El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

domingo, 20 de agosto de 2017

Morocho (Micrococa # 6)

La puedo ver frente al espejo de su baño, inhalando y exhalando aire, observando como su pecho se hincha y se contrae, analizando los gestos en su rostro y sintiendo cómo se tensan las cuerdas vocales, entrenándose para decir con el tono preciso y la fuerza precisa esa palabra de tres sílabas.

Es como si Carmina Burana o Carmen se paseasen por la calle. Una voz femenina de soprano, empujando un carrito por las calles desiertas del Coca. Cuando todo el mundo duerme, cuando algunos empiezan a lavarse la cara quitándose las legañas, comienza la versión criolla de Aída:
- ¡Morocho!
En realidad nunca he visto a la vendedora de Morocho, pero su voz de cantante de ópera suena todas las mañanas, justo después del bus que hace de redoble, orquesta y apertura de la ópera:
- ¡¡Morocho!!
Es un grito entonado con precisión de ópera, afinado, ensayado, repetido con fuerza y pasión por las calles recién cubiertas de sol. "¡¡Moroocho!!" Y los pájaros callan y salen volando. "¡¡Morooocho!!" y la gente abre ventanas y corre los pestillos de las puertas bajando las escaleras con el pantalón a medio abotonar mientras otros maldicen desde sus camas: "otro día más, al trabajo". Un bus, un repiqueteo de los cristales biselados de mi ventana y una voz: "¡¡Morooooocho!!"

Supongo que algún día dejaré de maldecir y disfrutaré de la voz y del sabor del Morocho recién cocinado y calentito servido bien temprano en estas mañanas tropicales, siempre musicalmente tropicales, saludaré a la vecina del carrito de opera con una reverencia y terminaremos la función juntos con un sabroso brindis al público. O quizá mejor mantenga el misterio y mi imagen mental de la vendedora de ópera criolla, despertador automático del barrio, que hace a unos levantarse de golpe, sobresaltados, que bota a otros de la cama, que le abre el apetito a otros tantos y que, después de mil maldiciones -al morocho, al lunes, al martes y demás días de la semana-, dibuja también sonrisas, letras y ganas de asomarse a la ventana y hacer la segunda voz:
- Mooo mooo ¡¡¡Morooocho!!! ¡Morocho! ¡¡¡Moroooocho!!!

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