El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

lunes, 28 de diciembre de 2020

La camisa que vino en una bota

Para mi hermana 

 

 Era una bota huérfana. Huérfana no porque no tuviese un par a su lado, si no porque no tenía un pié que la calzase. Su par le decía "espera, ya mismo vienen a llevarnos", y ella pacientemente esperaba día tras día en la zapatería. 

Para su suerte era una buena zapatería: sencilla, modesta, de muebles de madera y un hermoso escaparate aterciopelado. Era pequeña pero con buen gusto: sus compañeros, botas, zapatos, sandalias, zapatillas, eran siempre escogidos con gusto por el zapatero, todos elegantes pero tampoco ostentosos. Y el zapatero las mimaba: cada cierto tiempo las lustraba y les daba grasa y betún. No entraba mucha gente, pero los que entraban solían salir siempre satisfechos con una sonrisa en el rostro y en los pies.

En invierno la espera era entretenida, viendo a la gente con sus abrigos y sus gorros pasar delante del escaparate. Luego llega la primavera y la guardaban en una caja hasta el invierno siguiente. Entonces la espera se hacía eterna.

Ella llevaba ya un par de inviernos viendo pasar gente (eso es mucho tiempo para una bota) y empezaba estar nerviosa. Desde octubre, o un poco antes, con el inicio del otoño, estaba de nuevo en el escaparate, contenta y expectante, lustrada con grasa recién puesta, y con ese olor a nuevo que la caja guardaba tan bien y que no se había ido.

La gente entraba y salía probaban cientos de botas y siempre se llevaban alguna. Ella se ponía toda nerviosa cada vez que alguien decía "me gusta esa, la del escaparate" y señalaba con el dedo el expositor. El zapatero se acercaba, metía la mano y cuando parecía que le iba a tomar a ella, siempre se desviaba hacia otra vecina. 

Aquello la deprimía. Se le iba el brillo. El otro pie, encerrado en la caja, intentaba consolarla: "mira, ya están colocando la decoración de Navidad, ya mismo viene alguien y nos lleva", pero ni siquiera las luce sy las bolas y la escarcha que decoraban el escaparate la animaban.

El golpe más duro sucedió dos días antes de Navidad. Una persona entro y dijo:

- Quiero una bota para invierno. ¿Cuál me recomienda?

El zapatero sacó dos o tres modelos nuevos, y se acercó también al escaparate y la escogió a ella. ¡Que emoción, que nervios! El cliente la tomó entre sus manos, la miró y la posó d enuevo en el suelo diciendo:

- No, este modelo ya no está de moda.

Fue como si la hubiese arrojado a la basura. El zapatero, siempre amable, la recogió y la colocó cuidadosamente en el escaparate, la miró unos instantes y sonrió. 

Aquella noche fue la más triste de todas las noches de todos esos inviernos. Cuando se pagaron las luces de la tienda y bajaron el cierre del escaparate, el frío de la calle penetró en el interior vacío de la bota haciendo que el cuero se endureciese y los cordones se sintieran ateridos. Estuvo tres días in hablar. Ni siquiera se preocupó cuando, al sacar a otra bota, la movieran y no la colocaran bien en su sitio. Daba igual. Estaba segura que en enero la podrían el letrero de "saldo" o "rebajas" y al acabar ese mes la enviaran de nuevo a la fábrica. Nadie sabía bien que sucedía allí, cuando uno regresaba a la fábrica, pero los rumores eran espeluznantes.

Una tarde, poco antes de acabar el año, entró una joven a la zapatería. Se quito la capucha y se sacó los guantes a la par que se sacudía algunos copos de nieve del abrigo. Se quedó mirando el interior de la tienda buscando algo.

- ¿Le puedo ayudar? - dijo el zapatero.

- Sí... Busco una bota... - contestó la joven.

- ¿Para usted?

- ¿Qué? No, no. Busco una bota de hombre.

- ¿Sabe el número?

- ¿El número? Bueno, no importa mucho.

- Siempre la podrá cambiar -dijo el zapatero sonriendo-, pero es mejor que lleve el numero acertado. ¿No lo sabe?

- Sí, sí. Creo que es el 42 o 43, pro en realidad no importa mucho. Simplemente, que no sea muy pequeña ni muy grande.

- Bueno -dijo el zapatero, divertido, y empezó a sacar varias botas de los estantes y del escaparate. - ¿Qué tal alguna de estas?

- Están bonitas, sí...

La joven miraba indecisa, sin fijar la vista en ninguna bota en particular. De pronto sus ojos se abrieron y caminó hacia el escaparate diciendo:

- ¿Y ésta? ¡Ésta es perfecta! ¿La puedo coger?

- Permítame - dijo el zapatero, y tomó la bota sacudiéndola del sueño.

"¡Me han elegido, me han elegido!" le decía la bota sus compañeros del escaparate mientras el zapatero la tomaba en sus manos. El nos cordones se esbozo una sonrisa.

- Sí, es perfecta. - Dijo la joven mientras la cogía y la miraba de cerca.

- Si se la lleva le hago un descuento- dijo el zapatero.- Ay pero, perdone, es pequeña, es un 41.

- ¿No tiene un número más grande?

- No, es un modelo de hace un par de años, el último. Lo siento.

"No podía ser. Otra vez no. De vuelta al escaparte. Yo y mi mala suerte", pensaba la bota.

- Sabe, realmente no importa mucho el número. ¿En cuánto me la deja?

- Pero señorita, no se lo puedo cambia por otro igual...

- De verdad, no importa. ¿En cuanto está?

- Pues con el descuento se la dejo en 45 euros. Es una buena bota, de cuero, y cosida.

- De acuerdo.

- Muy bien. - El zapatero fue por la caja y la colocó dentro junto al otro par

- Ay bueno -le interrumpió la joven- sólo necesito una bota.

El zapatero la miro extrañado y frunció un poco el ceño. Ella sonrío y le dijo:

- Olvídese lo que le he dicho. Cosas mías. Sí, me llevo los dos pies. Se me está ocurriendo una idea...

El zapatero cerró la caja con cuidado.

- ¿Se la envuelvo para regalo?

- No, no hace falta. Gracias.

- Bueno, tenga.

La joven pagó, cogió la caja y con las botas y salió feliz y decidida a la calle. Arreciaba un poco el temporal y caminó rápidamente hacia casa, cruzando las calles del pueblo, apurada. En casa la le saludó el gato, que olfateaba la caja con curiosidad.

- Hola misi. Encontré las botas perfectas -le dijo mientras le acariciaba- Ahora verás.

Todavía con el abrigo y abrochado y sin quitarse los guantes, apurada, colocó la caja de las botas en la mesa de la sala y la abrió. Le brillaban los ojos de una mera especial cuando vio las botas recostadas en el interior de la caja entre papeles de seda: dos botas perfectas, de cuero marrón con sus cordones de marrón más claro, desprendiendo ese olor especial del calzado nuevo. Eran suaves, y no muy pesadas. Cogió el pie izquierdo, el que había visto en el escaparate, y le dijo:

- Te espera un largo viaje. Un viaje maravilloso.

Puso la bota en la mesa y busco una funda de plástico que había en la sala. Sacó una camiseta de verano y la dobló poco a poco en si misma hasta que tubo el tamaño de un calcetín. Luego la metió dentro de la bota, ajustó la lengüeta y los cordones y miró su obra: perfecta. ¡No! Se olvidaba algo. Se echó la mano al mentón y salió corriendo de la sala, regresando unos segundos después con una cuartilla doblada.La desdobló y leyó de nuevo lo que había escrito:

¡Hermanito!
¡Feliz navidad!
Estás lejos, y ese bicho ahí fuera nos permite viajar. Me faltaba tu zapato por Reyes, así que aquí te lo mando, con los Reyes dentro. ¡Ponlo en la entrada de la casa y no se te ocurra mirar en su interior hasta el día 6!
Te mando la bota izquierda. La derecha se queda acá por ti.
¡Besos!
(firma)

 Dobló de nuevo la cuartilla y la colocó entre los cordones. Luego metió la bota en la caja, sacó la bota derecha y rellenó en espacio vacío con papel de periódico, cerró la caja, la envió en papel de estraza, y la metió en un sobre de correos urgente con una dirección ya escrita.

- Buen viaje, bota. Creo que nunca has caminado ni caminarás tan lejos.

Se puso de nuevo la capucha, cogió el paquete y salió de nuevo a la calle

- ¡Ya regreso misi!

Ya estaba anocheciendo. Caminó rápido entre los copos de nieve hasta la oficina de correos. Estaban casi a punto de cerrar cuando llegó.

- Correo express, gracias. - Le dijo al cartero.

- Es al extranjero. ¿Qué contiene?

- Es sorpresa.

El cartero la miró serio.

- Chica, tengo que rellenar el formulario de aduana.

- Ponga entonces: una bota.

- ¿Valor a declarar?

- Es invaluable. Todo el amor del mundo.

El cartero la miró, sonrió y meneó la cabeza. - Bueno, 10 euros. No puedo poner menos. Así no te sale muy caro el envío. Lo marco también como regalo para que no se vaya a la aduana y llegue más rápido.

- ¡Gracias! ¿Cuánto tardará?

- Express, unos 4 o 5 días.

La joven contó con los dedos. - ¿Llegará para Reyes?

- La noche del 5,como dice la tradición - Dijo el cartero.

