Yo quise. Sí, desde niño quise ser una persona importante, con poder para vivir a mi antojo, conseguir satisfacer todos mis deseos y sueños. Y para ello trabajé duro, y caminé por caminos duros y difíciles, a veces no muy limpios y justos, pero era el único camino. Estudié duro, sí señor, muy duro. Conseguí matrícula en el instituto y te conseguí a ti, la más bella, la más popular. Y conseguí plaza en la mejor universidad y me gradué en la única disciplina realmente útil de este mundo. Y luego creé mi empresa e hice que esta creciese y creciese. Sí, tuve que enfrentarme a mis semejantes, usando maneras poco honestas a veces, pero era el único camino. Sí, les aparté del medio. Y mi imperio por fin se alzó sobre todas las cosas, un imperio insuperable construido con sudor y sangre. Y tuve todo lo que quise e imaginé, y logré ser el único del mundo que lo tenía, todo para mí y para ti, para nadie más. Sí, así, de la única manera que podía ser, sin envidiosos mirando al través de las ventanas, sin hijos ansiosos por arrebatar a su padre lo que ha éste tanto consto lograr. Sí, todo para mí y para ti, porque te quise.
Lo tengo todo. No hay nadie en el mundo ya. Soy el amo de este planeta. Aquellos que se atrevieron a desafiarme, a tener lo que querían igual que yo, ya no existen. Son míos. Me lazo sobre el horizonte y contemplo mis dominios que abarcan más allá de donde alcanza la vista. Y tú eres mía también. ¿Por qué? Porque un día te quise. Pero tú nunca lo entendiste, y también quisiste. Ahora ya no importa. Siento que ahora siempre serás mía, siento la sangre cálida que fluye de tu garganta, ¿tú sangre? No. Mi sangre, porque eres mía. Como todo lo demás. Ahora ya nadie puede discutírmelo. Soy el único, el último hombre vio en el mundo, y todo es mío. Ahora, ahora puedo Descansar En Paz.
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