¡Qué cerca está la luna!
Y las estrellas,... las estrellas, ¡cómo brillan!,
y sin embargo no las puedo tocar.
Cómo quisiera abrazarlas
en tu pecho, mirar en tus ojos
y verlas brillar.
¡Qué cerca están, míralas!
Si pudiera estirar mi mano...
si este frío helado
de cristales, de pantallas,
no recorriese mi espalda,
¿no quisieras bajarlas?
Hoy no hay luna
solo un extraño flotando
en el aire. Las casas cerradas.
Y los sueños encerrados
amordazados, cautivos
por el hombre y su soberbia:
las calles desiertas,
los gatos pelando en porches
ya no llaman a las puertas,
la luna nueva se esconde,
renace.
Mañana, ¿quién mirará a las estrellas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario