Había llegado. Un dibujo advirtendo de riesgo de descarga eléctrica, confirmaba que ahí dentro debía estar el interruptor que conectaba y desconectaba el alumbrado público. La puerta, como esperaba, estaba cerrada. Empezó a dar golpes a la altura de la cerradura con la palanca, intentado reventar la cerradura. Para ser cuarto de relativa importancia, no tuvo muchos problemas y alcabo de un poco la puerta cedió. No parecía que tuviesen miedo de que algún loco intentase manipular las luces de la ciudad. Resultaba incluso gracioso ver como las cosas podían cambiar en cuestión de días.
El cuarto de luces era una habitación rectangular, estrecha y osucura, sin ninguna ventana al exterior. Una de las paredes estaba desnuda, la otra cubierta de gruesos cables forrados que pasaban a través de un complicado laberinto de cajas de registro, contadores, e interruptores. Ángel comenzó a repasarlos con la linterna. Parecía que ahí estaba el cuadro de interruptures de todo el edifcio y, sí, también el de toda el pueblo, distribuído por barrios. Empezó a contectar cada uno de ellos, cuando llegó el turno al que decía "Plaza Mayor", titubeó unos instantes, nervioso, y lo conectó. Salió corriendo hasta la puerta principal, pues la osucridad del cuarto no le permitía contemplar la luz exterior, sin embargo, afuera, todo seguía oculto en la noche. Algo fallaba. Volvió dentro y comprobó todos los interruptores. Todos estaban ahora en posición de encendido. Conectó incluso los correspondientes al propio edificio del Ayuntamiento, no temía ya ser descubierto, le daba igual. Nada. Todo seguía a oscuras. Desperado, nervioso, se echó contra la pared, y contempló todo el compicado panel de luces. ¡Claro! ¡Cómo podía no haberse dado cuenta antes! Al fondo de cuarto, con un precinto de seguridad, había un enorme interruptor rojo, que, él mismo, sin ningún cartel decía "INTERRUPTOR GENERAL". Nervioso, Ángel comezó a forzar el precinto con la palanca. Le sudaban las manos, la palcanca resbalaba entre los dedos, no conseguía encajarla en el lugar adecuado, en la posición adecuada. Finalmente, el precinto cayó roto en el suelo.
-Quieto. Tranquilo.
Esas dos palabras calleron como un cubo de agua helada. Ángel, con el corazón palpitante, giró lentamente y dirigió la mirada y la linterna hacia la puerta de la habitación. Allí, Víctor, firme, se tapaba el rostro con las manos. A sus lados, un poco más atrás, estaban Jose y Toño.
-Baja la linterna, por favor.-La voz de Víctor tenía un tono tranquilo, conciliador.
-Víctor..., ¡Toño, Jose! ¿Pero...? ¿Qué, qué,...? -Ángel, nervioso, no era capaz de articular frases enteras- ¡Estáis bien!, Decidme, decidme que estáis bien, o... No, eso no, por favor.
-Sí. Estamos bien -contestó Toño, inexpresivamente- Mejor que nuncan. Antes estábamos ciegos, como todo el mundo, como todos los que no quieren creer y unirse, pero ahora, todo se ha terminado.
-No sufras más, no hay motivo -Jose hablaba ahora, y era su voz, pero podría haber sido la de Toño, o la de cualquier otro, fría, sin sentimiento, completamente inexpresiba- Ven, acepta esta invitación.
-Ya has visto y oído -dijo Víctor- No puedes escapar al futuro, al destino. Hay un sólo camino, puede ser doloroso, como les ocurrió a ellos, o puede ser rápido e indoloro. Tú eliges. -Toño extendió la mano y mostro un pequeño objeto ovoide con púas alrededor que se estremecían a intervalos irregulares.
-¡No! ¡Os destriré, a todos, a todos! Averiguaré qué está sucediendo, avisaré a otros lugares,...
-Vamos, no seas iluso. Sabes que no podrías. -Contesto Víctor- Oh, sí, podrías dar la luz, podrías, pero este pueblo no es más que una gota de agua en la inundación. No. Sería una lástima, un contratiempo inutil.
-Sí queréis denerme, tendréis que acabar conmigo, no pienso entregarme a ciegas a algo que ha destruído todo lo que conocía y amaba.
-¿De verdad lo amabas? Me siguen pareciendo graciosas esas palabras en un criatura como tú -dijo Víctor- y ¿destruirte? No. Sería una pérdida inútil. Te necesitamos más que tú a ti mismo. Siempre has sido una persona racional y también abierta a nuevas posibilidades, por muy utópicas que parezcan. Bien, esta es una de esas posibilidades. La mejor. La más lógica. Vamos. Ven con nosotros.
-Yo aquí no veo nada de racional -Ángel había comenzó a caminar hacia atrás, hasta sentir el mando del interruptor general de luces entre sus dedos.- Soy una personal racional, sí, me atengo a datos plausibles, hago cojeturas. Aquí no hay nada de eso. Símplemente un "ven, únete, cree en nosotros". Lo siento, perdí mi fe hace ya bastante tiempo. Ésta vida, este mundo, tal cual es, con sus bondades y defectos, es lo único que conozco, lo único que tengo, y voy a luchar por defenderlo. Si alguien quiere cambiarlo, de acuerdo, pero que explique sus razones y sus propósitos, las creencias ciegas no entran en las negociaciones.
