Te quitaste la máscara
y ahí estaba:
esa sonrisa perfecta
tal y como la recordaba,
con sus marfiles blancos,
y rojos los labios
a juego con tu rostro
cuando te miraba.
No ha perdido el color,
no ha perdido la magia,
esa que me tiene prendando,
que sin hablar me llama;
incluso con los ojos cerrados
sé que quisiera besarla.
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