El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

viernes, 2 de noviembre de 2018

El día de los muertos

En el medio de la noche
se ha escuchado un trueno
y ha caído un rayo
sobre el cementerio.

Se ha quejado un árbol
con sus brazos abiertos,
con sus ramas secas
arañando el viento.

Recorren su tronco
su espinazo seco,
rayos y centellas
de la raíz al suelo,

Ya mueve sus zarpas,
agita su esqueleto
y con sus pies baila
por el cementerio.

Baila de la mano
de dos niños viejos
después de tantos años
han perdido el pelo

pero no el brillo
de sus ojos huecos,
tampoco la sonrisa
de marfil y hueso.

Se han abierto las tumbas,
se despiertan los muertos,
limpian sus bien sus lápidas
y estiran sus huesos.

Se han puesto bombín
y zapatos viejos
de esos sin cordones
llenos de agujeros,

y un abrigo de paño
que olvidó el trapero,
con dos o tres parches
y ojales huérfanos.

Ellas lucen vestidos
de esos bien estrechos
de atrevidas transparencias
¡se les ven hasta los huesos!

Doce campanadas
dicen que doce fueron
se abrieron las puertas,
y salieron corriendo.

Corriendo por las calles
hasta la estación del metro
hay que ser puntuales
serios y correctos.

Que el señor alcalde
que "quiere ser bueno"
ha organizado un baile
en el ayuntamiento.

"Vamos a contarle,
que falta presupuesto
que ilumine bien las calles
que tape todos los huecos,

que en la biblioteca
ponga libros nuevos
novelas de aventuras,
y cuentos de miedo.

que siembre más árboles
y menos cemento
que piense más en los niños,
también en los abuelos.

Que si todo esto no hace
puede coger sus huesos,
sus votos y sus favores,
e irse bien lejos."

Hay que ver como bailan
la primera dama y el muerto
El alguacil está pálido
de color verde el arquitecto,

y el concejal desesperado:
su flaca novia no tiene trasero,
y cada vez que intenta algo,
ella le clava los huesos.

"Vamos a adoquinar
todo el mausoleo,
y la oxidada verja,
la pintaremos de nuevo"

El señor alcaide
dibuja el cementerio
haciendo en el aire alardes
¡que tipo más siniestro!

Su huesudo acompañante,
le escucha en silencio
y sus frías manos sin guantes
le pone alrededor del cuello:

"No intente camelarme
no malgaste su dinero,
que cuando llega la parca,
cualquier hueco es bueno,

así que haga su parte,
piense un poco en el pueblo
o nos quedaremos acá, no hay prisa,
que ya estamos bien muertos"

1 comentario:

Unknown dijo...

Aplausos, estimado Álvaro por su poesía y por esa acertada inclusión política.