Ángel hizo ademán de conectar el interruptor.
-Espera- Victor avanzó hacia él, con la mano en alto para librarse del az de luz de la linterna.- Creo que te subestimamos, y como tú, puede que haya otros. Pensamos que este modo es la mejor manera de actuar, pero quizás algunos necesitéis saber. Quizá así seais más útiles.
Victor calló unos instantes, miró a Toño y Jose y luego los tres quedaron absortos unos segundos.
-Bien- prosiguió Víctor- Tú no tienes grandes conocimientos de astronomía, y aunque los tuvieses, supongo que esto te sonaría ciencia-ficción. Somos seres procedentes de otro mundo, otro planeta, muy distante de este. Hemos evoucionado durante millones de años, hemos superado con creces el nivel científico y de desarrollo biológico de seres como vosotros, y, como todo, nos hemos topado con algo inevitable, algo que aún no podemos controlar. El sol de nuestro sistema a llegado a su fin, y nos hemos visto obligados a buscar otro planeta, otro sistema solar de condiciones similares al nuestro. Pero además un sistema sin vida, o con una vida que no merezca la pena preservar. No ha sido facil. A millones de planetas, con formas de vida más o menos desarrolladas, todas en simbiosis con su entorno, todas con un lógico sentimiento de supervivencia. Ahora, por fin, hemos encontrado uno. El vuestro. Un planeta ideal para continuar con nuestra civilización, fiíscamente perfecto, salvo por un sol demasiado fuerte para nosotros, pero es algo que podremos soluccionar en el futuro. Un mundo poblado también, es verdad, y con una civilización muy avanzada, pero caótica y autodestructiva también.
Nosotros necesitamos vuestro planeta tanto como lo necesitáis vosotros, pero nosotros podemos prolongar su vida mientras brille su sol, vosotros acabaréis destruyéndolo en cuestion de decenios. No os mereceis este planeta, rico, agradable, un lugar para albergar vida y no autodestrucción. ¿Cómo puedes querer salvar un mundo ilógico que construye para engrandecerse y luego destrirse a sí mismo? Vosotras, criaturas sin alma, que no sois capaces siquiera de llegar a la unidad total y manteneros en armonía en el planeta, que luchais y os destruís los unos a los otros por razones individualistas que no hacen si no precipitaros hacia vuestro fin mientras vosotros pensáis que os conducen por el camino de la vida eterna. Vosotros, que entendéis por progreso y conservación actos contra vuestro propio planeta, que lo derivan rápidamente hacia una destrucción final, no os merecéis seguir viviendo en él.
Nosotros, hemos encontrado la solucción a vuestros males y a los nuestros. Os ofrecemos una nueva forma de vida. Una vida en comunidad total, nosotros somos UNO. No hay líderes, no hay diferencias por clase o raza. Sómos una misma mente. Hemos encotrado un mecanismo para la coservación y supervivencia con una duración muy superior a la vuestra. Y os ofrecemos además cosas a las que hasta ahora sólo habéis soñado: viajes a otros mundos, a otras dimensiones espacio-temporales, el acceso a un conocimento que escapa a vuestros niveles de entendimiento, la compresión total de eso que llamais "alma". Pero además no os destruímos. Como habrás comprobado, vuestro conocimiento, vuestras viencias, permanecen en nosotros, nos enriquecemos mútuamente.
Esto es lo que os ofrecemos. Es algo demasiado valioso para dejar que muera en el espacio inerte o para que sea destruído por la ignoracia de criaturas como vosotros, seres que en cuestión de milenios habéis ido destruyendo, agotando poco a poco la vida en este planeta, a un ritmo que cada vez se acentúa más, acrecentando vuestro poder destructor con el único fin de destruíros a vosotros mismo, dividiendo a vuestra especie en base diferencias insigificantes, creando unas divisones internas que serán vuestro último fin. La elección es tuya, un futuro lleno de muerte y destrucción de luchas entre igual, de sueños rotos, de muerte por contaminacíon y destrucción del planeta, de agonía de miles de criaturas, o un futuro limpio, un futuro de paz y comunidad. Elige.
Víctor depositó en la mano derecha de Ángel el pequeño óvalo espinoso. Ángel permaneció inmovil, iluminado por la luz de la linterna caída en el suelo, agarrando con una mano el interruptor mientras observaba el pequeño óvalo estremecerse en la palma de la otra mano.
FIN
2 comentarios:
Me ha gustado mucho el final de la historia. Un final abierto. El lector tiene que tomar partido ante las dos posturas sin que el autor haga señales en favor de una u otra. En cierto modo, esta indecisión genera angustia.
alvarin...yo no me entero d nada xq como lo leo todo a caxos!!!xfa enviamelo al correo, lo imprimo y ya me lo leo en mi tardes leonesas :)
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