El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

viernes, 22 de marzo de 2019

La amistad

Páginas de tu vida en verso,
cuando las abro,
me encuentro ante un espejo
reflejando, sintiendo
los mismos anhelos.

Soplos de la vida,
algunos que sabía
que eran siempre tuyos, y otros,
otros que quizá intuía,
sin saber eran tuyos
y míos.

Será que la amistad es
coincidir hasta en lo que no se dice,
todo lo que se escribe
sólo para tu ser.

Mi casa huele a KFC

Así, como dice el título. Desde el pasado viernes, mi casa huele a KFC. Ni me agrada ni me desagrada el olor o el sabor a pollo frito brosterizado, pero si suelo evitar ese tipo de comidas: prefiero siempre cualquier otro restaurante local, de esos que no pertenecen a ninguna cada y donde uno puede hacerse amigo del dueño o divertirse por dentro ante la impasividad del metre, pero la realidad esa: desde el viernes, en cuanto abro alguna ventana de la casa, el olor a KFC penetra por todos los rincones de la casa.

La razón de este olor que muchos pensarían que brotan de mi horno que estos días bosteza aburrimiento o de sartenes convertidas en pistas de patinaje para arañas, tiene que ver con un deslumbrante KFC que han abierto en la esquina de la calle, justo atravesando la calle al lado de la iglesia, y que desde que abrió parece el nuevo templo de alguna nueva religión dispuesta a llevarse a todos los creyentes: hay más personas comiendo en el KFC, haciendo fila en las interminables colas para entrar o saliendo cargadas de baldes desechables de pollo frito (en esencia, y fisiológicamente ambos balde y pollo frito, son desechables) que opaca y supera en numero a los feligreses de la iglesia vecina, el cutre "Circo Ruso" instalado en otro solar de la ciudad, o los programados, casi ensayados y podríamos decir prefabricados cierres de campaña de los partidos o listas políticas estos días.

Vota todo KFC. Ese es el resumen. Si mucha propaganda, sin hacer grandes alardes, en 3 meses han construido uno de esos edificios de una sola planta con típica cornisa sacados de cualquier ciudad estadounidense, propio de los decorados de un pueblo del lejano oeste, y lo han dejando como si algún mayordomo hubiese pasado el plumero por cada milímetro de la casa: todo brilla y luce reluciente, los colores están brillantes, las luces de neón o de led brillan con todo su fulgor, y el impecable y matemáticamente colocado interior parece el imposible decorado de una película o una de esas exhibiciones de muebles a la venta donde sólo falta el "no sentarse". Acá la indicación es la contraria: Haga fila frente a la urna electoral, elija su voto, inserte su aportación económica a la causa, retire su premio y siéntese con ello en una mesa para disfrutar con su familia o en su orgásmica soledad gastronómica.

Me han convencido. Y aunque ya no está permitido hacer pronósticos de ganadores o intención de voto de los comicios del domingo, yo voy a hacerlo: Si el domingo hubiese una papeleta que dijese "KFC", un señor de pelo blanco, lentes y perilla sería, por casi unanimidad, el nuevo alcalde de Coca.

Promesas de convertirse en una ciudad, en otra ciudad. Rápidas y convincentes promesas, luego desvanecidas bajo el humo como la novelería que dentro de unos días, quizá semanas dejará el local ocupado sólo por los parroquianos de siempre y algún que otro capricho de viernes o domingo por la noche. Coca Fried Chicken. Todo está ya en el asador. Muchos se quemarán en la parrilla, otros sabrán jugosos los primeros días y luego se convertirán en inmasticables suelas de zapato. Más tarde, sólo cenizas y entre ellas, hombres y mujeres escarbando por alguna promesa olvidada.

Los tubos de led o de neón parecen eternos, pero al final se apagan. ¿Alguien los cambiará cuando llegue cuando llegue la hora del mantenimiento?

viernes, 15 de marzo de 2019

Remedio para la depresión

Para una cocinera de yogurth vegano...

Cuando los ojos miren a los pies
y esos ojos miren sin ver,
cuando estés mustia como el día gris
como una planta sin agua ni sol
gemela del árabe Alí-Caído,
busca con el dedo tu ombligo:
no desparecerás como Lotte
pero antes que el viento sople
a carcajadas reirás sin sentido.
Ve y busca a un amigo,
y cuéntale que estás perdida
entre tu ombligo y tu risa,
que no sabes qué te pasa,
que escribes por decir nada
en particular y quizá todo,
en un día cualquiera sólo
porque no querías perder el hilo,
que no estás y tampoco te has ido.

jueves, 7 de marzo de 2019

8 de marzo

Si tienes un día en el calendario
es porque nunca tuviste ninguno:
en todos los días te mataron,
en todos los días te negaron,
y ahora te entregan uno:
8 de marzo.
Lucha por él sin miedo
siempre firme, es tu legado,
y en igualdad recuérdales a ellos
que aún nos faltan trescientos sesenta y cuatro.

domingo, 3 de marzo de 2019

Cuando llega

Escrito a fines de enero de 2019. Transcrito ahora.

