El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

domingo, 25 de abril de 2010

El declive de la cultura

Un profesor de historia me explicó una vez que una de las razones de la caída de la caída del bloque comunista fue que su sistema económico no contemplaba la infraestructura de comunicaciones y distribución como parte del sistema productivo. Así, en algún lugar de la URSS se producían patatas -por ejemplo- pero las tiendas de Moscú estaban vacías porque nadie se había preocupado debidamente de a dónde y cómo llevar las patatas.

Hoy en día sucede algo similar con la cultura impresa (libros, películas, discos, ...) en nuestra sociedad. Se producen más bienes culturales que nunca antes, algunos de indudable calidad, pero gran parte de ellos no llegan al público general: simplemente no se les promociona, no se les coloca en el escaparate, no se les da tampoco un mínimo de publicidad desinteresada economicamente. Claro que, ene ste caso, a diferencia de en la antigua URSS, el problema no afecta a toda la producción y no es una falla estructural del sistema, sino un acto deliberado de este: idiotizar a la gente, convertirla en dóciles "come-mierda".
Pongamos varios ejemplos:

Imaginémonos que han producido una película seria, en el sentido de "de calidad", bien hecha, con cierto mensaje además de entretenida. Estupendo. Es un signo de que el sistema sigue siendo serio y responsable, y, aunque nos bombardee continuamente con mierda de múltiples colores y sabores, también nos ofrece platos sanos y nutritivos. Sin embargo, la película recibe una casi nula promoción: se estrena únicamente en selectas salas de Madrid durante sólo unas pocas semanas, se edita en DVD sin mucha promoción en forma de "edición limitada para cinéfilos", y si la pasan por televisión lo hacen en horario de madrugada.
El resultado es que muy poca gente llega a ver la película o a enterarse siquiera de su existencia; es como sino la hubieran producido.

Del mismo modo, nuestro mercado se llena de más y más películas en DVD y libros. Algunos se vanaglorian de que por fin se editan ciertos títulos que nunca antes habían visto la luz, de la cantidad de material disponible, la calidad de parte de éste. Sí, todo esto es cierto, pero hay que ir a "buscar" este material. Tiene que ser el consumidor el que por motu propio rastree videoclubs, librerías y catálogos on-line. Nadie le va a ofrecer ni recomendar ver cierta película clásica -por poner un ejemplo cualquiera- o leer el libro de cuentos de Sherwood Anderson, por fin traducidos, pues no está -ni estará, seguramente- en el top de ventas. Tendrá que salir de él mismo. Y, aunque sea triste decirlo, todos sabemos que de él precisamente no va a salir esa inquietud por acercarse a esa cultura que no está en el candelero.
Nada surge de la nada. Si mi cultura musical, cinematográfica o literaria es tal, se debe a que tengo la suerte de tener unos padres que se interesaron por mostrarme y ofrecerme esa cultura cuando era más joven, porque tuve unos maestros que hicieron lo mismo y porque alcancé a vivir mi infancia y adolescencia en unos años en que los medios de comunicación aún promocionaban TODA la cultura. Todo esto hizo crecer en mi esa curiosidad por probar cosas diferentes y no hacer ascos, por ejemplo, a una película en blanco y negro, o molestarme por buscar y leer algo de cierto escritor que no está en las estanterías de los más vendidos del momento.
Ccuando era crío -como ejemplo de a qué tipo de promoción me refiero-, en una tarde de lluvia, encendía aburrido el televisor y me encontraba con una película de los hermanos Marx. Hoy todo lo que encuentro es el habitual refrito de telefilms y películas insulsas o que ya hemos visto cien veces.
Y el proceso, por supuesto, se acelera más día a día. Llega la TDT. 20 canales, algunos sin publicidad. Resultado: repetición de programas, de los mismos programas y las mismas películas a diferentes horarios. No hay variedad en las parrillas de televisión: el mismo tipo de película "comercial", de concurso, de reportaje en todos los canales. Fíjense por ejemplo en el programa Españoles "adinerados" por el Mundo; no bastaba con un programa, ahora, debido al éxito de la fórmula, entrevistan a gente nacional y pudiente, que vive plácidamente -como no iba a ser de otro modo- en el extranjero, en varias cadenas, llegando al extremo de que tenemos Leoneses por el Mundo, Asturianos por el Mundo, Empresarios por el Mundo, y no sé cuántos clones más.

Otro ejemplo puede ser la situacón del mercado editorial. Si han publicado un libro que te interesa, ya puedes correr a la librería y comprarlo porque en apenas unpar de años ya va a estar agotado: o bien se vendieron todos los ejemplares y a la editorial no le parece rentable a corto plazo, observando la progresión de ventas, hacer una segunda tirada; o bien no se vendió como se esperaba y han saldado los restos de stock.
Todo son prácticas orientadas no al ofrecer cultura, sino al vender más cantidad de productos, obtener un rápido beneficio económico.
Hoy domingo la mayoría de diarios de este país llega a los kioskos con una "película gratis". Parece que los editores han descubierto cómo ganar más dinero: "Puede que a la gente no le interese leer mi periódico, pero, si les regalo x DVD, por lo menos lo comprarán y así aumentaré mis beneficios". Y la treta funciona:
-Oye, si sales cómprame el ABC.
-¿El ABC? ¿Vas a leer eso, tú que votas siempre a Izquierda Unida?
-Es que regalan la peli de Cadena Perpétua.

Denigrante. Evidentemente, no tiene mucha intención de leer el periódico, que acabará olvidado por alguna esquina del salón. No hace mucho que vi a una persona comprar un periódico el domingo, tomar el DVD de regalo, y arrojar el periódico al ocntenero de reciclado de la acera de enfrente. Por lo menos lo echó a reciclar.
Lo que se trasduce de esto es, en este caso, el poco amor de los editores de prensa por la cultura: les da igula lo que cuente su diario, pues les da igual si la gente lo lee o no, lo único importante es vender más, aunque nadie los lea.
Cuando yo era más joven por lo menos regalaban coleccionables, de manera que uno acababa encuadernando un libro de interés y calidad en muchos casos: aún conservo dos magníficos atlas de España, uno físico, otro político, que fueron en su día coleccionables de El País, o un interesantísimo libro de John H. Elliot publcado como coleccinable con motivo del 500 aniversario del descubrimiento de América.
Hoy El País regala la película Señales del Futuro, protagonizada por Nicholas Cage. Quizá la vea, no sé. Lo que si se es que en cualquier tienda encontraré no una, sino 20 DVDs de Señales del Futuro, incluso creo que la pasaron por la tele hace un par de días; mientras que el libro de Elliot por ejemplo seguro es mucho más dificil de encontrar y haría mucho más bien a la gente que otra película más.

Come mierdas. Nos quieren convertir en come-mierdas, es la solucción contra el paro, las protestas. La anestesia perfecta para tener a las masas contentas y dóciles. Y es rentable, como decían los dos comentaristas del TV "desconectados" en la película El Planeta Libre (La Verte Belle, 1996) de Coline Serreau: Come mierdas, ocupa a la gente, no cuesta nada producir mierda y encima no vale para nada. PERFECTO.

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