 

La nieve caía copiosamente al otro lado de los cristales. El gato olía todos los zapatos en el zaguán, junto al taquillón. Ella dejo la bota derecha junto a los demás y dijo:

- Tú te quedas conmigo, hermanito.

El viento bufó por debajo de la puerta asustando al gato. Al mismo tiempo, pero muchos kilómetros más lejos, despegaba el avión del correo urgente hacia un país sin frío y sin nieve pero colmado de la misma esperanza de Navidad. Entre los paquetes viajaba una bota: feliz, nerviosa, emocionada por el viaje y por su misión. Era la bota más afortunada de la zapatería. Y no sentía frío en su interior: llevaba consigo todo el calor y todo el amor del mundo.

jueves, 24 de diciembre de 2020

Nochebuena, 2020

¡Mira la estrella!
Está colgada del cielo,
brilla por los que se han ido,
brilla par los que la miran de lejos.
Brilla sobre la selva,
sobre las playas de plata,
sobre los níveos gigantes
y los páramos entre las montañas.

Brilla en ti
-que nunca se apague-,
que tu puerta siempre esté abierta
y en las ventadas de tu casa
siempre sonrían los niños
y las niñas, sonrisas de esperanza:
su barbilla apoyada en el alféizar
entre las flores y un gato que baila.
 
Y que esta noche ante tu mesa
no falten las palabras
cuajadas de risas, de lágrimas,
para celebrar de nuevo la vida:
cada sorbo una alegría,
cada abrazo una manera,
una mirada sincera
para decir "gracias".

Caminos de estrellas

Caminos en las estrellas;
la tierra respira.
Vínculos que conectan
almas y corazones,
lazos que se desantan,
que dicen adioses;
lazos aún más fuertes
uniendo esperanza,
brotando en los campos
regados por lágrimas
y cenizas...
Cenizas raíz de la vida,
raíz de la esperanza
sin ricos ni pobres
ante una mesa repleta
de ojos sinceros, sin máscara,
condándolo todo,
perdonándolo todo,
uniendo los lazos,
sintiéndose cerca,
siendiéndose uno
en la distancia.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Discos 2020

Aún en cuarentena, la música sigue. No para de admirarme como la música y el arte en general siguen floreciendo a pesar de las adversidades. Acá les dejo algunos discos nuevos, publicados este 2020:


the innocence mission
(Thèrese)
 
 
 
 
 
Indigo Girls
(Rounder)
Luis Pastor
(Flor de Jara)
Becca Stevens
(GroundUP)
 
 
 
 

Lido Pimienta
(ANTI-)




 

 


Rodrigo Leão
(BMG)


 
 
 



Jason Isbell & The 400 Unit
(Southeastern)


Silvia Pérez Cruz
(Universal)

domingo, 6 de diciembre de 2020

Chispas

No puedo escribir por encargo,
y cuando empiezo,
no se bien donde acabo.
la hormigas del teclado,
son las que me van llevando.
 
Hormigas eléctricas, chispas,
cosquillas con manos de gato,
marionetas jaladas por hilos,
de mi musa, arriba, jugando,
conectado las neuronas sueltas,
despertándolas del letargo,
conectado miles de cables,
desordenando emociones y datos.
 
Musa de mis cortocircuitos,
creadora de descargas y chispazos,
¿dónde me llevas esta noche?
mis ojos de búho están preparados,
luz del velador encendida,
la pantalla titila en blanco.
arría las velas, tensa los cables,
son tantas las estrellas,
y el mar tan vasto,
sus aguas esconden poemas,
el viento desata pasiones,
de amores no declarados.

domingo, 29 de noviembre de 2020

Día y noche y noche y día.

- Ya van tres veces. Parece una discoteca.

- Desconecta la refrigeradora. Y el microondas. Y el televisor. Se podrían quemar.

- ¡Carajo!

- ¿Te hiciste daño?

- No. Tropecé con el sofá. Enciende otra vez la vela, por favor. 

- Dónde dejé los fósforos... ¡Mira ya volvió!

- ¡Cuatro, ya van cuatro veces en menos de 5 minutos! Voy a llamar.

- ¿A la compañía eléctrica?

- No, al espíritu burlón de la selva. ¡Claro! A la compañía de tarados eléctricos. Se van a enterar.

- Son las 10 de la noche.

- Me importa un carajo.

- Es sábado.

- Alguien habrá de guardia, digo yo.

- A lo mejor no hay nadie y por eso las fallas.

- Recortes de personal, puede ser. Tendrán un guardia sin linterna en la puerta, y el automático dañado. Ineptos. 

- Tranquilízate.

- Ya suena...

- Empresa eléctrica, buenas noches.
- ¡Buenas noches!
- ¿Le podemos ayudar en algo?
- ¡Pues mire eso espero! ¡Porque son las diez de la noche, y no para de irse y volver la luz! ¡Cuatro veces en menos de 5 minutos! ¡Si sigue así les voy a pasar a uds. la factura del refrigerador y el microondas y todo lo que se queme, si es que no se ha quemado ya!
- ¿La energía esta inestable?
- ¿Inestable? ¡Está como una cabra!
- Señor, por favor, un respeto.
- ¿Qué? No, no, me refiero a la luz. Se va y viene. Todo el rato. ¡Es una locura!
- ¿En qué sector vive?
- En el Barrio Central, en El Coca.
- ¿Es usted abonado?
- ¿Abonado?
- ¿La instalación está a su nombre o de otra persona?
- Ah, sí, a mi nombre.
- Busque por favor el último recibo y dígame el código para revisar su instalación en el sistema.
- El último recibo... Déjeme ver... El último recibo... Aquí esta.
- En la parte inferior derecha hay una serie de 12 números y letras. Dígamela.
- En la parte infierior... Carajo. Un poco más pequeño y tengo que usar lupa. 1488XJP... ¡Mierda! ¡Se fue la luz otra vez!
- Aquí no.
- ¡Pues aquí sí! ¡Y encima con pitorreo!
- Intente darme el código completo para revisar en el sistema, por favor.
- Ya. Cariño, trae la vela. ¡¡Carajo no tan cerca!! ¡¡¡Que se quema el recibo!!! ¡¡Chuta, mierda, carajo!! Se quemó el recibo. Casi enterito.
- ¿Pero pudo leer el código?
- ¡Sí! ¡Ya volvió la luz!
- Entonces, se arregló el problema.
- ¡¡¿Qué?!! Mire, tengo el pie hinchado porque me golpeé con el sofá, casi me quemo leyendo el dichoso recibo, la luz está enloquecida, ¿y ud. me dice que se arregló el problema? 1488XJPW23XY83Z0. No se si lo último es un cero o una O. ¡Por suerte eso no se quemó, pero es tan pequeño que no se distingue!
- Si lo acabo en 0 el sistema dice que ud. me llama desde Cayambe.
- ¡Pues entonces ponga una O!
- ¿Ud. llama desde Cayambe!
- ¡¡Llamo desde mi puta casa!!
- ¿En Cayambe?. Y no se exalte que la llamada está siendo grabada. 
- Escriba O mayúscula, POR FAVOR.
- Barrio Central. Francisco de Orellana. Abonado: Luis Alejandro Chango Alvarado. ¿Ud. es Luis?
- Afirmativo.
- El sistema dice que no hay ningún problema en su sector, señor Luis.
- ¿¿Cómo?? 
- No hay ningún problema. El tendido y las subestaciones hasta su sector funcionan correctamente. El transformador de su cuadra está funcionando también correctamente. Ahora está todo monitoreado telemáticamente por computadora.
- ¿Pero qué dice, acá se va y vuelve la luz cada dos minutos, esto parece una discoteca, y ud. me dice que el sistema está bien? 
- El sistema reporta que todo está bien, sr. Luis.
- ¡¡Pues venga ud. a verlo!!
- Le repito que el sistema no arroja ninguna falla, no puedo disponer una urgencia, si el sistema no reporta una falla.
- ¡¡Esto es el colmo!! ¿Me está llamando mentiroso?
- No señor Luis, pero el sistema no arroja ninguna falla. No es falla de la empresa.
- ¡¡¿Que no es falla de la empresa??!! ¿Entonces de quién? ¡¿Del espíritu burlón de la selva?!
- Señor, puede ser falla interna de su casa, algún defecto o falla en la instalación de su casa. Eso no es responsabilidad de la Empresa Eléctrica. Le sugiero que llame a un electricista.
- ¡¡Que llame a un... !! ¡¡Y ud. que carajo es entonces!!
- Soy supervisor de la empresa eléctrica. Y le recuerdo que esta llamada está siendo grabada. Si tiene alguna queja, la puede hacer el lunes a partir de las 8:00 a.m. Esta línea es sólo para emergencias.
- ¡Claro que me voy a quejar, imbécil!
- Tiene ud. todo su derecho, señor Luis. Si hay algo más en lo que yo le pueda ayudar...
- ¡¡¡Sí!!! ¡¡¡Váyase al carajo!!!

****

- ¿Papá, con quién hablas?

- Con un usuario que tenía problemas con su instalación eléctrica.

- ¿Y lo arreglaste?

- No, era problema de su casa, no del tendido eléctrico.

- Ah...

- ¿Y tú, qué andas haciendo, eh? Ya mismo acaba mi turno y nos regresamos a casa, ¿sí? 