"¡Ay, antes de que me olvide! Toma te traje chocolates, falta uno, si, pero es que me dio ansiedad y me lo comí, perdona. Pero los otros tres sí que están. Ya, lista, vamos."

Aún no reacciono, con la caja de chocolates en la mano, mirando una mochila con dos botas colgado atadas de uno de los cierres, mientras ella ya sale por la puerta. Sigo andando y mientras ella habla y pregunta cómo estoy y yo contesto casi en modo automático y relato el accidente que sufrí como si estuviese ensayando un papel de teatro, mi cabeza más que mis piernas, siguen lentas, ahí atrás en los chocolates y la mochila.
Cuando por fin salto al minuto presente, pienso que es mi contusión cerebral, y luego no estoy seguro y sonrío porque es ella. Siempre ha sido así: un montón de palabras, de gestos, de acciones que surgen como borbotones hasta que con un "Ya, lista", se calman en su sonrisa y rostro inquieto esperando a volver al punto de ebullición.

Caminamos hacia el malecón y yo sigo sin estar presente. Algo en mi cerebro contesta de manera automática, mientras que en mi lentitud sigo reconstruyendo todos los mensajes de estos meses, todas las idas y venidas de estos años; mensajes recibidos de madrugada, interrumpidos por falta de conexión, por mis olvidos de las diferencias horarias, jalonados por fotografías con escuetos pies de foto. Modernos telegramas de un "estoy vivo" o un "no te pierdas" salpicados de un "no te pongas trágico" o un "ni tu ansiosa", seguidos en un "Tranquilo, ya voy" o un "Ya voy yo".
Yo nunca he ido, esa es mi falta. Me dio ahora cuenta. Atado a mi vida, quizá miedos, ahora a mis huesos rotos. Siempre es ella la que viene. Lo anuncia con antelación, preparando la escena, el encuentro que tendrá lugar en cualquier otra fecha que las descritas, porque así es su calendario: un almanaque que cambia día tras día según avanza, viaja, siente y vive, donde los viajes futuros, los planes futuros se escriben pero suceden cuando ella por fin llega. Lo demás, son sonrisas, cariños, abrazos escritos para decir en la distancia "estoy viva, te pienso, te quiero mucho".
Yo espero. Siempre espero. Estos días en cabestrillo y en cama, siempre espero. No se aún hacer nada más. Y luego escribo, siempre escribo cuando ella ya no está, y le digo "gracias, yo también te pienso y te quiero mucho", por escrito, como hago ahora cuando el cuarto se ha quedado quedo y encima de la mesita de noche descansan cuatro chocolates en su caja, uno de ellos comido; en ese, en el que no está, es en el que yo pienso.

"Gracias por el chocolate que te comiste. Por tu sabor, tu viento fresco recorriendo la estancia, por cambiar mis pensamientos de mártir por esos otros de fuerza para luchar por la vida -la mía misma y con ella las de los otros-, por recordarme que el camino sólo importa si llegas, que hay cosas que no se dicen, o a veces se dicen y se escriben, pero sólo son si vives y dejas que te vean vivir.

No voy a acabar estas letras manuscritas con una promesa. Lo dejaré con así como está, en presente: viviendo en mí y en ti."

sábado, 2 de marzo de 2019

Imágenes en el negro

Escrito enero 2019. Transcrito ahora.

Son sólo imágenes
que dejó el silencio
en el tiempo sin tiempo.
Sólo imágenes...

Escenas inacabadas
rostros tras un velo,
arista de borde romo,
imágenes sueltas...

Flotan prendidas en el aire.
Destellan en fondo negro
y sus palabras son el eco,
palabras aún ajenas...

Caricias que se sienten
a través de la pared útero,
de la crisálida en inverno.
Efímeras, constantes.

Escenas, sólo imágenes,
palabras, que no recuerdo
que se pierden en el tiempo
y nacen
en nuevas imágenes.

Raíz

Mi raíz está en las voces
pobladas de campos y montes
en arroyos que buscan la mar.

Mi raíz está en los árboles
en los estambres de sus flores
polen en el fruto que vendrá.

Mi raíz esta en las casas
en patios con tapiz de yedra
y el zaguán donde esperar.

Mi raíz está está en los viejos,
en ojos profundos y labios
que saben a frutos de un sembrar.

Mi raíz está en la lucha
de madres y padres que buscan
un futuro que dejar.

Mi raíz y también la tuya
moldean nuestra andadura
y las hacen germinar.