Llévame a tu calle, llévame,
dame tus pies de asfalto,
dame tu calor y tu llanto.
Llévame a tu calle, sumérgeme,
entre el smog y tráfico,
las prisas, los gritos metálicos.
Llévame a tu calle, crucifícame
bajo las luces del semáforo,
en tus buses, pidiendo, rogando.
Llévame a tu calle, despiértame,
sacúdeme escaleras abajo,
rompe mis sueños de plástico.
Llévame a tu calle, arrástrame
por su tapiz intrincado,
estrato tejido con años.
Llévame a tu calle, enrédame,
en la telaraña del mercado,
medina de propios y extraños.
Lleváme a tu calle, cántame
como a las flores silvestres en ramo
que adornan los balcones del barrio.
Llévame a tu calle, acúname
en algún portal, sentado,
la noche tenderá su manto.
Llévame a tu calle... despiértame
que ya brotan las flores del campo
entre las grietas del negro asfalto.
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