- Estaba jugando con esas palanquitas negras y rojas de ahí. Están durísimas. Pero hacen un ruido chistoso si las subes y bajas. Clic-clic, chas-chas. ¿Quieres ver? Se encienden y se apagan un montón de lucecitas rojas y verdes, como en el árbol de navidad...

miércoles, 25 de noviembre de 2020

25 de noviembre

Te dijeron que el amor es para siempre
te pintaron el amor sobre un altar,
te dijeron que no hay vida sin un hombre,
te dijeron que estar sola es soledad.

Te dijeron que es él quien te protege:
una casa, unos hijos, esa es la felicidad.
Te dijeron que le ames y que aguantes,
que la vida si no duele no es verdad.

Y han pasado los años y el cuerpo duele,
y escondes las marcas de tu piel de los demás,
el carmín dibuja ahora una sonrisa,
oculta bajo una máscara la realidad.
 
Y piensas que ya no habrá mas veces,
que alzarás la voz y le denunciarás,
pero tu madre te mira seria y te recrimina,
"es pecado si haces las maletas y te vas",
 
"que Dios hizo la mujer para servir al hombre,
para amamantar los hijos, lavar y cocinar,
te verán como furcia si decides ser libre,
descarriada y libertina, eso es lo que dirán".
 
Pero cómo puede ser que duela cada noche,
cuando él te penetra hasta la saciedad,
cómo puede ser por dentro la noche llore,
censurada, sin disfrutar de su sexualidad.
 
Cómo puede ser que en la cara de tus niños,
se haya borrado la infancia y la ingenuidad,
y se escondan tras una cortina o un reproche,
gritándote en silencio que ellos ya pueden más.

Te ves en esos ojos de niña entonces,
cuando te dijeron "de mayor lo entenderás",
y ahora ves qué es lo que la abuela esconde:
una vida destruida, sin años ya por los que luchar.
 
Y te ves encerrada en un paraíso de flores,
con muros para protegerte de la libertad,
te dijeron aquí tienes todo, no salgas,
pero no te dijeron lo que podrías encontrar:
 
Te hicieron parte de una costilla de hombre,
se inventaron la historia, los hombres, a su voluntad,
te ocultaron las partes que hablan de mujeres,
creadas junto al hombre, en igualdad.

sábado, 21 de noviembre de 2020

El año que viene se viene lleno de libros

Para las compañeras que han hecho volar los libros del MACCO. Y para todos/as los/as que se contagiarán (de libros, no de virus) el año que viene.
 
El año que viene 
se viene lleno de libros
y cada libro un sueño.
¿Cuántos libros lees?,
¿cuántos sueños sueñas?
Cuando sueñas un libro,
cuando lees un sueño,
las páginas de la vida,
dejan de ser un sueño,
sueña lo que lees,
que cada página será,
cada érase una vez será,
algo más grande que un sueño:
la vida plena,
la libertad.
 
Echa los libros al aire,
en el parque, en la ciudad,
míralos volar,
y dime:
¿cuántos libros sueñas?

martes, 17 de noviembre de 2020

Lluvia

La lluvia.
Sí, la lluvia con que me cubres cada día. 
La lluvia que inunda mi celular cada vez que escribes.
Ese aguacero de mensajes, de líneas sueltas, apuradas. 
De frases que forman párrafos, que se len en cascada.
La voz en mensajes de audio:
Apasionada. 
Nerviosa. 
Llena de excitación, movida por el momento, 
y los sueños, y las ideas que surgen, y los proyectos.
Y mi voz...
o mis letras.
Intentado abrirse paso a través de la lluvia y contestar con ella, 
recibiendo sólo una respuesta:
más lluvia,
lluvia que fluye sin cesar, que me empapa y me envuelve con ella.
A veces llega con viento, como la tormenta,
a veces, abro el paraguas y me enfrento a ella.
Y luego lo cierro, sabiendo que el temporal no escampa, que la lluvia...
la lluvia es como la lluvia de la selva:
cae nerviosa, hace gorgoritos en los charcos,
me pone nervioso y luego espera,
un sol, dos soles. 
La sonrisa del sol y la vida:
vida florecida, reverdecida,
y siempre creciendo.
Sueños que se renuevas en el aguacero,
sueños, ideas, que siempre esperan
a que entre sol y nubes,
lluevas.
 
¿Aún no te he dicho
que me gusta mojarme con ella?

domingo, 15 de noviembre de 2020

El terror del computador

Es el terror del computador
la pesadilla de todo programador.
Háganse todos al un lado
se ha sentando al teclado,
con una mano en el ratón.

Bosteza y mira como gato,
busca el puntero sin encontrarlo,
rodeado por números binarios,
desesperado el Sr. Brontosaurio,
aprieta cualquier botón.

"¡La pantalla se ha puesto azul!
no consigo entrar al zoom
y cuando busco algo en google,
no sé bien que ocurre,
aparece la mezquita de Estambul;

y ahora se ha ido el internet
vaya usted a saber porqué,
porque yo no he tocado nada,
estaba navegando por una página
mientras tomaba un té.
 
Ahora la pantalla sale al revés,
y las letras, todas en inglés,
Ay por Dios que desatino
mire, ahora sale todo en chino
mandarín o cantonés."

El técnico revisa los cables,
pone cara de quien todo lo sabe,
desde Basic hasta Pascal,
Python, Swift o Java,
tiene todos los códigos y llaves.

Se rasca una vez el mentón,
preocupado el Sr. programador,
teclea como un poseso,
prueba esto, lo otro, y aquello,
en su rostro sube la tensión.

Derrotado el Sr. programador,
no encuentra la solución:
"Habrá que formatearlo,
el computador está encantado,
dice que uno y uno son dos".

"Me está tomando ud. el pelo,
uno y uno no pueden ser cero,
¡era tan importante ese zoom!.
¿Será que cuando vuelva la luz,
comenzará a funcionar de nuevo?"

lunes, 9 de noviembre de 2020

Un lustro lector

Resérvame una playa,
una sombrilla amarilla
donde nadie me conozca,
donde sólo el mar me canta.

Donde enterraron el tesoro,
donde Ahab levó anclas,
donde Picasso dibujaba
y el poeta caminaba solo.
 
Resérveme cien veranos
de soledades y cinco horas
con mi mejor amigo, a solas;
y la muchacha del errante Angus.
 
Háblame de los tigres de Malasia,
de un capitán de quince años,
de la fragua de los gitanos
y la luna de fría plata,
 
y las ramas y el viento verde,
y de la Pimpinela Escarlata,
de Don Quijote de la Mancha,
del pueblo las gentes de Orfalase.

Apártame una cita con Rama,
tatúame historias en los brazos,
llévame a un castillo en los Cárpatos,
recuéstame en una ciudad marciana.

¡Libérame de este hastío!
¡Regálame un estío!
uno que dure cinco años
mecido en un mar de libros.

domingo, 8 de noviembre de 2020

8 de noviembre

A mis padres
 
Fue también un domingo,
un ocho de noviembre
de mil novecientos ochenta y uno,
me adelanté por ver el mundo,
no fue mi intención los llantos,
tampoco el tremendo susto.
 
Supongo que quería veros,
y nervioso e impaciente,
no quise esperar a enero.
Un día esperado en vilo,
un mes en incubadora luego
-eso me pasa por terco-.
 
De lo que vino después,
de eso sí me acuerdo
(bueno, más o menos)
Crecer no es fácil,
la vida se enreda, 
da alegrías y muchas veces duele
pero yo he tenido la suerte
de teneros.

jueves, 29 de octubre de 2020

Tutapi

Al río Napo

Llegué tarde
ahí estabas silencioso y ausente
como una amante dolida,
dándome la espalda,
escondiendo la luz de tu rostro
bajo un velo de nubes,
encaje de celosías, de tules
entretejidos con tu pecho:
uno sólo, tu lecho
y el flejo de luz, de luna,
de cielos que anuncian tormenta,
de vientos, desaires… ¡ah!
Mas se que me esperas,
que aún late tu curso por dentro,
bajo las aguas silentes teñidas
de noche, quietud y silencio,
guardas aún otro beso,
otro atardecer para un amante
que prendido de ti espera
cada día, cada tarde,
en el puerto.

miércoles, 28 de octubre de 2020

Electrónica mente

Presencialmente virtual
manualmente electrónica
mecánicamente digital
técnicamente insólita.

Burocráticamente criminal
tecnocráticamente sórdida
económicamente desigual
humanamente estúpida.

Firma antes de llegar
ármate de paciencia estoica,
y siéntese a esperar
en la sociedad electrónica.

domingo, 13 de septiembre de 2020

La playa, 2020

Tetas al aire, la cara tapada
así es como debes ir a la playa.
ponte el bikini en las orejas,
y más abajo, nada:
tetas al aire, la cara tapada.
 
Coge tu nevera, sombrilla y toalla,
libera tus pezones, y tápate la cara.
y si eres hombre, ¡que cojones!,
las bermudas bien atadas
en el rostro como tuareg de Sáhara.
 
Este verano, evita el contagio,
sigue las normas, mantén la distancia,
y si no te gustan las nuevas disposciones,
si se te suben los colores a la cara,
no molestes más y ¡quédate en casa!

viernes, 11 de septiembre de 2020

La educación virtual en Ecuador en tiempos de pandemia.

"A las 7:30 es el primer zoom. Y eso porque nos quejamos y lo han retrasado un poco. A veces no han siquiera acabado de desayunar mis hermanas y mi sobrina. Están casi todas en la misma escuela, pero en cursos distintos. A las 7:30 tiene zoom la primera, la siguiente a las 8:00, y la tercera a las 9:00. Y en mi casa sólo hay un celular, y mi compu. Así que tienen que turnarse, porque tienen que conectarse obligatoriamente al zoom para que no les pongan falta. Cada zoom dura unas dos horas, pero sólo podemos estar media hora por niña. Nos han permitido escribir a la profesora contándole que tiene que desconectarse para que se pueda conectar su otra hermanita que también tiene zoom, y gracias a Dios han aceptado porque si no sería imposible. Y luego hay que estar con ellas: mira a la pantalla, presta atención, a ver, ¿qué dijo la profesora?. Y hay que ayudarlas a hacer las tareas, explicarlas matemáticas, y español y otras materias, porque el zoom es obligatorio mínimo tres días a la semana, pero los profesores mandan mensajes de texto por whatsapp todos los días con tareas y más tareas. Yo hay días que no tengo tiempo ni energía: Levantarme, hacer el desayuno, atender a las niñas, luego el almuerzo, las compras, y en cada pausa ayudarlas con las tareas, y en la noche más tareas, y luego me pongo yo a estudiar porque también estoy estudiando a distancia en la Universidad. Y ahora ya tengo que ir a trabajar, y ya le he dicho a mi hermana, que es un poco mayor que las niñas que las tiene que ayudar ella a partir de ahora, porque yo tengo que ir a trabajar. Los profesores se quejan. Se quejan y quejan. Porque a veces no se pueden conectar, porque se satura el internet porque son muchos conectados a la vez y se pone muy lento, porque a veces las tareas llegan tarde. Hay algunas profesoras compresivas, pero la mayoría dice que no es problema de ellas, que debemos cumplir y debemos tener buen internet. Y ahora vienen también mis sobrinas, porque mi hermana no tiene internet en la casa, ya no trabaja y no lo puede pagar. Así que las pobres niñas tienen que levantarse tempranísimo y cruzar toda la ciudad, a veces en bus, arriesgándose al contagio, para llegar puntuales al zoom y que no les pongan falta. Se de vecinos que ruegan a otros vecinos que les compartan la clave del wifi, y mucha gente que se está empeñando con las compañías de teléfonos contratando planes y sacando celulares a plazos, porque en la mayoría de las casas sólo hay un celular que es el del padre o madre y se lo tiene que llevar a su trabajo. Dicen que este año no van a pedirnos dinero ni materiales en las listas de útiles, pero nos estamos empeñando pagando el internet, los datos, los celulares, y esto va a durar por lo menos el primer semestre, y todos los días es igual: Me levanto, preparo el desayuno, despierto a las niñas, ver que están vestidas, encender el zoom en el celular, mediar entre ellas para que se lo presten y todas puedan unirse a su zoom, por turnos, porque si no sería imposible, y luego estar pendientes de que prestan atención a la profe, y que hacen las tareas, y ayudarlas a hacer las tareas y explicarles lo que no entienden, porque la profe normalmente tiene tantos alumnos que no avanza a contestar tanto mensaje, y luego el almuerzo, las compras, la merienda, y además tengo que estudiar yo. Ahora lo que más me preocupa es qué vamos a hacer ahora que yo ya tengo que ir a trabajar. quien va a prestar atención a las niñas, para que no peleen por el celular, para que se unan al zoom, para que presten atención y hagan los trabajos. Yo le insisto a mi sobrina mayor, pero no es lo mismo".

Te recuerdo Víctor Jara

Tu rostro impreso
en negro sobre blanco
en la funda de aquél disco
te recuerdo Víctor.

El chisporroteo de la aguja
y tu voz aún clara
cuántas veces la han escuchado.
Te recuerdo Amanda.
 
Con la aguja en un surco
como el de los campesinos
cantaste de un pueblo,
el tuyo, el mío.
 
Recuerdo la noche
después de la película
la música grita, clamaba,
tú eras el desaparecido,

las canciones tornaban vida,
tu voz tan clara,
y las verdades tan claras,
y la historia en vilo.

Te recuerdo Víctor
te fuiste en un canto,
cinco mil voces a tu lado;
mi corazón sigue hoy cantando
contigo, Victor.

jueves, 10 de septiembre de 2020

Vallea stipularis

- ¿Y ésta qué madera es?

El grupo sube las escaleras a hacía la segunda sala del museo y se para en el descanso, en algún peldaño y mira hacia abajo señalando el suelo. El el piso inferior sólo hay un montaje museográfico con cantos rodados y varias vasijas de cerámica. No hay ningún objeto de madera, salvo una "pseudo canoa" que daría para otra historia. Pregunta, evidentemente por la escalera, cuyos peldaños son de madera.

Yo respondo un tradicional "pues me disculpan pero no estoy seguro". Me han hecho esa pregunta cientos de veces y sigo sin averiguar la respuesta. A veces tengo la sensación de que la gente no tiene mucho interés en la arqueología pero le vuelven locos los árboles o la carpintería, porque muchas preguntas se refieren a el mobiliario o estructura del edificio. Quizá tenga que cambiar de especialización.

Lo digo en serio. El edificio es una preciosidad que combina armoniosamente vidrio, concreto, hierro y madera. Rubén y Pablo tenían creo más corazón de escultores que de arquitectos, y estaban enamorados del paisaje amazónico: además de incorporar maderas -autóctonas o no, nunca lo he averiguado- en el edificio, dejaron espacio para que la naturaleza fuera decorando el edificio y sembraron ellos mismos las primeras semillas alrededor de museo y en los patios interiores del mismo. "Los médicos entierran sus errores, los abogados los cubren con papeles y los arquitectos aconsejamos poner plantas", decía Frank Lloyd Wright. En este caso no habían ningún error, ninguna falla que tapar: todo estaba calculado y los árboles y plantas tenían su espacio preciso en el diseño y se armonizaban perfectamente con el edificio y el paisaje: era toda una labor de amor, un gesto de darle a la ciudad el oxígeno y el color que hombres de oro negro y codicia le habían negado.

Lo que Rubén y Pablo nunca hicieron fue dejarme un manual, un libro de instrucciones de esta parte del edificio: tenía planos arquitectónicos llenos de medidas milimétricas de cada tabla, perno o varilla, planos de las instalaciones eléctricas, sanitarias, del aire acondicionado o el sistema cerrado de cámaras de vigilancia, tenía incluso el proyecto museológico, pero en ningún lado había un plano de dijese: plantas y árboles. Y yo, que venía del otro lado del charco, de una tierra de castaños, robles, hayas, chopos y cerezos, y que nunca prestó mucha atención a su padre cuando caminaba por el bosque, se encontraba ahora perdido entre una exuberancia que no conocía ni comprendía.

- ¿Qué madera es esta?

Aún hoy me pongo nervioso cada vez que hacen esas preguntas, y, metido entre huesos y cerámica olvido preguntar a algún amigo los nombres de todos los seres vivos que pueblan mi museo y dan color a las urnas de los omaguas. Hay helechos, hay alguna planta de coca (hasta que algún descerebrado de narcóticos venga y nos diga que no podemos tener eso) hay maderas chonta, y no se cuantas maderas más y hay... preguntas que no se responder. 

- It's so wonderful! I didn't know there was such richness hiding in the jungle This ancient cultures are amazing! Look at those... funeral urns, aren't they? Yes. Incredible! Those human shaped urns with moon faces and... Excuse, WHICH TREE IS THIS?

- The tree??

- YES! Oh my God, I'm in LOVE. 

La turista norteamericana corría por uno de los puentes en el exterior del museo y se abalanzaba contra la barandilla, sacando la cámara de fotos y fotografiando un árbol de flores rosada en el patio de entrada.

- Take me a picture, please!! Don't you know the name of this TREE??

- I... Don Pedrito, ¡¿Cómo se llamaba este árbol?! - El conserje y jardinero y tantas otras cosas más, levantaba la vista y señalando el mismo árbol de flores rosadas aseveraba:

- ¿Éste de acá? Pues Quinceañera le dicen.

- No, el otro nombre, Don Pedrito.

- Pues no sé oiga, yo sé que Quinceañera le dicen.

- Ese debe ser un nombre popular; el científico, o el común.

- Pues mire yo no se de científico, pero de verdad que Quinceañera le dicen, ya voy a preguntar al ingeniero cuando venga... Oye Ramón ¿tú sabes cómo más le dicen a este árbol?

- Quinceañera le dicen.

- ¿Ve? Quinceañera.

- DON'T YOU KNOW THE NAME OF THE TREE?

La turista norteamericana, impaciente, se asomaba a mi lado y gritaba a un divertido conserje algo que él no entendía.

- They call it... -yo intentaba buscar las palabras, pero no las había- I don't know how to say it in English... They call it the "Sweet Sixteen Tree".

- THE SWEET SIXTEEN TREE! Oh my God. THE SWEET SIXTEEN TREE. Thank you!! Can you repeat the name in Spanish? I wanna learn it.

- Quinceañera.

- Qüinsieanera. Qüinsieanera. The Sweet Sixteen Tree. Thank you!!

