El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

sábado, 30 de marzo de 2013

Mariposa de noche

Mariposa de noche, vestida de domingo
con alas de colores desplegando su brillo,
el delicado polen mágico de flores eternas
crecidas como tú, con luz de luna y estrellas.
Con él alimentas los sueños de los niños,
dejas en ellos el sabor de campos y ríos
cubriendo sus rostros con una fina pátina
hecha de suaves sedas y frágil como tus alas.

Mariposa de noche, libre como el viento.
Has roto el capullo del gusano prisionero,
has abierto a la luz del día tus finas alas
has abandonado el refugio de la crisálida
y terminada tu infancia, en la flor de la vida
que sabes breve y frágil, vuelas con alegría
pintando de colores la vida, ajena al tiempo
que un día cual suave brisa, detendrá tu vuelo.

Mariposa de noche que guardas mi cama
no veles más por mi, pues hoy al alba
con los primeros rayos de sol, abriré mis alas
esas tú me diste, hechas de polen y escarcha.
Con ellas surcaré los aires para pintar
la vida del mañana y hacer al sueño realidad:
un mundo donde el color sea la esperanza
que infunda a la gente valor y mueva su frágiles alas.

jueves, 21 de marzo de 2013

Día del árbol

Comienza la primavera en el emisferio norte. Aquí, en el trópico lo veo con cierta añoranza, pues acá el tiempo apenas varía, no existen las cuatro estaciones. Recuerdo que más o menos por estas fechas, en los colegios de España se celebraba el día de la naturaleza o del árbol... Sea como sea, este pasaje, escrito con poesía, verdad y amor a la naturaleza, resuena con fuerza estos días en mi cabeza.

"Los árboles refrescarían las ciudades abrasadas por el verano, los árboles pararían los vientos del invierno. Un árbol podía hacer muchas cosas: dar color, dar sombra, fruta, o convertirse en paraíso para los niños; un universo aéreo de escalas y columpios, una arquitectura de alimento y de placer, eso era un árbol. Pero los árboles, ante todo, destilaban un aire helado para los pulmones y un gentil susurro para los oídos, cuando uno está acostado de noche en lechos de nieve y el sonido invita dulcemente a dormir."
- Ray Bradbury, Crónicas Marcianas

lunes, 18 de marzo de 2013

Adolescencia

Vive en una casa de tejas
rojas y flores blancas
que pueblan el alféizar
de su ventana abierta.

Cada noche ella las riega
les cuenta al oído secretos
mientras espera a que florezca
la primavera en su interior.

Y absorta mira
a las estrellas
cómo quisiera
brillar con ellas,
con alas hechas
de luna llena
volar al cielo
y abrirse en flor.

El tiempo pasa tan despacio
y ella quiere ya vivir los días
en que no hagan falta permisos
y los chicos pierdan su cobardía,

y papá y mamá en la distancia
la escuchen cantar su canción
esa que ya no habla de infancia
esa que late con fuerza en su corazón.

Y absorta mira
a las estrellas
cómo quisiera
brillar con ellas,
con alas hechas
de luna llena
volar al cielo
y abrirse en flor.

Sueña cambiar el mundo
y la vida a su alrededor
sin detenerse un segundo
pintarlo de un nuevo color,

sembrar jazmines y lirios
alelíes y rosas blancas
con nuevos aromas y brillos
construir un nuevo mañana.

Y absorta mira
a las estrellas
cómo quisiera
brillar con ellas,
con alas hechas
de luna llena
volar al cielo
y abrirse en flor.

domingo, 17 de marzo de 2013

Carnaval

A veces mi musa tarda en unir todos los retales con el hilo de oro de la poesía... Llega ahora con cierto retraso, para todos los chicos y chicas y todos los compañeros/as del cole.
Gracias por aquella fántastica tarde.

¿Qué es lo que ves?
de la cabeza a los pies
de los pies a las orejas
manos, piernas y cejas
de colores imposibles
mezclados todos a la vez,
visten hoy todos los niños
sólo sus blancos dientes
en sus sonrisas se dejan ver.

En una batalla multicolor
son un ejército invasor
armado de agua y pintura
de risas claras y puras
para pintar al profesor
que ha perdido la compostura:
corre y juega -sana locura-
pinta rostros bajo chubascos
y seca sus ropas mojadas al sol.

Y corre el tiempo y pasa la tarde
por unas horas no manda nadie
pues no existen reglas para soñar
en un mundo de vivos colores
donde no existen ya distinciones
libres dejan la imaginación volar,
que mañana volverán las clases
pero hoy todo el día será martes,
martes loco de Carnaval.

sábado, 16 de marzo de 2013

Espejo de infancia

Hay una veintena de rostros
que ocultan pícaros su mirada
entre mil libros y cuadernos
sus risas y secretos guardan
pues son ellos sus únicos dueños
ellos, la adolescencia, la infancia.

Y yo parado frente a ellos
hablo con voz seria y clara
que resuena en muros y techos,
que el silencio rompe y reclama.
regañando con rostro serio,
sonriendo en el fondo del alma.

Y es que a menudo me veo
reflejado en esas caras
que leo como un libro abierto
diario de mi vida pasada
de cuando tenia dieciséis y medio
y miraba de frente la pizarra.

Por eso aunque soy serio
también me suelto la corbata,
comprendo las risas y sueños
y los aliento con palabras mágicas,
y doy gracias al Dios del cielo
por mantener en mi viva la infancia.

Una mala noche

-¡Uno, dos, y trés!
El viejo sofá-cama se abrió con un golpe seco sobre el suelo del salón y un rechinar de viejos muelles faltos de uso, como un viejo dinosaurio renqueante y fatigado, ajado por las batallas de mil vidas, que era despertado sin permiso de su sueño eterno.
-Aquí se tiene que dormir cojonudamente- Jose miraba con una sonrisa de satisfacción en su cara a su amigo, los brazos en jarras, para a continuación dejarse caer sentado en una esquina del sofá haciendo sonar todos su muelles. -Hasta suena bien, fíjate.
-Nunca dormí ahí... y eso que tiene más años que yo. En fin, alguna vez tiene que ser la primera.
-Tú tienes tu cuarto, en el sofá deluxe duermo yo.
-Y ahora os pelearéis por quien pasa la noche en ese sofá, y se retuerce todos y cada uno de los huesos de la columna.- La madre de Carlos pareció en la puerta, con rostro paciente y cansado.
-Cuando era niño, en navidades, este sofá se abría y se cerraba todos los días, aguanta a media familia, año tras año. Es de hierro forjado.- Aseveraba Carlos mientras pisaba una esquina del colchón haciendo fuerza- Lo único que nunca entendí es porqué nunca me dejaste dormir en él. Recuerdo las peleas por dormir en él, y como nunca dejabais que durmiésemos los niños.
-No había necesidad de que durmieseis en él. Como no la hay ahora. Bien podrías tirar un colchón al suelo en tu cuarto y punto. Pero si queréis pasar una mala noche y levantaros con dolor de espalda, adelante. Pero no juguéis más con este sofá, ¿de acuerdo?
-Tranquila que no lo vamos a romper... ya se que ya no está en garantía.

La madre de Carlos desapareció mirando al techo. Carlos le hizo una seña a su amigo y se fueron detrás de ella.
La cena transcurrió tranquila, con algún que otro chiste relativo al viejo sofá, aunque al ver las caras serias de los padres de Carlos, los dos amigos decidieron dejar de hacer bromas sobre el mismo. Tras la cena, decidieron irse pronto a dormir. Mañana tenían que madrugar si querían aprovechar bien el día, y además, se morían de ganas de probar el sofá-cama. Eso sí, lo probaría sólo uno de los dos esta vez. La propuesta de dormir juntos en el sofá recibió una mirada fulminante por parte de la madre de Carlos, y tuvieron que rifarse la dormida en el sofá a cara o cruz.
-Vamos, no estés triste, la próxima vez te toca a tí- Bromeaba Jose, mientras tendían unas sábanas enormes que olían a alcanfor.
-Toda mi vida queriendo dormir en este sofá, contándote anécdotas de este sofá, y ahora resulta que lo vas a probar tú antes que yo.
-Ya oíste a tu madre. Ya no somos crios. Se acabó el brincar en el sofá como si fuera una cama elástica.
-Toda una lástima. Siempre he dicho que hay trastadas que uno tiene la obligación de hacer de niño.

Jose se metió en el sofá cama, acomodó su almohada, se tapó con la sábana hasta medio pecho, y antes de apagar la luz de la lámpara de pié, gritó:
-¡Aquí se está cojonudo!
-¡Vete a tomar viento!- La voz de Carlos sonaba al final del pasillo.
-¡Como sigáis haciendo el bobo, os vais los dos a dormir al portal!- La voz de padre de Carlos. Toque de queda. Luces fuera. En la oscuridad, Carlos maldecía su mala suerte, mientras Jose, con los ojos abiertos en la oscuridad, tumbado boca arriba, palpaba cada plamo del sofá cama, como si leyese un apasionante y antiguo libro escrito en braille. Unos mintuos después, volviendo a su edad adulta y renunciando a ocurrencias que de pronto se le tornaban estúpidamente infantiles, se dió media vuelta y concilió el sueño.

Se despertó sobresaltado o dolorido. No estaba seguro. Encendió la luz de la lámpara y miró su reloj de pulsera, posado en uno de los brazos del sofá que ahora hacía de improvisada mesita de noche. Las 12 y veinte de la noche. Se miró a si mismo miró alrededor. Estaba hecho un auténtico revoltijo, enrollado en la sábana de arriba como si fuese una momia, parecía haber estado dando vueltas y vueltas por todo el sofá-cama. Se tocó la frente. No, no tenía fiebre, y, aunque era el mes de julio, tampoco hacía calor; no obstante, miró a hacia la ventana del salón. Seguía abierta. Se incorporó en el sofá, estiró bien las sábanas, se acomodó y apagó la luz.
Pasaban los minutos y no se dormía. No conseguía encontrar postura en ese sofá. Primero la cabeza y el cuello no se acomodaban a la almohada, la mulló, la cambió de lugar, probando toda la cabecera del sofá cama, probó sin almohada, boca arriba, boca abajo, del lado izquierdo, del lado derecho. Por fin parecía que el cuello y la oreja ya no le molestaban. Ahora era la columna, más o menos a media altura. ¿O era alguna de las costillas? Comenzó de nuevo a moverse buscando postura. Los muelles del viejo sofá-cama sonaban como las cuerdas de un piano viejo y desafinado sobre el que se hubiese sentado un gato en pleno baño felino. Paso un buen rato dando vueltas, hasta que finalmente, sin saber bien cuándo y cómo, quedó por fin dormido.

Un golpe sonoro, como la campanada de un reloj martilleando en su oído le despertó de nuevo. "Me cago en todos los muelles de este chisme", pensó. Uno tras otro, hasta siete veces -las contó- sonaron los muelles del sofá golpeando su oído izquierdo, que yacía pegado contra el colchón. Levantó la cabeza, temeroso de romper otro muelle más, y de perder la tan difícil de hallar postura para dormir. Entonces escuchó otro ruido procedente de las entrañas del sofá. Esta vez no fue un muelle oxidado que saltaba, era como un ruido sordo, un engranaje que se movía lentamente, callaba unos instantes y volvía a rugir. Preocupado, encendió la luz y se sentó en el borde del sofá-cama, escuchando. No se oía nada. Hizo fuerza con su cuerpo sentado, pero sólo consiguió provocar el típico sonido de viejos muelles. Intranquilo, se levantó y se arrodilló en el piso, al lado del sofá, y examinó la parte de abajo del mismo. Todo un mar de muelles se extendía desde las patas de adelante, hasta el fondo del sofá. En el suelo, unas cuantas bolas de polvo ancestral acumulado le hicieron toser. Comprobó con la mano los ejes y juntas del mecanismo de apertura del sofá-cama; eran sólidos, y todo parecía bien colocado y en su sitio. Se levantó y, por alguna razón instintiva, caminó hasta la puerta del salón y examinó el pasillo, esperando encontrar a Carlos muerto de risa, escondido, pegado a la pared. Pero el pasillo estaba desierto y la casa en completo silencio. Suspiró y sonrió para aliviarse a sí mismo y regresó a la cama.

El viejo sofá cama comenzó a los pocos minutos a hacer extraños ruidos. Primero era el ronroneo de un viejo motor o engranaje que parecía ponerse en marcha, luego eran los resortes de muelles y cables que se aflojaban y apretaban y chillaban como cuerdas de un viejo piano, saltado, rompiéndose a cada golpe de tecla. Jose maldijo entre dientes y apretó la cabeza y las manos contra la almohada, intentado aislarse del ruido y conciliar el sueño, pero no había manera: los chasquidos, chirridos, el rugir de tripas del sofá continuaba y se aceleraba lentamente como una sinfonía de muelles y engranajes a punto de llegar a su éxtasis musical final.
Harto del maldito sofá, dispuesto a agarrar el sofá y tirarlo a suelo para poder dormir de una vez, Jose intentó levantarse pero no pudo, una fuerza atraía su cuerpo contra el colchón del sofá. Apenas podía levantar medio palmo el pecho y la cabeza, por más fuerza que hiciese con las manos, no conseguía más que elevar un poco su busto y estirar la cabeza como un viejo galápago que ya no puede más con su pesado caparazón. Al cabo de unos minutos estaba exhausto, con el sudor recorriéndole la cara, la respiración y el pulso acelerados. Lo intentó una vez más, y, a la vez que estiraba el cuello incorporándose, gritó:
-¡¡¡¡Carlos!!!
Una punzada en el pecho y la garganta le ahogó la voz y quedó completamente pegado al colchón. Un sudor frío comenzaba a recorrerle todo el cuerpo. Intento estirar la mano y encender la luz de la lámpara, pero apenas, y con mucho esfuerzo, avanzaba a estirar la mano derecha hasta la esquina superior del colchón. Ya no podía siquiera levantar la cabeza. Intentó gritar otra vez pero tenía un nudo en la garganta, estaba a punto de echarse a llorar, pero su rostro y su cuerpo no reaccionaban.
De pronto, el sofá comenzó a temblar, como si un terremoto estuviese sacudiendo la casa. Jose logró estirar sus dos brazos y se agarró con fuerza a las esquinas superiores del colchón. Los temblores eran cada vez más fuertes, el sofá parecía estar a punto de saltar en mil pedazos.
-¡¡¡¡Caaaaaar....!!!!
Se escuchó un enorme golpe seco, como si se cerrase una enorme puerta, y el restallar de dos o tres muelles. La casa quedó después en completo silencio.

El reloj marcaba las 9:00. Carlos maldijo y se levantó de un salto. Se había quedado dormido, él, Jose y el resto de la casa, porque ¿cómo podía ser que no le hubiesen despertado? Habían perdido por los menos hora y media de viaje.
Salió rápidamente al pasillo, dispuesto a reclamar una justa explicación a quien fuese, y se encontró con la casa en silencio, las puertas de las habitaciones cerradas, salvo la del salón, que permanecía en penumbras, a penas iluminado por los pocos rallos de luz de la mañana que se colaban por los agujeros superiores de las persianas aún bajadas. Caminó con cierta inquietud hasta la puerta del salón, y, encendió la luz según cruzaba el umbral:
-¡Jose, cabrón! ¡Despierta tío nos hemos quedado...!
Jose no estaba. El sofá cama estaba cerrado, los cojines en su sitio, sin una sola arruga, como si lo acabasen de cerrar y arreglar. Carlos, sin habla, avanzó lentamente hasta el sofá, apoyó su mano izquierda sobre el respaldo, pensativo. “Qué coño...”. Avanzó hasta la ventana del fondo y alzó la persiana. La luz del día, un día soleado de principios de verano, iluminó el salón. Como si fuese un detective, recorrió con su mirada cada detalle del cuarto. Ahí estaba la mochila de Jose, entreabierta, apoyada detrás del sofá, sus cosas estaban dentro. En el mueble, en la repisa delante de la enciclopedia, estaba el neceser de aseo de Jose, con el cepillo y la pasta de dientes asomando por una de las cremalleras. Aún incrédulo, se dio la vuelta, tropezando con el reloj de pulsera de Jose, que se hallaba caído en el suelo junto al brazo derecho del sofá. “El baño”, pensó. Raudo, se encaminó hacia el pasillo, dándose casi de bruces contra su madre en la puerta del salón.
-¿Qué te pasa, estás pálido?
-Jose... No está, bueno, debe estar en el baño. El muy capullo, nos hemos dormido, y en lugar de despertarme, mira, arregla todo con calma y seguro que se está pegando una buena ducha y...
-En el baño no hay nadie, yo acabo de salir de ahí- Dijo tranquilamente. Carlos miró a su madre con ojos desencajados- Ya os dije que no jugaseis con el sofá cama. Que no es algo para niños, pero vosotros, mira que sois necios...
La madre de Carlos entró en la cocina y comenzó a preparar el desayuno. Carlos, inmóvil y pálido en la puerta del salón, se dejó caer al suelo, y mareado, apoyado contra el marco de la puerta, clavó su mirada en el enorme sofá cama que ocupaba todo el centro del salón, como un viejo dinosaurio, ahora dormido placenteramente con el estómago lleno.

viernes, 15 de marzo de 2013

Lo que aquí no había

La mayoría, por no decir todos mis familiares, amigos, y conocidos de España, siguen con la imagen de que Ecuador, y por extensión toda lationamérica, sigue siendo un país atrasado, donde los indígenas viven aún con taparrabos perdidos en chozas en medio de la selva, la gente de las ciudades malvive en barrios totalmente insalubres, y los pocos occidentales que por acá se pasean son, o bien misioneros (a los que, en palabras de algún ateo, "ni dios les entiende"), o bien una especie de cruce entre Indiana Jones, buscador cauchero del principios del siglo XX, y moderno homre de compañía petrolera.
En España siguen por desgracia, con una imagen de Ecuador, de latinamérica, de hace 50 años o más. Y el comentario, sigue siendo siempre el mismo: allí no hay esto ni tampoco esto otro. Siguen pensando que aquí la gente se muere por necesidad, porque no hay médicos, hospitales, o medicinas, o por lo menos no hay médicos tan buenos como los de allá. El cuadro es bien distinto. Aquí hay médicos tan buenos como los de Europa, la diferencia estriba en que allí los cubre -¿o cubría?- la seguridad social fruto de un Estado del Bienestar, hoy día en vías de extinción; mientras que acá, esos médicos están en clínicas privadas que poca gente puede costearse. Dicho de otro modo, médico hay, pero pocas personas pueden pagar el precio. Por suerte, -y para maldición de mis compatriotas anclados en el "allí no hay"- esto también está cambiando, y gracias a un gobierno que por fin mira por la gente acá en Ecuador, mucha de esa antención médica antes prohibitiba para la mayoría de la población, ahora está llegando, con calidad y de forma gratuíta, a toda la población del país, independientemente de su condición social y económica.

Esto se debe a una política de izquierdas, digámoslo así, a las claras, y también a un crecimiento de la clase media y media-baja, propiciado por esta misma política. Hace un siglo acá no había médicos, y la gente con dinero -con mucho dinero- se iba al extranjero a hacerse atender. Luego empezaron a crecer los ricos en el país y aparecieron costosas clínicas privadas, y ahora, crece la clase médica y esa atención privada se hace pública. En España, deberían dejar de decir "allá no hay" y empezar a darse cuenta de los que ellos "están dejando de tener", porque, por votar con el culo y vivir cómodos en el sofá pensando en si mismos, están caminado para atrás como cangrejos.

El "allí no hay", es cada vez más irreal. Acá uno puede encontrar de todo: lo último en informática, ropa de moda y corte y tallas europeas, cosméticos, comida "occidental"... No falta de nada. No paro de reirme, cada vez que alguien me dice "eso acá no lo vas a encontrar", y zas, a la vuelta de la esquina, lo encuentro, y además a precios no muy superiores (incluso iguales) a los de España. Por poner un ejemplo casitzo, siempre nos hizo ilusión que nos enviaran un buen chorizo desde España; hoy día lo puedes comprar en Quito. No es lo mismo, porque el que envía mamá sabe a mamá, pero eso es algo que entra en otros aspectos del ser humano que la economía nunca será capaz de acaparar porque no puede entenderlo.

Este mundo cada vez es más global, todos los bienes y servicios llegan a todas partes. Que esa globalización sea igual para todos y cada uno de los habitates del planeta, y no sólo para unos pocos, depende de nosotros. En Ecuador han aprendido que debe incluir a todas las personas. Ojalá más gobernantes y ciudadanos siguiesen el ejemplo de este pequeño país.

¿Cuál de las dos imágenes de mundo global prefieren? La elección está en sus manos.

jueves, 14 de marzo de 2013

Gracias, Pete

No trato ni nunca he tratado de imitar a alguien. Ni siquiera de seguir sus pasos para actuar como él. Creo que cada uno debe trazar su propio camino, no creo en destinos trazados ni en modelos únicos. Todos debemos caminar, avanzar, labrar nuestro propio surco, y sembrar nuestras propias semillas; eso sí, teniendo bien claro que este caminar, este sembrar, no lo hacemos nunca solos, lo hacemos siempre acomañados -aunque muchas veces lo neguemos o no nos demos cuenta- de la comunidad humana a la que pertenecemos.
De este modo, en nuestro caminar escuchamos y aprendemos de distintas personas que, de una manera u otra, se cruzan en nuestro camino, y, con todas esas palabras y experiencias, vamos labrando nuestro propio ser, nos vamos conociendo a nosotros mismos, y nos vamos construyendo como personas que serán en algún momento, palabras de aliento y consejo para otros. Aprendemos así a pasar el testigo, a sembrar. Y si en ese acto de escuchar y aprender, y luego de sembrar, además de oídos y manos, ponemos el corazón, el fruto de nuestra siembra será más bello. Siempre hay fruto, y el fruto siempre hace avanzar a la comunidad humana, incluso las malas palabras y malas acciones, aunque a veces parezcan hacernos retroceder, nos hacen siempre aprender y avanzar.

Sería imposible recoger aquí, o en ningún diaro, los nombres de todas las personas, que con sus palabras, han me han ido conformando y situando en el camino en el que estoy y por el que vivo, mi memoria, como toda memoria es frágil, y muchas personas son seguramente personas anónimas que quizá no llegaron siquiera a intercambiar una palabra conmingo -a veces un gesto anónimo en una situación cotidana vale más de mil palabras-. Sin embargo, me doy cuenta que continuamente encuentro aliento para mi propio día a día en el largo caminar de una persona: Pete Seeger. Cuántas veces en el día a día, tarareo alguna canción suya, cuántas veces sirven de ejemplo para ilustrar lo que siento, lo que sucede en mi mundo, en el mundo, cuántas veces tiene las palabras exactas para acompañar la lucha o para arropar al niño y al amante. Simplemente buscando "Pete Seeger" en el cuadro de búsqueda de este blog, puede darse uno cuenta las veces que ya le he citado anteriormente.

