Cuando aparqué mi
dinosaurio,
le dí una palmada
en el lomo
mientras el guardia,
atónito
se rascaba el
mentón, nervioso.
“Oiga, no puede
parquear acá esto”
dijo el guarda con
gesto molesto,
libreta y lápiz en
mano bien presto,
empapeló a mi
jurásico amigo.
“¡Discriminación
contra seres extintos!”
Le grité sin perder
mi buen tipo.
“¿No sabes usted
que hoy ha salido
una ley que habla de
mundos perdidos
de tiempos futuros y
pasados no escritos?
Sr. Guardia, póngase
al hilo,
guarde su libreta,
cambie de estilo,
haga el favor, hoy
es el día del libro”.
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