La turista se despedía, saludaba loca de contenta según bajaba por la rampa hacia el malecón enamorada de un árbol de rosas flores en la entrada del museo, mientras yo miraba asombrado a un árbol, qué decir, realmente hermoso que tantas veces había pasado desapercibido en mi rutina diaria. "Gracias" pensé en idioma de árbol. Regresé a la oficina y apunté en un cuaderno "Quinceañera" junto a las palabras a buscar en internet en mi libreta.

Han pasado varias lunas y soles y lluvias desde aquel primer amor junto a la Quinceañera del museo. Tantos pétalos esparcidos por el aire como si éste buscase a su amor, tantas siestas y descansos bajo su sombra... Hasta que un técnico falto de romanticismo curó los hongos de la Quinceañera de cuajo. Pobre Quinceañera, pobre selva. Menos mal que los dioses mayas de la selva nunca descansan y lo sembradores de semillas siguen incansables repoblando destrozos. Hoy, como primera semilla, he buscado el "otro nombre de la Quinceañera" Sacha capulí, dice el internet. No me dice mucho, para mi siempre será la Quinceañera, The Sweet Sixteen Tree. Hoy mientras miro el patio vacío del museo con pena y cierta nostalgia, suena en mi cabeza aquella canción de Sam Cooke:

She was only sixteen, only sixteen
I loved her so.
But she was too young to fall in love
and I was too young to know...

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Café Paparazzi

Paparazzi.
Café de sábado,
sabor a tarde,
a tiempo guardado,
a vino añejo
al paladar pegado.
 
Los labios frescos,
y las palabras libres,
y los gestos sin máscara,
y las manos tan cerca,
y los ojos tan vivos
que atraen miradas.
 
Y la lluvia que atrapa
y detiene el tiempo
en sorbos lentos,
amiga y cómplice,
feliz como ellos,
salpicando la estancia.
 
Afuera la ciudad blanca,
silenciosa y ausente
vistiendo la falda
de volcanes dormidos;
el corazón latiendo
en cada palabra.

lunes, 31 de agosto de 2020

Flores

Si vas hacia el valle
verás dos flores,
creciendo juntas
son como dos gotas
y tan distintas.

Las verás sentadas,
rodeadas de árboles,
cubiertas de hojarasca
jugando a escondidas
o tumbadas 
en un banco del parque.

Si les da el sol
les hace salir colores,
no necesitan maceta
si caso una bicicleta
y libros y otros amores.
 
Y si las riegas
te dirán ya ven,
vente hasta al parque
aquí nunca es tarde.
Respira el aire,
escucha el sonido
de sus estambres:
cuántos mundos
cuántos sabores,
pasiones, emociones,
otros jardines,
el agua de ríos
de libros, de pájaros
de noches dormidas
en copas de árboles.
 
Liba los pólenes
mezcla tu suerte
cruza la calle,
sigue el sendero
escucha el silencio,
soplándote al oído:
Flores de risas.
flores sin prisas,
soplando los soles,
cultivando amores,
llenando la vida.

sábado, 29 de agosto de 2020

El notario oficial del Reino

 Miro el calendario una y otra vez, y parpadeo para estar seguro de la fecha: 29 de agosto de 2020. Sí, no hay duda, no me he equivocado de siglo. 

Estamos en el siglo virtual: llega a través de los ceros y unos del código binario de la informática: fríos números que se transforman en música, video, fotos, personas que llegan hasta uno "casi de verdad", pues se quedan atrapadas tras una pantalla. Estamos casi a las puertas de esos materializadores de energía de Star Trek, que crean cualquier alimento a partir de átomos programados por un computador, pero aún no llegamos a ello. De hecho creo que nuestro siglo virtual corre el riesgo de convertirse en el resultado de la suma 1+1 en sistema binario: es decir, nada.

 Pero me estoy yendo por las ramas. El caso es que decidí dejar a un lado mis pegas al mundo virtual y matricularme en un máster virtual con una universidad que está a más de 10.000 km. del mi casa; las distancias no importan en este mundo virtual. 

Bueno eso creía yo. Sí importan (obsérbese que lleva tilde ese sí). 260 km. al oeste de mi casa está la Cordillera de los Andes, y de ahí, girando de nuevo a la derecha, 10.000 kilómetros después, cruzando montañas, selvas y océanos, se llega otro mundo, el Viejo Mundo, uno que hoy he descubierto que es mucho, mucho más viejo de lo que yo pensaba. En teoría, con los medios actuales, uno puede estar en el Viejo Mundo en unas doce horas si las conexiones de transporte lo permitiesen; y por otro lado, a través de la red de datos uno puede asomarse a una ventana (virtual, no lo olvidemos) de ese viejo mundo en cuestión de segundos. Ahora bien, cuando uno llega allí, tiene cierta sensación de anacronismo. Me refiero: uno llega a través de los medios virtuales, o se baja de un avión, y de repente tiene la sensación que todos esos avances no eran más que un placebo. Es como si uno dijese "Scotty, teletranspórtame" y en lugar de en la Enterprise apareciese en un carro tirado por bueyes.

Yo no aparecí en un carro tirado por bueyes, pero me encontré transitando por un mundo virtual de cartón: toda una fantástica plataforma online, con miles de formularios online, llenos de botones de "siguiente" y de "adjunte documento digital en jpg o pdf", de sistemas de pago en linea, de notificaciones por correo electrónico, donde en el siguiente clic aparece en la pantalla un aviso que dice: "imprima el resguardo, fírmelo y entréguelo en físico en la secretaría. ¿Perdón? ¿Me quiere alguien decir cómo hago eso con mi computador? ¿Qué app me falta? Espera, espera. Me están diciendo que imprima (osea, imprimir en papel) y lo firme (¡me están diciendo que coja un bolígrafo azul!) y use mis manos y garabatee mi firma, y luego físicamente (es decir, yo en persona, con ese papel en la mano) vaya y lo lleve a una secretaría, no a una secretaría virtual, no; a una de esas de ladrillo, con un mostrador de madera o de mdf, donde seguro hay una persona que cogerá mi papel, lo digitalizará y lo archivará.

¿Se dan cuenta de lo que he escrito? ¡Me están pidiendo que imprima en papel un certificado digital, viaje 10,000 kilómetros y lo lleve en persona a otra oficina donde lo escanearán para volverlo a convertir en digital! 

Tuve que hacer ese proceso por lo menos dos veces: el de imprimirlo claro, pues el envío todavía está pendiente. En estos tiempos de pandemia viajar es aún más complicado que nunca. El caso es que ahí estaba yo, con varios documentos impresos para dejaros en físico en una secretaría, incluido mi título universitario, que es tan grande que te puedes envolver en él y un certificado de la autenticidad de mi título con firma digital, que debía hacer llegar a una oficina en una universidad. Y como no podía ir yo y llevar el título-sábana para que vieran en persona que grande es, tenían que enviar una copia compulsada, es decir, con la firma y puño y letra de una persona que tuviese la potestad para aseverar que mi título era real, y que esa copia era una copia exacta de mi título real. 

Lo de Real a partir de ahora lo voy a escribir con R mayúscula, y es que no me había dado cuenta que mi título-sábana empieza diciendo en letras bien grandes: "Juan Carlos I Rey de España, y en su nombre...". A estas alturas creo que ya es obvio que no estoy en España y que mis relaciones con la Madre Patria son virtuales dada la distancia. Bien, resultó que la Madre Patria me pedía un papel, que tenía que tener validez en la Madre Patria, que -aunque ya lo había olvidado- tiene el rimbombante nombre de Reino de España (no se porqué me viene a la cabeza la película esa de Frozen, o la de Blancanieves, cada vez que leo Reino de...) y claro me encontré con que los notarios -esos que certifican, entre otras cosas, la veracidad de los papeles siempre a cambio de dinero- por ser notarios de un país extranjero, no tenían validez en este otro Viejo Mundo que está "virtualmente" a un segundo y físicamente a 10.000 kilómetros. ¿Y ahora?

Bueno pues verán, en muchos países hay unas casitas que son como un pedacito de otro país dentro de un país. Es casi como si pudieras atravesar la pantalla del computador y haciendo ¡chas! aparecer en otro país. Increíble pero cierto. Y en esa casita que es como un pedacito de otro país vive un señor que lleva el título de Cónsul y que es -y esto no lo he sacado de ningún diploma medieval, aunque bien podría haberlo hecho-, el Notario oficial del Reino. Toma Geroma pastillas de goma. A mi me daría vergüenza ir por ahí diciendo eso. El pitorreo por la calle iba a ser mundial: "¿Oiga, a qué se dedica ud.?" "Yo soy el Notario oficial del Reino". 

En fin que, aunque sonase a chiste tenía que ir a ver al Notario oficial del Reino allá en su casita. Pero resulta que debido a la pandemia, el Sr. Notario oficial del Reino está más escondido que el papá del Rey del Reino y es poco menos que imposible verle. Pedí cita (casi escribo audiencia) pero no recibí respuesta (respuesta virtual, claro, que estamos en el s. XXI) y la única solución fue enviarle por correo al Sr. Notario oficial del Reino los documentos para que el me los devolviese compulsados. Evidentemente era correo de verdad, nada de electrónico: correo de papel, de sobre y de caminar hasta la estafeta, esos que en un principio se llamaban Servicio de Correos y Postas, y que no me extrañaría que tomen de nuevo ese nombre dado que aún hay un Notario oficial...

