Con admiración y cariño a mi tío
Pablo, a Juanito, José, Juan, Jesús, Gonzalo y todos cuantos han caminado y
caminan con Sus sandalias.
No has olvidado el cayado
ni las sandalias de esparto
y tus hombros cansados
llevan con amor Su cruz.
En un morral gastado
en el que pesan los años
llevas amor y abrazos
para encender Su luz.
Es tu piel viejo sallo
y en tus manos los callos
son la señal del arado
con el que siembras la Fe.
Es tu voz como el viento
que desciende del Cielo
para regar los desiertos
y calmar la sed
de personas perdidas
sin rumbo en la vida
que al compartir tu fatiga
encuentran a Dios.
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