano, comenzaron ahora a ser partir importante del guión.
Y sin embargo, esos actores que ahora quieren ser relevantes en mi guión siguen un tanto desordenados, un poco difusos todavía. Deber ser por mi convalecencia, mi dichoso cerebro golpeado, u otros golpes que no he permiten todavía ser autónomo para tomar mis propias decisiones. Mis propias decisiones. Eso es algo que ahora pesa cada vez más que nunca...

Así pasan estos días. Como un escritor que quiere seguir con el segundo acto pero que escribe y escribe más y más ideas sin llegar a ponerlas todas en el preciso orden para continuar la historia; y sin parar, lo intenta una y otra vez consciente de que algún día lo conseguirá, empezará a escribir ese segundo capítulo. Así me siento: dispuesto a lanzarme aun camino nuevo, sin pesos ni pesares de mi anterior historia, pero conscientemente de ella, caminando, intentando juntar de nuevo todos los huesos, apaciguar la mente para pintar luces en el negro. Creo que ya sé de dónde vengo. A dónde irá mi historia dependerá de mi. Este mismo escrito, comenzado hace semanas a mano y pulso emborronado, y que hoy acabo a máquina, acaba ya desde "otro lado". Quizá esta selva sea como aquellos Campos de Castilla que pintó otro poeta...

viernes, 1 de febrero de 2019

Somos pueblo

Quejás y más quejas. Siempre quejas contra el anterior gobierno. Insultos o adjetivos que quieren encasillarlo en viejas clasificaciones caducas vinculadas a otras épocas y otros procesos históricos que ya no son más que hechos del s. XX para estudio en colegios y universidades: socialismo y comunismo.
Miren, no estoy afiliado a ninguna corriente, ningún partido político, y no creo que ninguno de los partidos políticos actuales esté identificado o vinculado con esas viejas concepciones del s. XIX o XX ni con rimbombantes "neo actualizaciones". Sí estoy afiliado con el pueblo: la razón de nuestro sistema político, esa llamada democracia, es el pueblo y nuestro modelo de país -el de todos los países de la vieja Europa, salvo en Imperio Británico que siempre ha seguido (y sigue) otros caminos, y también el de otros muchos países surgidos siguiendo el ejemplo de las revoluciones burguesas (luego nacionales) que estallaran en Europa en el s. XIX- es la Ilustración, ese movimiento filosófico y científico que se desarrolló primero en Francia y luego por toda la vieja Europa entre los ss. XVII y XVIII. La maltrecha, maltratada, vendida y tergiversada Unión Europea todavía habla de esa Ilustración, a pesar de que otros "estados unidos", que, olvidándose de ella tras la "gloriosa" independencia, abrazaron al británico Adam Smith con todo lo que de imperialista tenía aquella Gran Bretaña de Adam Smith.
El Estado, como producto de esta Ilustración que nutrió la Revolución Francesa, surgía como una super.estructura para proteger a todos los ciudadanos, aceptada por todos los ciudadanos (digo ciudadanos, no nobleza y súbditos), y mantenida gracias a ellos. Y la forma de gobierno de este Estado, la democracia, es decir el gobierno del pueblo.

El Estado surge con y por el pueblo y sirve al pueblo y el pueblo es quien lo gobierna. Y todos aquellos que critican y destruyen esta concepción no son otra cosa que personas egoístas que conspiran contra el pueblo, en favor de sus propios intereses, o lo intereses de un pequeño grupo al que ellos mismos pertenecen. Son aquello que denominamos  agresores, opresores, personas que piensa en si mismos, en Dios, entendido como ese dios judaico sediento de sangre y pleitesía, destinado a unos pocos, y nunca como dios de todo el grupo humano, que por ser grupo, seres gregarios, han hecho posible este viaje de años a través de la evolución y la historia para llegar a este ahora. O dicho de otro modo, y haciendo mías las palabras de un estimado amigo, "O estás con los oprimidos, o con los opresores".

Desde el inicio estoy con el primer grupo: el pueblo, oprimido por personas, clases, oligarquías que lo oprimen para destruirlo y buscar fines y metas que no sirven a todos , sino a unos pocos solamente. Por eso cuando veo al gobierno vendiendo aquello que es del pueblo a unas personas o grupos, opresores, que no buscan como fin el pueblo mismo, sino su propio fin o el de unos grupos muy concretos, entro en iras y alzo la voz. Cuando veo al pueblo, peleando, divido entre si mismo, por causa de las cizañas que han sembrado estos opresores, o tergiversados por las mentiras o veneno de estos opresores, entro en cólera.