Vale, vale, dejo de pitorrearme. Pero es que el único servicio postal que admitía mi Notario oficial del Reino (ya le estoy tomando cariño y todo) era tan especial que no tenía servicio en mi ciudad. ¿Y ahora qué más? "Pues tendrá ud. que venir a la capital y enviar desde allá los documentos, o firmar un poder para que alguien lo haga en su nombre". Por poder, podía mandarles a la mierda, pero ya que me interesa mucho el asunto, no lo hice, ni siquiera en virtual. Al final sólo tenía que viajar 260 km. y no 10.000 para poder enviar unos documentos a través del Servicio de Correos y Postas que seguro estaba a dos cuadras de la casita del Notario (oficial, del Reino) pero no importaba. Hay que evitar aglomeraciones, hay que evitar viajar, hay que hacerlo todo online de manera virtual, o más que sea por correo.

El Notario oficial del Reino también come, por si no lo sabían. Eso quiere decir que cobra unos 3,50 dólares por folio. Sí, han leído folio. A estas alturas seguro que ya no les sorprende: Notario Oficial del Reino, Servido de Correos y Postas, folio... La secretaria de mi trabajo se empeña en numerar las "fojas" de los documentos oficiales. Qué bonito es el castellano antiguo, su merçed. El Notario - o secretaria, o algún ente que firman sin nombre, manda una notificación por correo electrónico diciendo que "deposite el valor en la cuenta xxx del banco xxx. No transferencia bancaria".

Mi entender, rostro pálido. Osea, que ¿tengo que cruzar media ciudad buscando un banco, hacer cola en el banco (con mascarilla y toda la parafernalia), pagar en efectivo, recoger un comprobante de papel, sacarle una foto, y enviarla por correo electrónico al ente-secretario de Mi Notario Oficial del Reino. Debe ser que haciendo cola en la casita del Notario me puedo contagiar, pero en la cola del banco no. A partir de ahora me voy a lavar las manos con billetes de 20 en vez de con agua y jabón.

Hecho todo esto, el Servicio de Correos y Postas me ha notificado virtualmente que han recogido los documentos y que en breve me "avisarán para que los vaya a recoger". Aún no llego a mi universidad virtual, pero lo sigo intentando. Por si acaso, ¿alguien sabe si se puede escribir con lápiz a través de zoom? Me parece que me va a hacer falta esa opción...

sábado, 1 de agosto de 2020

Respira (II)

El viento respiró,
sopló los pólenes
las flores y amores
de rubios atardeceres.

Sonrojo de luciérnagas,
de polillas insomnes,
de estrellas y luces
encendidas de noche.

Tu pecho henchido,
con aires perennes,
y una paz silente,
respira los nuevos soles.

Pasión silente

Fue antes de la crisis
cuando el siglo era joven,
y los jóvenes libres
y todos los grises
se tintaban de vivos colores.

Aprendimos a leer entonces,
enamorados sin decir palabra,
observando el baile de luces,
el cambio frenético de acordes,
del piano el clave de soles... y lunas.

Éramos telépatas insomnes
sentados leyendo el cielo
viviendo sueños y pasiones
en noches de celuloide
y estrellas fugaces.

jueves, 30 de julio de 2020

Respira (I)

Que la música,
como la lluvia,
lave tu prisa
y desprenda tu alma
del día.
Y que el sol se ponga
y la luna pálida
cuente por ti las horas,
mientras tú, crisálida,
respiras.

sábado, 25 de julio de 2020

25

Un helado
o un raspado
y un beso
y un abrazo
te lo escribo
y te lo canto;
un te quiero
en un verso,
feliz, feliz
cumpleaños.

jueves, 16 de julio de 2020

Vivir en las nubes

En las nubes nubes nubes
vivo en la nubes nubes nubes
donde todo sube sube sube
vivo en las nubes,
donde los pájaros ya no son pájaros,
ahora son datos datos datos
que se cuelgan cada rato
parece micos estos datos.
Y la gente de las nubes
todo el día sube y sube
los alquileres por las nubes
todo lleno en esta urbe.
Es temporada alta,
la nube negra está cara,
¡imposible una blanca!
cirros y cúmulos, escasas.
¡Y el tráfico en las nubes!
¡no hay libre ni un enchufe!
Zeus está que sufre,
la gente consume y consume
han fundido mil fusibles,
pareciera increíble
pero la gente impasible
sube y no baja y suma y sigue.

En mi nube nube nube
con tres tonos de azules,
entre cómodos algodones
ya no se descansa, se sufre.
Nunca lo hubiera creído:
¿peleas con los vecinos?
¿música alta y ruidos?
¡estás majara, amigo!,
para los locos y los sueños,
las nubes son el Cielo.
Ahora estoy por volverme cuerdo,
y poner los pies... en el suelo.

sábado, 27 de junio de 2020

Contágiame

Contágiame,
con el brillo de tus ojos,
con el latir de tu pecho,
con las palabras que brotan,
se enredan en mi mente
y florecen luego;
contágiame de colores,
uno para cada momento,
para cada minuto de vida,
para cada sabor,
y cada sueño.
Contágiame con la mirada
con la espera y el tiempo;
contágiame el pensamiento,
los poemas tecleando mis dedos,
la risa desordenada,
el trabajo, el esmero;
contágiame la esperanza,
las ganas de vivir
y de abrazar la vida
al vuelo.

sábado, 20 de junio de 2020

La nueva realidad (o las cosas que cambian)

No estrés triste. Ya volverás a ver el sol y volverás a sentir el sol sobre tu cuerpo. Ten paciencia. Se que miras con llanto e impotencia el jardín a través de esa ventana, casi traslúcida: las manchas están por fuera, sí, pero no te preocupes, tiempo al tiempo y podrás salir la limpiarlas. Deja que sean las gotas de lluvia las que limpien los cristales por estos días, que sea el agua el que haga dibujos ellos y no las lágrimas sobre tus ojos.
Sí, ya se. Es un fastidio. Todo el día con esa mascarilla en tu rostro como si fuera un bozal. ¡Ni siquiera se puede respirar bien! Y los lentes. Ah, esos lentes, cuantas veces te los habrás lavado-desfinfectado-esterilizado. Jabón y agua, primero una mano, luego la otra, por dentro, por fuera, entre los dedos, luego se frotan y se entrelazan hasta que salga espuma, una y otra vez, una y otra vez, luego el agua y después el paño seco y limpio. Así, cada hora del día. Todos los días.
Todos los días miras por la ventana. Lo se. Cuentas cada gota de lluvia, cada rayo de sol que ilumina las flores en el alfeizar. ¿Por qué ellas están afuera, y tú tienes que quedarte adentro, encerrada, con miedo de sacar la pequeña jarra que usas para regarlas por la ventana entreabierta, temblando de miedo?
¿Por qué tienes que llegar a casa después de recorrer las calles como si se avecinase una tormenta que nunca llega, porqué tienes que recorrer las tiendas sin mirar a la gente a la cara, sin decirles casi ni una palabra, por qué tienes que entrar en casa mirando de soslayo como si alguien te estuviese siguiendo o  estuvieses haciendo algo prohibido? ¿Por qué tú corazón late nervioso cuando por fin estás adentro, y esa cosa afuera, y las fundas de la compra, repletas, parecen llenas de plantas raras, extrañas y quizás venenosas?
Las limpias y las colocas rápidamente en la despensa y la alacena, como si las introdujeses en cámaras de desinfección herméticas. Y después de miras. La ropa cubre todo tu cuerpo. Quieres tocarte el rostro y apartarte el cabello pero sabes que no puedes. Tus manos se quedan detenidas en el aire y tu rostro se va tus pies descalzos. Los zapatos descansan de la caminata sobre una alfombra segura en la puerta de la casa, como si se estuvieran recargando para la siguiente salida. Repasas tu cuerpo y rápidamente te sacas las ropa y la botas en el tacho de la ropa sucia y corres al baño. Te miras en el espejo: Todas las líneas, las marcas, el sutil vello erizándose mientras contemplas ese mapa que es tu cuerpo. Te acercas al espejo y desprendes tu mascarilla: aún está ahí. Algo más pálida pero aún se sonroja al verte, los labios se separan un poco y en la comisura que no se atreve a sonreír, quieren asomarse tus dientes. Quieres tocar tus labios, sentir esa suavidad de nuevo, pero algo se activa en tu interior y corres a la ducha. Agua caliente, jabón, champú. Tus manos recorren tu cuerpo resbalando sobre el jabón, siguiendo todas las curvas de cuerpo. El cabello descansa suelto, mientras el agua cae sobre tu rostro, llevándose el jabón, permitiéndote abrir los ojos y respirar. Podrías quedarte ahí horas. Se siente tan seguro ahí, bajo la lluvia de la ducha, dejando que el agua se lleve todo bien lejos, es un momento de paz, donde no hay pensamientos y el tiempo no pasa.
Cierras la llave y a tientas coges la toalla, te secas y te envuelves en ella. Cuando sales de la ducha, el vapor comienza disiparse, dibujando curiosas formas de vaho sobre los azulejos del baño. En el sueño, a un lado del lavabo está la mascarilla, caída. La miras y piensas:
"Paciencia, cuídate, resguárdate y protégete del viento y las inclemencias. Y crece, sí, crece por dentro. Pronto pasará este tiempo, pronto se romperá la crisálida y volarás libre, mariposa".

martes, 16 de junio de 2020

La conquista

¿Será que nos borramos de mapa?
¿Será que desaparecemos,
así, sin decir nada,
sin dejar rastro ni huella,
felices, surcando los mares,
hasta nuestra isla desierta,
cruzando la galaxia ignota
hasta los océanos de Júpiter,
fundidos en colores y sales,
dejando atrás a los perros
y las hormigas en la Tierra?

