La niebla besando el verde
el parque húmedo y silente
y la ciudad perdida.
La tarde fresca y los pasos
saboreando el camino, despacio
lentos, sin prisa, sin frío.
Y tú escribiendo el sendero
y Pacha adelante corriendo
sin perdernos nuca de vista.
Mi voz llena la estampa
de la tarde de niebla cerrada
y tu escuchas, me guías
a donde la tarde trae nostalgia
de un octubre en la distancia
bajo tu cielo hoy cercanía:
casi puedo sentir el humo
y las hojas de aquellos chopos
cambian hoy su colorido
por el frescor y el olor a eucalipto,
la niebla y el bosque del domingo
vestido de otoño en Quito.
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