No se trata de partidos políticos, no se trata de economía, de vender o comprar. Se trata de mirar quién hace algo por el pueblo, quién, con los recursos del pueblo, incluidos en ellos sus propios impuestos, dedica sus esfuerzos a proteger al pueblo y velar por el bienestar del pueblo al que él también pertenece. ¿Cómo? Con diversas acciones: brindando educación pública (es decir, educación del pueblo, para el pueblo; eso es pública), sanidad pública, fomento, cultura, derechos, todo hecho y mantenido para los intereses del pueblo.
Mientras escribo este ensayo estoy convaleciente de un accidente involuntario (fui víctima de un atropello de tránsito) y estoy acá gracias pueblo: fue en un hospital público donde recibí la necesaria atención a mis heridas, traumatismos y secuelas del accidente. Me trasladaron en una ambulancia pública (del pueblo) a un hospital público (del pueblo) donde se me brindaron todos los medios de sanidad y medicina pública (del pueblo) para restablecer mi saludos (exámenes, operaciones, medicinas, cuidados diarios...) de manera totalmente gratuita. ¿Por qué? Porque yo soy parte de ese pueblo que mira por el bienestar de todos sus miembros (ciudadanos del estado, migrantes también, turistas,...) y como tal aporto (pago mis impuestos) para que el pueblo -incluido yo- mejoremos y sobrevivamos. No es algo perfecto, es verdad, en el sistema hay corrupción (las mentiras de los opresores nos minan y envenenan por doquier) y en nuestro crecimiento y nuestra lucha contra los opresores, los medios que tenemos para "cuidar al pueblo" son escasos, insuficientes, pero lo irán dejando de ser en la medida que los envenenados y los ciegos por las mentiras se miren al espejo y en el reflejo, no se vean solo a sí mismos, sino a ellos como parte del pueblo.

Es un camino lento, y muy frágil. Las palabras mentirosas, el veneno de aquellos opresores que sólo piensan en sí mismos o en pequeños grupos matan. Matan al pueblo, nos matan a nosotros mismos y algún día si les dejamos les matarán a ellos mismos también.. La muerte no puede ser. Sólo el progreso de todos como grupo humano gregario puede ser.
Por eso hay que estar con el ojo avizor y parar todas aquellas ideas políticas, acciones que quieren destruir al pueblo entregando lo que es del pueblo al servicio de unos pocos; con el ojo avizor para detectar a los insidiosos opresores y ponerles frente al espejo para que todos, incluidos ellos mismos, se miren, se sientan entre todos.

Cuando alguien habla de eximir de impuestos algunas personas, hablamos de opresores, cuando hablan de recortes en cultura, sanidad, educación pública, son opresores, cuando modifican leyes en favor de unos pocos, son opresores, cuando permiten que un trabajador tenga que soportar condiciones de trabajo que explotadoras para que crezcan los beneficios de la empresa (es decir, de unos pocos), son opresores.
El opresor es aquel que trata a los demás como mercancía como materiales y bienes que se pueden vender y comprar, eliminado al ser humano de todo lo que le hace ser humano e igualándolo a algo peor que un esclavo (ni siquiera es esclavo de alguien, es sólo materia, mercancía). El opresor es el que trata al pueblo (nosotros, los oprimidos) como mercancía, quien nos despoja de deberes y derechos porque a él, opresor, sólo le interesas sus propios beneficios o los de unos pocos (un pequeño grupo). El opresor es quien aboga, quien quiere acabar con todo lo  público para servir únicamente al fin de su empresa a o su grupo, quien tergiversa la democracia, el estado y hace esa un circo donde el pueblo vota a ciegas pero no gobierna, y el o su grupo, manejando el circo, las venenosas mentiras, se legitima y perpetúa con engaños en el poder.

Hoy miro y camino por orgullo por el hospital público en que me operaron. Tiene sus defectos, sí, es pequeño, sí, pero es nuestro, del pueblo, y sirve al pueblo. Veo al pueblo, al a gente de la calle, de distintos estratos paseando por él, veo a la gente entrado y saliendo de él, con cara de dolor pero con la esperanza de que se recuperarán. Camino por el centro de esta ciudad amazónica que hasta hace poco más de una década no figuraba en el estado (sólo los pozos petroleros, en manos de unos pocos -los opresores-) figuraban, y me encuentro con un compañero de habitación del hospital, operado de una fractura en su pie, caminando ya sin muletas aunque aún con paso lento, que me sonríe y me da la mano, y me dice que está feliz porque la operación salió muy bien y el médico le ha dado un mes más de baja para que se recupere sin apuros y siga luego como siempre, trabajando por el pueblo.

Seguimos pues, peleando. Las mentiras han calado y, a fin de que ciertos opresores, buscando sólo su beneficio y el de unos pocos, están vendiendo el país, el estado, aquello publico que es del pueblo. Seguiremos alzando la voz, en contra de las falacias, con nuestro huesos sanos, nuestra sonrisa en la calle, con los compañeros como antídoto contra el veneno de los opresores para reclamar y conservar lo que es nuestro, y recordarles a ellos que se deben mirar en el espejo y buscar y ver aquello que les han enseñado a no ver: el pueblo, y ellos entre el pueblo.