¿Será que nos tragará la selva
como tragó a las pirámides mayas,
será que nos volvemos polvo,
y hueso y barro cual omaguas?
¿Será que la conquista invisible,
avanzará sin palabras mágicas,
sin heroicas lides ni guerras,
solo el eco de palabras extrañas,
nombres de ríos de que fluyen
por unas tierras despobladas?

¿Será que nos iremos de la playa
como nos vamos después de una fiesta,
toallas, sombrillas y hamacas,
castillos de arena y conchas gastadas,
y desperdicios y papeles al viento,
y botellas vacías y ropa mojada,
olor a salitre, sexo y desenfreno
bacanal del último fin de semana?
¿Nos llorarán quizá las campanas,
cuando la marea suene a misterio
de ciudades sumergidas y atlántidas;
seremos sólo el rumor y el eco
de una tierra perdida y olvidada?

¿Será que nos vamos,
así, sin decir nada
sin besos, sin abrazos
sin siquiera mirarnos a la cara?

martes, 9 de junio de 2020

Tu sonrisa

Te quitaste la máscara
y ahí estaba:
esa sonrisa perfecta
tal y como la recordaba,
con sus marfiles blancos,
y rojos los labios
a juego con tu rostro
cuando te miraba.
No ha perdido el color,
no ha perdido la magia,
esa que me tiene prendando,
que sin hablar me llama;
incluso con los ojos cerrados
sé que quisiera besarla.

sábado, 6 de junio de 2020

El rostro de la luna

Luna
pálida y fría,
teñida de negro
el río reflejo
de codicia humana.
Luna
llora en silencio
no fue amor prohibido
fue ahogo y grito
de tierras violadas.
Luna
triste y herida
corre un velo,
lluvia en los cielos,
la selva sangra.

viernes, 5 de junio de 2020

5 de junio

La lluvia torrencial creaba una cortina gris en la calle, la calzada corría como un río estrepitoso llevando felices gotas de agua que saltaban si parar formando gorgoritos, y en la acera cinco rostros cubiertos probando suerte bajo la lluvia de la mañana, nerviosos y excitados como wambras robando unos minutos a la salida del colegio.
En la esquina la verja estaba abierta. En el interior, la escena indecisa y recogida se comenzó a cambiar ante la visita de paraguas plegados, de rostros mojados y ropas salpicadas de lluvia buscando un café. En un instante se volvió en un lugar acogedor: ruido de sillas, ruido de mesas, de charlas y risas, del chisporroteo del aceite en la sartén y el gorgojeo del agua hirviendo.
Comenzó como una confesión entre amigas siempre con un ojo avizor, como un comer a hurtadillas, y terminó como un café programado en la mañana, uno de esos que nunca se acaba, un intercambio de vidas encerradas y verdades guardadas esperando para ser contadas cara a cara, sin más máscara que la risa, pues no se pueden contar de otro modo.
Terminó siendo una vuelta a la vida, un florecer bajo la lluvia de junio, lavando miedos y arriesgando al aire esas ganas de vivir el día, de afrontar los retos de la vida y aprovechar cada minuto, saboreando cada sorbo, cada gota de agua que rueda por el rostro hasta penetrar por la comisura de los labios.
Y después el temporal amainó y las risas se volvieron adioses y hasta luegos, y bajo las últimas gotas de lluvia, rodando, caminando bajo unos paraguas felices de estar de nuevo mojados, caminaron lentamente, aprovechando el tiempo que daba la calle hasta llegar a la esquina, para seguir conversando y comenzar detalles, esbozando frases, aprovechando la nueva vida, caminando luego cada uno a su casa, felices, como si llevaran consigo un ramo de flores.

jueves, 28 de mayo de 2020

Zoombao

Mareao
y encerrao
y ordenao
por un ordenador
¡que suplicio, señor!

Hoy he desayunao
casi no he meao
y ya estoy sentao
comienza la sesión
tele-esclavo teletrabajador.

A las 8 me han convocao
no puedo ir a ningún lao
que me tienen controao
para preservar la producción
A distancia y con reloj.

A penas he almorzao
y casi atragantao
medio diente cepillao
comienza el segundo round,
Zoomosacerdote explotador.

Todo el día enclaustrao
telemáticamente encadenao
ya no sé de que he hablao
mis ojos están viraos
mi cerebro encriptao
no se si estoy de pie o sentao
si empiezo o he acabao
mírame yo te he mirao
soy presente y pasao
soy pez y estoy pescao
me han dejao ensimismao
estoy Zoombao.

martes, 26 de mayo de 2020

Desde mi ventana

Desde mi ventana
oigo el rumor de la calle,
oigo la marea humana,
silbatos y voces quebradas,
palos, cazuelas y piedras,
y sangre y pólvora y metralla.
Sangre de gente desamparada,
metralla de policías sin rostro,
sin hijos, sin alma, sin patria.
Desde mi ventana
respiro el humo espeso
que arde en las gargantas,
que ahoga gritos y palabras;
veo a mi gente escondida
sus ojos irritados en lágrimas,
bajo paños e improvisadas máscaras;
veo a las negras cucarachas,
disparando mortales balas,
matando hombres y mujeres
cobardemente por las espalda.
Desde mi ventana,
oigo el llanto de los niños,
oigo como el hambre mata
desde una ley planificada
y engorda vacas sagradas,
huelo los cadáveres pudriéndose
en las orillas del Guayas,
bajo los dueños del dinero,
marqueses en suntuosas villas,
y señores de las cloacas;
veo líderes de hojalata
sin corazón en sus entrañas.
Desde mi ventana
veo un mar de techos oxidados,
goteras que calan el alma,
raídos ponchos y plásticos,
tejidos con la esperanza
de pobres ricos en humildad,
de hambre compartida,
pampa mesa en campaña,
de un pueblo que lucha,
que grita "¡que se vayan!
que se coman sus patrañas,
que se pudran en sus casas,
que nuestra es la calle, y la plaza
nuestros los hospitales y escuelas,
nuestro el tren, y toda la plata
que robaron cual alimañas,
y aunque nos cueste cien vidas,
vamos a recuperarla."

lunes, 25 de mayo de 2020

En la puerta de mi estancia.

En la puerta de la estancia
que guarda mis días de espera
los rayos de luz filtran
partículas casi etéreas
de polen y otras sustancias.

En la puerta de la estancia,
en las primeras horas del día,
de rocío aún cuajadas
las almas del jardín despiertan
lloran las sus ultimas lágrimas.

En la puerta de la estancia,
aún esperando la respuesta,
un sutil aroma me embriaga,
atravesando el dintel y jambas,
de esta triste puerta ajada.

En la puerta de la estancia,
en la eterna puerta de la estancia,
espera el jardín, afuera,
con sus flores y sus hadas,
con sus amores y primaveras,
¡quién pudiera tocarlas!

jueves, 14 de mayo de 2020

El abrazo

Una carta escrita en verso
palabras que saben a mayo
curvas en papel cuadriculado,
líneas de pliegue a mano,
instrucciones en el reverso:

léase cuando sienta miedo,
sorbo a sorbo, paladeando
cada sílaba, cada acento.
Léase una vez, o dos, o cuatro:
no causa efectos adversos,

aunque en muchos casos
puede provocar el llanto,
sonrojo o rubor involuntario,
sonrisa espontánea en labios,
esperanza y buenos sueños.

lunes, 27 de abril de 2020

Cuando el aire sea aire

Qué será de nosotros,
digo, cuando esto acabe;
cómo volveré a mirarte,
cómo será el ser libres,
o quizá nunca lo seremos
y atrapados en la costumbre
volveré a olvidar decirte
cuánto te quiero.

Qué será de nosotros
cuando la caridad termine,
cuando el río vuelva a su cauce;
¿será el compromiso un arte
fingido como muchos otros,
o será por fin parte
de nosotros, como el quererte,
perdonándolo todo?

Que será de nosotros,
y de ellos, y de tanta gente;
ojalá ya no haya nadie
que reparta, ni nadie que mezquine
esta riqueza de todos
cuando el aire sea aire
y la única máscara presente
sea tu rostro, sea mi rostro,
el rostro de ellos,
un mismo rostro.

jueves, 23 de abril de 2020

Día del libro, 2020

Un libro escrito en cerámica,
un rito - alfarera omagua.
en cada trozo de greda, una página,
un recodo del río,
un espacio de tiempo
en la espiral mágica.

Libro ilustrado de ríos
de pumas, serpientes y águilas,
historias de todos los seres
en la selva habitada;
selva descrita en cerámica,
en trazos negros y ocres
sobre páginas blancas.

Relatos de un tiempo sin dioses,
de rostros de luna pálida;
libro en braile para shamanes,
líneas sinuosas de ayahuasca
creando nuevas formas
floreciendo a la vida eterna,
vidas y días escritos en barro,
relatos de antiguos omaguas.