No intento recorrer su camino, cada uno debe recorrer el suyo. Y tampoco quiero ser Pete Seeger. Quiero ser Álvaro, ese soy yo, pero siento que, de la mano, o observándome desde lejos, animándome, está el espíritu (y la música que es si no espíritu) de personas como Pete, porque, en nuestro continuo y dispar movimiento, caminamos siempre todos juntos. Como dice Pete Seeger, somos como los granos dentro de una maraca, cada uno moviéndose en una dirección distinta, pero realizando todos juntos un sonido armónico.

Por todo ello, por hacerme sentir como un simple grano, por recordarme que formo parte de una comunidad, una que no atiende a fronteras, y por recordarme que tengo un sitio en en ella, gracias Pete.

Para aquellos que quiera saber quién este este hombre que me inspira a diario, acá les dejo un documenta sobre su vida. Está únicamente en inglés. El DVD "Pete Seeger: The Power of Song" sí tiene subtítulos en español. Y de cualquier modo, la música no entiende de idiomas. Podéis empezar con sus canciones, las letras alguién las traducirá después. Quizá vosotros mismos. Pete siempre anima a no traducir las canciones y aprender otros idiomas, pues aprender un idiomaes la mejor manera de llegar a conocer de verdad a las gentes que lo hablan.

Pete Seeger: The Power of Song, en YouTube.
http://www.youtube.com/watch?v=Czk2hj4VISg

viernes, 8 de marzo de 2013

Mujer

A esos ojos de madre, hermana, amiga. Esos que son los únicos capaces de perdonar y comprender, y que a menundo no son perdonados ni comprendidos;
con todo mi amor.

Unos dicen que la vida
es misterio y milagro.
Otros hablan de biología,
de células en contacto.

y ambos deliberando
se olvidan de algo más,
algo que no encontraron
en probetas o Biblias.

Se trata del Amor
que cría en su seno
con caricas y dolor
un mundo nuevo.

Amor primigéneo,
Amor que sacia la sed,
Amor único y sincero
que entrega todo su ser

a la tarea de la vida
a cuidarla y verla crecer,
Amor con un sólo nombre,
un nombre de Mujer.

martes, 5 de marzo de 2013

La voluntad de vivir

Hay momentos en que la enfermedad le sacude a uno, con más o menos fuerza. Pueden ser enfermedades físicas, del alma, del corazón. Cuando uno las sufre, a veces se vuelve huraño, esquivo, intenta comprender porqué le ha tocado a uno sufrir. Luego, la enfermedad pasa, o se aprende a convivir con ella o sus secuelas, y es entonces, que uno se da cuenta de que si salió adelante, es gracias al cariño de todos los que le rodean, al pensamiento de amor y afecto de todos los que están lejos y le llevan presente.

Yo pierdo muchas veces el norte cuando me golpea la enfermedad, me aislo, me encierro, esquivo esos ojos que me quieren ayudar, hasta que, de pronto, reconozco mi falta y mi enfermedad, y encuentro en esos ojos el cariño que he rechazado ingratamente.

Gracias de todo corazón a todos los que, desinteresadamente me han transmitido su apoyo y cariño estos días.
Si sobrevivimos, no es por la ciencia simplemente. Es porque somos animales gregarios.

Old Devil Time (Viejo y endiabaldo tiempo)
(Pete Seeger)

Viejo y endiablado tiempo, ¡te voy a engañar!
Viejo y endiablado tiempo, te gustaría derribarme.
Pero cuando me siento sin fuerzas, los que me quieren se reunen
y me ayudan a levantarme y convatirte una vez más.

Viejo y endiablado miedo, tú con tus manos heladas
Viejo y endiablado miedo, bien te gustaría congelarme.
Cuando estoy muerto de meido, los que me quieren se reunen
y me ayudan a levantarme para convatirte una vez más.

Viejo y endiablado dolor, a menudo me dejaste inmóvil
creíste que lloraría, y rogaría que llegase mi final.
Pero en este momento tan duro, los que me quieren se reunen
y me ayudana levantarme para convatirte una vez más.

