El centro histórico es precioso, pero también hay otras zonas perdidas por la ciudad que merecen la pena ser visitadas: el teleférico, el panecillo, la zona peatonal de la Avda. Amazonas y la Mariscal, la Mitad del Mundo (que está como a una hora de Quito, al norte), por ejemplo.
En las tres o cuatro veces que he pasado por Quito este año, poco a poco he ido conociendo todos estos lugares, en algunos casos por primera vez, en otros redescubriéndolos y mirándolos ahora con ojos de adulto (estuve de crío por Ecuador, allá en el 92) Esta última visita decidí que no podía dejar pasar más tiempo dos lugares que les recomiendo encarecidamente que no dejen de visitar si se van a Quito.


Además de visitar este museo y encontrarse con el sugerente y atrayente arte de estos primeros pobladores, en el que yo encuentro una magia, un simbolismo especial, otro lugar importante y especial también en el aspecto espiritual, es la Capilla del Hombre de Oswaldo Guayasamin. No conocía mucho de este pintor ecuatoriano, de su vida, su obra; y para mi fue todo un descubrimiento: una persona que se me hace humana desde lo más profundo, comprometida, luchadora, y mística también, capaz de expresar en un rostro, en la representación de una persona todos esos sentimientos y vidas que llevaría decenas de páginas expresar por escrito. Pero, no solo sobrecojen y llevan a la reflexión sus pinturas. El lugar es sin duda único y mágico. La primera capilla -dice- creada para el hombre y no para un dios. Un lugar para sentarse a ver arte y reflexionar sobre el hombre y sobre la vida.
Fue realmente espcial e inesperado acabar allí la tarde del viernes. Horas allí sentados en el museo y paseando por el singular lugar que Guayasamín eligió para edificar su casa y sembrar su arte. Hay algo mágico en estos lugares y en estas gentes. No dejen de visitarles, déjense llevar por los implusos de alma y mente.

1 comentario:
Qué chulo Quito, a ver si un día vamos juntos a Ecuador y me lo enseñas
Publicar un comentario