El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

jueves, 16 de abril de 2009

La serpiente

La serpiente se extiende negra sobre la tierra, discurre por los caminos, medio oculta entre los árboles, absorbiendo con su garra el aliento, llevándose poco a poco la sangre , la vida de la gente, convirtiendo la tierra antes llena de vida, en un paisaje yermo, de vidas vacías, cuyo cascarón se vuelve viejo y enjuto prematuramente, se enferma, y muere.

65 millones de años atrás, el Rey se paseaba entre árboles inmensos, tan altos que rozaban con sus copas las estrellas y hundían sus laberínticas raíces en las entrañas de la tierra; rodeado de una selva de vegetación exuberante, camina exhalando vapor y hundiendo sus pies en la brea, incauto, sin saber que un día caerá pesado como plomo y él y el suelo serán uno, y la tierra le tragará y absorberá su sangre para guardarla, negra y espesa en sus entrañas.

Y llegaron nuevos reyes. Y dieron vida a la serpiente con sus manos, y le abrieron camino. Un camino profundo desde las entrañas de la tierra, para poco a poco succionar la sangre del Rey, sangre de vida, sangre negra y espesa de muerte, con la que comprar y fabricar sueños efímeros con los que sentirse Reyes sobre la tierra enjuta y cada vez más seca, mientras sus pulmones se les vuelven negros y ellos –obstinados y firmes- maldicen el aire mientras acarician a la serpiente, incansable, desfilando, entregándoles sangre espesa y oscura, día tras día, noche tras noche, sin descanso.

Hijos de reyes. Hijos de reyes que un día fueron hermosos, recuerda y maldicen al padre que corría libre sobre la tierra, libre y “feliz”, iluso y egoísta, arañando y arrancando sin ningún escrúpulo la vida de las entrañas de la Madre, creyendo que no deben volver nada a cambio. Ahora ellos viven en mundos grises, caretas fantasmales cubren su rostro, sus pies arrastran suciedad y enfermedad, refugian sus mentes en sueños construidos con ceros y unos que les hacen olvidar lo que fueron y lo que son: fantasmas, vagabundos, unos pocos orgullosos y mezquinos que se creen Reyes sobre la tierra.

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