Viejo y endiablado odio, te conocí hace mucho tiempo
entonces descubrí el veneno en tu aliento
Ahora, cuando escuchamos tus mentiras, los que me quieren se reunen
y me ayudan a levantarme para convatirte una vez más.

No hay tormenta ni fuego que nos pueda derrotar
No hay viento alguno que nos impida avanzar
y vosotros que sufrís, o quierido, reuniros,
y así nos podremos levantar y cantar una vez más.

La letra original en inglés, aquí. Pete Seeger escribió esta canción en 1969 por petición del director Otto Preminger, que le pedía una canción sobre "la voluntad de vivir" para su película Dime que me amas, Junie Moon.

Reyfante

Lo que hay que ver
enciendo la tele y sale el rey
operado de hernia discal
en el mejor hospital,
caminando renqueante
por cazar elefantes,
ocupando con sus males
todos los titulares.

No sé quién está más enfermo
mi patria o su monarca viejo.
Ambos padecen falta de Riego
en el himno y en el cerebro,
y la medicina de Marianico
es la de siempre: pan y circo,
por eso no ven mis compatriotas
que la monarquía está pasada de moda.

sábado, 2 de marzo de 2013

Crónicas marcianas

Tenía 17 años el verano que leí por primera vez las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury. Lo recuerdo como si fuese ayer. La pasión, los sueños, el profundo sentimiento humano que despertaron entonces en mi estos relatos de ciencia ficción.
Ahora, casi tantos años después vuelven a atraparme, a asombrarme, a darme lecciones para la vida, las palabrás escritas hace más de 50 años por un hombre de Illionis que, de una manera mágica, supo hablar a través de ficciones de esas verdades tan humanas y tan reales que por humanas y reales, uno no encuentra en los ensayos.
Según paso otra vez las páginas de libro, y releo historias que me hicieron soñar y crecer en mi adolescencia, vuelvo a crecer, vuelvo a descubrir nuevos significados, vuelvo a encontrar la raiz y esencia de ese Mito último que yace en la esencia del ser humano, y vuelvo a fundirme con la vida, aceptándola con todas sus imperfecciones.

Hay algo muy especial en el interior de estas cróncias. Son, como un antiguo mito, transmiten un saber y enseñanzas que saben a pozo antiguo, unas palabras perennes que se remontan al principio de los tiempos, y que nos siguen recordando la verdadera esencia del ser humano, por mucho que la queramos disfrazar de ciencia y tecnología, una esencia, que, como líquido primordial del que surgimos, sigue latiendo en nuetras venas recordándonos lo que somos y seremos.

Sólo unas pocas personas saben destilar ese vino ancestral que corre por nuestras venas. Bradbury fue una de ellas. Siento que, cuando el tiempo convierta en polvo las páginas de este libro, cuando su nombre quede en el olvido, estas crónicas marcianas, crónicas de la historia personal del ser humano, seguiran vivas, en la mente y en los labios de la humanidad, como lo están hoy dia los mitos.

viernes, 1 de marzo de 2013

El pueblo

Para todos los compañeros de lucha, conocidos y anónimos.

¡El pueblo, somos el pueblo!
voces que gritan y claman
brotando con fuerza del suelo
forjando un nuevo mañana
más justo, más libre, más nuestro.

¡El pueblo, somos el pueblo!
rostros y manos curtidas
bajo un sol certero
trabajando todas unidas
por un futuro que es nuestro.

¡El pueblo, somos el pueblo!
hombres, mujeres y niños,
vidas de amor y sufrimiento
labrando con sangre los campos
de un mundo que es nuestro.

¡El pueblo, somos el pueblo!
brazos que abren las manos
para acoger al extranjero,
manos que se cierran en puños
para defender lo que es nuestro.

¡El pueblo, somos el pueblo!
nada valen ya tu oro y tu plata,
no habrá últimos ni primeros
que el futuro espera al alba
y hacia él sólo avanza el pueblo.