Aunque estoy en las puertas de la amazonía, sin internet, y en un lugar donde lo único que llega de la civilización occidental de masas es lo más comercial, estúpido y perjudicial para la salud y el intelecto (salvémonos aquí, al menos un poco los voluntarios y misioneros que a veces parecemos no de otro país sino de otra galaxia porque no encajamos con lo que normalmente llega de fuera), a pesar de estar viviendo aquí, guardo inevitablemente un pequeño vínculo con esa civilización occidental. Sigo leyendo (en estos momentos a Guareschi) sigo viendo películas a ser posible no comerciales, y sigo descansando un poco día sí y día no escuchando música.
Lo de recomendar un disco al mes, como venía haciendo hasta el pasado mes de agosto en que levante vuelo, pertenece ya al pasado de este blog. Podría seguir haciéndolo por rutina, pero algo en mí ya no me pide hacerlo. Me doy cuenta leyendo esta bitácora virtual que tiene ya 3 años de que es un fiel reflejo de mi vida, mis inquietudes, mis dedicaciones en un momento u otro y como estas cambian.
Pero, y a pesar de, como decía, sigo oyendo música. Me traje varios discos comprimidos en mp3 y en mi última visita a la civilización-adsl, mi viaje a Guayaquil hace ya un mes, pude descargar alguno. No es que me haya vuelo pirata informático total, simplemente es que, en este país, de renta per cápita baja, encontrar CDs o DVDs originales es casi imposible (la piratería esta por todas partes, aquí el Top Manta es un local con paredes y quizá hasta licencia) y además aquí en la selva concretamente, con una humedad ambiente del 87% hay un hongo que se come los CDs y DVDs, lo cual hace un poco inútil e incluso idiota gastarse 15 o 20 dólares en un disco original para acabar alimentando hongos (primero les salen unas manchitas blancas a los CDs y luego el hongo se come la parte de datos y te deja el disco de plástico transparente sin nada, aunque ejemplo de esta segunda fase no he visto aún) Asi que, mientras la industria se inventa un nuevo soporte, lo mejor aquí es el mp3 y las memorias usb, salvo que volvamos al época del vinilo, lo cual sería como poco curioso o romántico quizás.
A falta de tocadiscos, y con mi economía de 35 dólares al mes, aquí estoy, justificadamente y no como otros al otro lado del charco, descargando música de internet.
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