Urna funeraria Fase Napo (detalle)

martes, 21 de abril de 2020

Canto

Canto
sal de este cuerpo,
brota del alma,
rompe el encierro,
acalla el llanto,
haz nuevo viento,
empuja las alas,
recorre el cielo,
cruza montañas,
mares y pampas,
rompe el silencio:
un canto nuevo,
amor verdadero
a Pachamama.
En tu regazo
flores de mayo,
entre tus dedos,
solo caricias,
entre tu pecho
sólo el abrazo
propio y extraño;
mundo que sana,
un mundo nuevo.

domingo, 12 de abril de 2020

África

África.
No existes en ningún mapa,
de ti nadie habla,
¡qué sola estás, África!

África negra, África blanca,
madre de todos, olvidada
madre primera,
convertida en esclava.

Por sus hijos repudiada,
por sus hijos maltratada,
por sus hijos saqueada,
y abandona a tu suerte, África.

Cómo se atreven, África,
a pensar en su mañana,
buscando una vacuna,
jugándote a las cartas.

Llora, luna de África,
llora, no se borrarán las manchas ,
llora tu noche tan pálida,
tan negra y llena de estrellas,
y en cada estrella, un alma.

Desconectados

Escribo este pequeño artículo desde mi computador, en casa, tranquilo, mientras afuera llueve y la calle está desierta no por la lluvia de este domingo amazónico, sino por la pandemia que tiene en vilo al mundo.
"Ojalá fuese sólo la pandemia", pienso. La pandemia, y la contaminación (recientemente hubo un nuevo derrame de petróleo en la cuenca de río Napo, aquí en la amazonía ecuatoriana), también el dengue, la violencia doméstica, y sobre todo, LA POBREZA.

Si, LA POBREZA MAL REPARTIDA. Y es que si algo nos acaba matando es eso: el ansia de unos a acumular riqueza sin darse cuenta de que de nada sirve eso. Es como un placebo, el error que muchos comenten de automedicarse para esconder la enfermedad suponiendo que así se van a curar, ellos solos, sin ayuda de nadie más. Placebos y automedicación como las que receta ahora el gobierno, que esconde el bulto ofreciendo "supuestas ayudas de compensación para salir de la pandemia". Todo está preparado, a salvo en casa, y conectado para que todos, en nuestro aislamiento, nos ayudemos y salgamos todos juntos de esta pandemia. Pero, ¿y qué  pasa, digo yo, con todos los desconectados?

¿Quienes? Me podrían estar ustedes preguntando. Pues los "desconectados" aquellos que, elijan ustedes, no pueden o no disponen o no pueden aspirar a conseguir, los medios, las herramientas, las redes para estar conectados ser beneficiarios de las medidas, de las alternativas en confinamiento. Me explico. Se habla de educación a distancia, de los profesores dictando clases a través de internet, de dejarles tareas en plataformas virtuales. Se habla de teletrabajo: videoconferencias, videomeeting, plataformas virtuales de trabajo, chat, correo electrónico. Se habla de telemedicina, de mensajes de texto o de whatsapp. Se habla de aplicaciones para celular, de banca online, para pago de servicios y otras prestaciones del sector financiero. Se habla de información al instante a través del twitter, de comunicaciones oficiales por canales streaming. Se habla de cultura online, de ebooks, de películas liberadas en plataformas de video. Se predican incluso misas a través de internet, de la televisión. Todo esta orquestado para poder seguir funcionando desde la comodidad y seguridad de nuestra casa, todo, para todos aquellos conectados a "la red" pero, ¿y para todos aquellos que no tienen acceso a ella?

En Ecuador el 40% de los estudiantes no tienen acceso a internet. Esto quiere decir que no tienen computadora, o celular o tablet, o que en su casa no hay conexión de internet, tampoco datos en sus celulares. Muchas familias no tienen el dinero -ni el crédito- para comprar estos aparatos, otras no pueden costearse el pago mensual del internet o del plan de datos; pero también hay quienes ni siquiera tienen luz eléctrica en casa; de poco les puede servir a ellos el internet. Peor aún, hay sectores, regiones, parroquias, cantones en el país en los cuales no existen estos servicios: tendido eléctrico, internet o redes de telefonía móvil. ¿cómo va a hacer un niño en el suburbio en Guayaquil, o en algún barrio de muerte en Quito para acabar sus clases online si en su casa con suerte hay -si es que la hay- luz eléctrica? ¿Como lo van a hacer en tantas comunidades campesinas e indígenas en la región amazónica, por ejemplo, donde no llega ni siquiera la señal de celular y para mandar un mensaje o hacer una breve llamada hay que caminar y subirse a una colina donde con suerte llega a la señal?

Muchos me llamaran exagerado. Dirán que me voy a los extremos, que extremos, que pobreza extrema siempre habrá. Puede que siempre haya, sí, y ojalá deje de haberla algún día pero, el problema es que ese "extremo" del que dicen que hablo representa el 40% de la población del país, si no incluso algo más. Ahora ya no me llaman exagerado, ¿vedad? Ahora son ustedes los que esconden la cabeza bajo la tierra como avestruces, son ustedes los que miran incómodos a otro lado. Bien, pues alcen la cabeza y miren a realidad cara a cara. Mírenla. Sí, ¿les asusta, verdad? Sí, no escondan el rostro. Les asusta porque representa la muerte. La muerte de esas personas, y la muerte de ustedes mismos. De pronto, aquello que estaba lejos, que no importaba, se ha convertido en algo que les puede costar al vida a ustedes mismos, así, sin hacer nada, sin siquiera tocarles, sin robos, sin asaltos. La muerte llegando a la puerta de sus casas, entrando sin violentar a ninguna persona, sin romper ninguna puerta. Hoy están viendo una película en 4K y mañana ya no respiran.

Y todo por no hacer nada, por mirar con vergüenza hacia otro lado, por escatimar en recursos y medios, por pensar que la política no sirve, que de nada sirve votar, que todos los políticos son iguales, que hagan lo que quieran... ¿incluso prepara su propio funeral, el de ellos y de ustedes? Ah. De repente si empezó a tener importancia la política. Vea, ahora el no votar si les está pasando factura. Qué a gusto estaban ustedes en casa, y yo calladito, hasta que las cosas empezaron a quebrarse. Ustedes, que protestaron contra el gasto público, ustedes que criticaron hasta la saciedad un sistema educativo que nunca han usado, ustedes que criticaron hasta la saciedad a un sistema sanitario que nunca han usado, ustedes, que buscaron (cómplices de la corrupción y los sobornos) como pagar menos impuestos legalmente, claro; ustedes que siempre prefirieron cualquier producto hecho en Europa o Estados Unidos, a cualquiera producido en Ecuador, ustedes que manejan la trageta de crédito diestramente para comprar online, ustedes que siempre regresan del extranjero con las maletas repletas de mil y un artículos para no pagar aranceles, ustedes que pensaron que esa forma de vida les salvaba y les garantiza un bienestar y un porvenir, se quedan ahora temblando, lamentando no haber hecho el qué (no lo saben o no lo quieren reconocer)

Y mientras tiemblan e intentan escapar del mea culpa, las noticias siguen, y el gobierno recorta el presupuesto de la sanidad pública, y donde había 3 para 100 personas ahora hay 2 médicos para 100 personas; y el gobierno recorta la educación pública, y vuelve a meter a los niños y niñas en cuchitriles escuelas unidocentes, sin luz y sin internet; y el gobierno apaga y desmantela los infocentros, "desconectando" a unos cuantos más, y el estado elimina bonos, y subsidios básicos, y elimina aranceles a las importaciones mientras deja de fomentar la producción local. Y el estado crea, con la venia de todos ustedes, cómodamente en sus casas, más y más desconectados.

No me pregunto cuántos de ustedes seguirán teniendo internet mañana, no, sino cuántos lo podrán seguir usando: unas computadoras perfectas, ceros y unos ordenándose creando imágenes fantásticas, para unas personas que dejaron de respirar, que se fueron. Casas automáticas, ausentes de sus dueños, ya no "desconectados" sino apagados sin remedios, sólo por no querer compartir la pobreza. Sí, la pobreza de muchos otros.

Mañana vendrán lluvias suaves*. Espero que no sea como las de aquel futuro que escribió Ray Bradbury.

*Cf. Vendrán lluvias suaves, en Crónicas marcianas (1950) de Ray Bradbury

viernes, 10 de abril de 2020

Fe

Lola Mora me dejó este Cristo en el whatsapp esta mañana. "Si quieres, ponle letra", me dijo...
Gracias Lola.


 
Te vendimos Señor,
te vendimos a los bancos,
te cambiamos por aquellos
que juegan a ser Dios.
Por unas monedas de plata,
creímos comprar la Gracia,
y te vendimos Señor.

Te vendimos señor,
tu viacrucis hoy avanza
por calles desiertas,
repletas de muerte y dolor;
tu sangre mancillada
fluye por ríos silentes,
sólo se oye tu llanto, Señor.

La Tierra grita Señor,
La Mama sufre, tiembla
sus hijos - tus hijos,
mienten antes que salga el sol,
buscan refugio en casas,
se arrodillan ante tu estampa,
perdón, perdón, Señor.

No somos dignos de tu calvario,
y tú nos perdonas, Señor,
nos consuelas y nos das la mano;
ahí estas siempre Señor,
dos mil años y veinte más,
cargando la cruz del mundo,
trayéndonos luz.