De todas las palabras, una que me hizo reír como nunca hace unas semanas fue “Brosterizado”. “Pollos Brosterizados”. Iba yo en la parte de atrás de la camioneta, con el viendo enmarañándome el pelo cuando leí semejante cosa en un edificio. Yo había oído pollo a la yo que sé, pero ¿Brosterizado? ¿Qué es eso? ¿Una mala traducción de algo inglés? ¿Un invento culinario de un tal Broster? ¿O un simple vocablo que alguien se inventó porque sonaba elegante? No sería nada raro en el país de la Implementación retroactiva de la coyuntura epistemológica en la concientización. Les encanta poner palabras rimbombantes en todas partes, así que brosterizado pega bastante bien con el país.
Tanto les va lo de usar florituras a la hora de hablar y redactar textos que a veces pecan de más y meten la pata hasta el fondo. La constitución que acaban de aprobar hace unos meses, ejemplo máximo de la floritura escrita, dice “los recursos naturales son inalienables” Sin comentarios.
Pero volvamos al pollo brosterizado. Es indescriptible la gracia que a mi amigo Alfredo (chilote) y a mí nos produjo semejante palabreja. Acabamos aplicando el término a todo hasta que los naturales del país, decidieron acabar con nuestro chiste eterno preparando bolas de carne brosterizadas. No sé muy bien cómo es el arte de la brosterización. No estuve presente en el acto de brosterizar bolas de carne y no me acuerdo bien de la explicación. Tampoco tengo aquí y ahora internet para indagar, pero sí puedo decir que estaban buenísimas esas bolas brosterizadas. Gracias cocinera Ponce y cocinera Zhagüi.
Cada vez que veo esta foto se me hace la boca agua.

No hay comentarios:
Publicar un comentario