El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

martes, 17 de noviembre de 2020

Lluvia

La lluvia.
Sí, la lluvia con que me cubres cada día. 
La lluvia que inunda mi celular cada vez que escribes.
Ese aguacero de mensajes, de líneas sueltas, apuradas. 
De frases que forman párrafos, que se len en cascada.
La voz en mensajes de audio:
Apasionada. 
Nerviosa. 
Llena de excitación, movida por el momento, 
y los sueños, y las ideas que surgen, y los proyectos.
Y mi voz...
o mis letras.
Intentado abrirse paso a través de la lluvia y contestar con ella, 
recibiendo sólo una respuesta:
más lluvia,
lluvia que fluye sin cesar, que me empapa y me envuelve con ella.
A veces llega con viento, como la tormenta,
a veces, abro el paraguas y me enfrento a ella.
Y luego lo cierro, sabiendo que el temporal no escampa, que la lluvia...
la lluvia es como la lluvia de la selva:
cae nerviosa, hace gorgoritos en los charcos,
me pone nervioso y luego espera,
un sol, dos soles. 
La sonrisa del sol y la vida:
vida florecida, reverdecida,
y siempre creciendo.
Sueños que se renuevas en el aguacero,
sueños, ideas, que siempre esperan
a que entre sol y nubes,
lluevas.
 
¿Aún no te he dicho
que me gusta mojarme con ella?

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