En estos días que vivimos se viene diciendo que vivimos un "giro a la derecha" o "un giro conservador". Uno ya no distingue entre partido de izquierdas o de derechas pues todos hacen la misma política conservadora: simplemente cambia la agresividad con la que ejecutan su políticas. Instituciones como la banca (que se hace llamar neoliberal) o la Iglesia Católica (que trata de atraer a los jóvenes) se vuelven también conservadoras, cortando de raiz o cerrando el paso a otras ideas distintas a las llamadas "tradicionales".
Si alguien no acaba de ver bien a lo que me refiero, que piense en el giro conservador en España en las últimas elecciones, en la política económica internacional para hacer frente a la "crisis", o, en un aspecto más cercano para mí, en la actitud de la Iglesia en la provincia de Sucumbíos aquí en Ecuador.
Giro conservador. Vuelta atrás.Para mí no es más que miedo. Miedo al cambio. Miedo al futuro. Miedo a reconocer que ciertos sistemas, ciertas estructuras ya no sirven y hay que crear unas nuevas. El mundo ha cambiado y "ellos", pétreos, siguen amarrados a sus viejas ideas, tumbando las nuevas, muertos de miedo. De un miedo egoista.
Está todo ya bien claro. El sistema está obsoleto. Como una computadora que ya se quedó desfasada y por más piezas que se le cambien ya no se actualiza. Necesitamos una nueva, y en este caso no sirve un modelo creado a partir del anterior. Hay que empezar de cero, papel en blanco y a imaginar.
Ya estoy harto de las mil y un recetas para acabar con la crisis. Todo el mundo mezcla y remezcla los mismos ingredientes, como si probar algo nuevo nos fuera a envenenar y matar. ¡Pamplinas! ¡Puro miedo! Miedo al cambio, al verdadero sacrificio a tener que aprender un nuevo modo de vida, temen perder las riendas del caballo, eso es todo lo que les pasa. Pero ¿de qué nos sirven las riendas si el caballo es viejo jamelgo y ya no cabalga?
Personalmente ya estoy cansado de economistas, políticos y cardenales que quieren morir sentados en su silla de oro bebiendo vino rancio en copas de plata. Cansado de un mundo en el que nos moldean de manera que el rico quiere ser más rico y el pobre mira al rico queriendo ser como el; el primero construye muros y rejas para proteger sus posesiones y el segundo lucha por no morir en el arroyo y conseguir romper las rejas del rico.
¡Basta!
Yo no me considero ni rico ni pobre. Porque aún nada tengo, ni nada anhelo tener. Vivo con lo puesto y así quiero vivir. Nunca con poco, nunca con mucho. ¡Cambiemos ya! ¡Cambiemos la receta, la partitura! ¿Por qué no se puede? ¡Que el mundo se vaya al carajo! ¡Cuántas veces habremos cambiado ya, cuanta gente se habrá aventurado a cambios en siglos pasados!
Demos el paso de una vez y dejemos de remendar una máquina que ya no sirve.
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