La noche es de ellos
y el resto no cuenta
las risas y el viento
la calle desierta
sin ley, sin veredas.
Doblando la esquina
se escuchan las risas
del circo ambulante
seis pies que caminan
tres cabezas, una camisa,
e iluminando la pista
unos faros de auto:
el público ruge al artista
ellas peinan su encanto
él su mejor sonrisa
de galán sin astucia
en un juego de amigos
donde la risa triunfa
cuando se oye el grito:
"¡Gringo presta una!"
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