El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

jueves, 10 de septiembre de 2020

Vallea stipularis

- ¿Y ésta qué madera es?

El grupo sube las escaleras a hacía la segunda sala del museo y se para en el descanso, en algún peldaño y mira hacia abajo señalando el suelo. El el piso inferior sólo hay un montaje museográfico con cantos rodados y varias vasijas de cerámica. No hay ningún objeto de madera, salvo una "pseudo canoa" que daría para otra historia. Pregunta, evidentemente por la escalera, cuyos peldaños son de madera.

Yo respondo un tradicional "pues me disculpan pero no estoy seguro". Me han hecho esa pregunta cientos de veces y sigo sin averiguar la respuesta. A veces tengo la sensación de que la gente no tiene mucho interés en la arqueología pero le vuelven locos los árboles o la carpintería, porque muchas preguntas se refieren a el mobiliario o estructura del edificio. Quizá tenga que cambiar de especialización.

Lo digo en serio. El edificio es una preciosidad que combina armoniosamente vidrio, concreto, hierro y madera. Rubén y Pablo tenían creo más corazón de escultores que de arquitectos, y estaban enamorados del paisaje amazónico: además de incorporar maderas -autóctonas o no, nunca lo he averiguado- en el edificio, dejaron espacio para que la naturaleza fuera decorando el edificio y sembraron ellos mismos las primeras semillas alrededor de museo y en los patios interiores del mismo. "Los médicos entierran sus errores, los abogados los cubren con papeles y los arquitectos aconsejamos poner plantas", decía Frank Lloyd Wright. En este caso no habían ningún error, ninguna falla que tapar: todo estaba calculado y los árboles y plantas tenían su espacio preciso en el diseño y se armonizaban perfectamente con el edificio y el paisaje: era toda una labor de amor, un gesto de darle a la ciudad el oxígeno y el color que hombres de oro negro y codicia le habían negado.

Lo que Rubén y Pablo nunca hicieron fue dejarme un manual, un libro de instrucciones de esta parte del edificio: tenía planos arquitectónicos llenos de medidas milimétricas de cada tabla, perno o varilla, planos de las instalaciones eléctricas, sanitarias, del aire acondicionado o el sistema cerrado de cámaras de vigilancia, tenía incluso el proyecto museológico, pero en ningún lado había un plano de dijese: plantas y árboles. Y yo, que venía del otro lado del charco, de una tierra de castaños, robles, hayas, chopos y cerezos, y que nunca prestó mucha atención a su padre cuando caminaba por el bosque, se encontraba ahora perdido entre una exuberancia que no conocía ni comprendía.

- ¿Qué madera es esta?

Aún hoy me pongo nervioso cada vez que hacen esas preguntas, y, metido entre huesos y cerámica olvido preguntar a algún amigo los nombres de todos los seres vivos que pueblan mi museo y dan color a las urnas de los omaguas. Hay helechos, hay alguna planta de coca (hasta que algún descerebrado de narcóticos venga y nos diga que no podemos tener eso) hay maderas chonta, y no se cuantas maderas más y hay... preguntas que no se responder. 

- It's so wonderful! I didn't know there was such richness hiding in the jungle This ancient cultures are amazing! Look at those... funeral urns, aren't they? Yes. Incredible! Those human shaped urns with moon faces and... Excuse, WHICH TREE IS THIS?

- The tree??

- YES! Oh my God, I'm in LOVE. 

La turista norteamericana corría por uno de los puentes en el exterior del museo y se abalanzaba contra la barandilla, sacando la cámara de fotos y fotografiando un árbol de flores rosada en el patio de entrada.

- Take me a picture, please!! Don't you know the name of this TREE??

- I... Don Pedrito, ¡¿Cómo se llamaba este árbol?! - El conserje y jardinero y tantas otras cosas más, levantaba la vista y señalando el mismo árbol de flores rosadas aseveraba:

- ¿Éste de acá? Pues Quinceañera le dicen.

- No, el otro nombre, Don Pedrito.

- Pues no sé oiga, yo sé que Quinceañera le dicen.

- Ese debe ser un nombre popular; el científico, o el común.

- Pues mire yo no se de científico, pero de verdad que Quinceañera le dicen, ya voy a preguntar al ingeniero cuando venga... Oye Ramón ¿tú sabes cómo más le dicen a este árbol?

- Quinceañera le dicen.

- ¿Ve? Quinceañera.

- DON'T YOU KNOW THE NAME OF THE TREE?

La turista norteamericana, impaciente, se asomaba a mi lado y gritaba a un divertido conserje algo que él no entendía.

- They call it... -yo intentaba buscar las palabras, pero no las había- I don't know how to say it in English... They call it the "Sweet Sixteen Tree".

- THE SWEET SIXTEEN TREE! Oh my God. THE SWEET SIXTEEN TREE. Thank you!! Can you repeat the name in Spanish? I wanna learn it.

- Quinceañera.

- Qüinsieanera. Qüinsieanera. The Sweet Sixteen Tree. Thank you!!

La turista se despedía, saludaba loca de contenta según bajaba por la rampa hacia el malecón enamorada de un árbol de rosas flores en la entrada del museo, mientras yo miraba asombrado a un árbol, qué decir, realmente hermoso que tantas veces había pasado desapercibido en mi rutina diaria. "Gracias" pensé en idioma de árbol. Regresé a la oficina y apunté en un cuaderno "Quinceañera" junto a las palabras a buscar en internet en mi libreta.

Han pasado varias lunas y soles y lluvias desde aquel primer amor junto a la Quinceañera del museo. Tantos pétalos esparcidos por el aire como si éste buscase a su amor, tantas siestas y descansos bajo su sombra... Hasta que un técnico falto de romanticismo curó los hongos de la Quinceañera de cuajo. Pobre Quinceañera, pobre selva. Menos mal que los dioses mayas de la selva nunca descansan y lo sembradores de semillas siguen incansables repoblando destrozos. Hoy, como primera semilla, he buscado el "otro nombre de la Quinceañera" Sacha capulí, dice el internet. No me dice mucho, para mi siempre será la Quinceañera, The Sweet Sixteen Tree. Hoy mientras miro el patio vacío del museo con pena y cierta nostalgia, suena en mi cabeza aquella canción de Sam Cooke:

She was only sixteen, only sixteen
I loved her so.
But she was too young to fall in love
and I was too young to know...

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