Esta noche he sentido
la lluvia sobre el tejado
en su suave arrullo he dormido
entre dulces sueños arropado.
Y en la mañana al despuntar el alba
escuché el cantar de los grillos
caminando alegres bajo el agua
de la lluvia que devuelve al campo su brillo.
Corrimos con ellos, mi sonrisa y yo
salpicando en los charcos del camino
bajo un rio de sombrillas y trajes multicolor
compartiendo las risas, sintiéndome vivo.
Cuánto me he perdido
viviendo en el palacio
ajeno al bullicio y el cantar
de las flores del campo
por eso te doy las gracias hoy Señor,
por recordarme dónde esta el barro
ese que moldea mis brazos,
ese que mancha mis manos
y las manos de aquel que llamo hermano,
aquel que comparte lo más valioso que tiene:
una sonrisa, un beso, un abrazo.
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