A mis padres
Fue también un domingo,
un ocho de noviembre
de mil novecientos ochenta y uno,
me adelanté por ver el mundo,
no fue mi intención los llantos,
tampoco el tremendo susto.
Supongo que quería veros,
y nervioso e impaciente,
no quise esperar a enero.
Un día esperado en vilo,
un mes en incubadora luego
-eso me pasa por terco-.
De lo que vino después,
de eso sí me acuerdo
(bueno, más o menos)
Crecer no es fácil,
la vida se enreda,
da alegrías y muchas veces duele
pero yo he tenido la suerte
de teneros.
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