Resérvame una playa,
una sombrilla amarilla
donde nadie me conozca,
donde sólo el mar me canta.
Donde enterraron el tesoro,
donde Ahab levó anclas,
donde Picasso dibujaba
y el poeta caminaba solo.
Resérveme cien veranos
de soledades y cinco horas
con mi mejor amigo, a solas;
y la muchacha del errante Angus.
Háblame de los tigres de Malasia,
de un capitán de quince años,
de la fragua de los gitanos
y la luna de fría plata,
y las ramas y el viento verde,
y de la Pimpinela Escarlata,
de Don Quijote de la Mancha,
del pueblo las gentes de Orfalase.
Apártame una cita con Rama,
tatúame historias en los brazos,
llévame a un castillo en los Cárpatos,
recuéstame en una ciudad marciana.
¡Libérame de este hastío!
¡Regálame un estío!
uno que dure cinco años
mecido en un mar de libros.
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