El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

domingo, 19 de marzo de 2023

Una flor naranja

Empecé a escribir este poema el pasado mes de noviembre dominado por la rabia, y lo dejé esperando que llegase el sosiego para encontrar palabras más suaves. Ahora lo encuentro en mis notas y me doy cuenta que no puedo callar ninguna.
 
Veinticinco de noviembre,
conozco tu nombre
y tengo miedo a decirlo.
son ellos, son ellas tan fuertes
y tu dignidad tan frágil.
 
Como tu futuro pendiendo
de un título de grado,
que pasa por un despacho
por un sucio cuarto oscuro
por un profesor de asco
y una profesora de mierda,
que no sabe nada,
que sólo habla con citas.
 
Lloro al imaginar la tuya:
tú, de rodillas,
él con mirada lasciva,
su mano - tu mano en la bragueta,
la puerta por la que todos oyen
cerrada.
 
Y hoy, en este viernes de noviembre,
se me caen una a una las lágrimas,
me da asco mirarles a la cara,
Universidad de opereta,
sucio burdel con pizarras.

Días de luna

Días de luna
el sol no se pone
aunque se esconda.
Luz en la selva
días sin pausa
todo está vivo
todo me habla.
Y esa luz tan pálida
se derrama en pétalos,
en hojas de verde escarcha,
en luciérnagas que llevan
soles pequeños en el abdomen
en los tatuajes mágicos
que visten la ranas.

Días de luna
noche endendida
la selva canta
la selva se escucha
es otro mundo,
de killas, de aguas,
y un banco en la orilla
un rostro omagua
moldeado en arcilla
se mueven sus labios
sus espíritus, alma
aún están vivos,
son seres de selva
seres de agua,
seres de luna
que el sol no pone
aunque se esconda.
 

Debajo de la cama

Debajo de la cama no hay monstruos,
la cola y ojos son de gato,
 
debajo de la cama hay dos niños
que ya llegaron a sabios,
 
debajo de la cama hay un refugio
para los días grises y malos ratos,

debajo de la cama hay mil mundos,
y tus ojos para soñarlos.

martes, 7 de marzo de 2023

Los jaguares no van a la escuela

Para mi amiga Sherezade que me regaló el título.
 
"¡Hueles a tigre!"
-- dijo mi abuela. --
"y tienes los dientes largos,
tu aliento apesta.
Y el desorden de tu cuarto...
¡Vamos despierta!
¡Recoge todos tus bártulos!
¿no te da vergüenza?"

"Ay, no molestes abuela,
es la hora de la siesta,
de enroscarme en la cama,
y rascarme la oreja.
Estudiar es de mayores,
y yo quiero ser pequeña.
Quiero dormir hasta las doce,
mejor hasta las doce y media,
y rugir todas las noches,
los jaguares no van a la escuela."

Viento de marzo

¡Escucha!
Siente cómo vibra el suelo
siente como late, tu pecho
arde con fuerza, sin furia
el reclamo grita al cielo.
 
¡No calles!
Lleva contigo injusticias
las tuyas, las de tus hijos
que se hagan un solo grito
de justicia, de derechos.
 
¡Al viento!
¡Alza el rostro, retira el velo!
por las que están, por las que fueron
Pan y rosas en cada mesa,
igualad en el trabajo, y en el beso.

K.

Qué verdad cantaba Víctor,
que para mí en Quito
la calle se me hace estrecha,
que ya no existen veredas
ni reglas escritas.
Qué verdad. Es verdad
que puedo cambiar las letras
y leerte en todas ellas,
cuando pronuncio Kito.
El encuentro cambió la ciudad
y no me arrepiento, insisto.
Tú en cada kalle, kada letra,
en la nueva ortografía
de kada verso que escribo.