El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

sábado, 18 de marzo de 2017

Democracia

Llegar a emergencias al hospital, que te atiendan, de curen la herida, te vacunen, y te den la cita para la siguiente curación, sin que hagan distinciones de relación laboral, nacionalidad o situación legal en el país, sin que te cobren nada; es democracia.

Que la educación sea también gratuita sin distinciones, gratuitos los libros, gratuitos los uniformes, que las escuelas públicas sean limpias y dignas, que se fomente la formación y actualización pedagógica de los docentes, que se les reconozca un salario acorde a su trabajo; es democracia.

Que exista una red vial con carreteras en buen estado, llegando a todas las provincias de un país, y que esta red sea gratuita, es democracia,

Que se exija pagar los impuestos a todos y por igual, es democracia.

Las colas en un sistema de sanidad pública saturado por la alta demanda del pueblo, es democracia; como también lo es el derecho del pueblo a exigir que se siga mejorando este sistema sanitario.

Un país donde la educación pública desparece a través de las grietas en los muros de la clase, donde la sanidad pública tiene un costo y acaba siendo una excusa en un mercado dominado por aseguradoras y clínicas privadas que "venden salud", donde las carreteras asfaltadas sólo existen en urbanizaciones privadas, donde los colegios y universidades privadas son los únicos con educación de calidad, es un país sin democracia.

Somos hijos del pueblo. Somos hijos del Estado de Bienestar que surgió con la Revolución Francesa. Tenemos lo que somos porque lo hemos construido juntos. El país somos nosotros, lo hacemos nosotros. Es el país como como símbolo protector de todos sus ciudadanos. Con sus peleas, con las carencias y fragilidad del sistema que siempre está en equilibrio, debatiéndose por mejorar, con las diferencias de opinión, las equivocaciones, incluso con la corrupción de aquellos egoístas -pues egoísta es el ser humano- que se lucran aprovechando la confianza que otros han depositado en ellos, la democracia sigue siendo el sistema al que nos debemos, un sistema frágil, amenazado por esa doctrina estadounidense y capitalista que pone al hombre por delante del estado, que crece en torno al individuo y no en torno al grupo, que fomenta héroes y cambios gracias a voluntades personales, y que poco a poco excluye de este proceso a más y más personas.

La democracia no es perfecta. No es un concepto por el que dar la vida, algo que se pueda defender, salvo que escarbemos bajo su superficie para encontrarnos con qué y quienes son esa democracia. Quizá nos encontremos a nosotros mismos. Seguramente ustedes mismos se vean representados en ella, divididos en ella, preocupados por ella, enfadados por causa suya, pero en el fondo parte de la democracia misma.

Veo sus rostros perplejos ante su espejo interior, Y veo sus miradas alzadas, dubitativas entre su propio origen y esa estampa del hombre libre dueño único de su destino que viene cabalgando a lomos del corcel del norte. Muchos abandonan estos días el barco del bien común, ese estado del bienestar que ven maltrecho, que ven como un engaño en el que ya no se ven representados, y corren para alcanzar un espacio en la grupa del corcel salvador pero ¿cuánta gente podrá caber en la grupa? ¿cuando aguantará el caballo antes de relinchar, cocear y dejar atrás, desvalidos y en el suelo, a todos menos a su amo?

No se trata de partidos políticos, no se trata de ideologías de izquierdas ni de derechas. Se trata del propio derecho a poder ser dueños de nuestro destino, nuestra vida, nuestro país, y no vasallos de un rey o reyes. Se trata de nuestro derecho a estar bien, a ser libres y a respetar la libertad de los que nos rodean como un ejercicio de libertad y respeto más, para poder ser y para poder sobrevivir.

Aquellos que hablan de héroes y de ejemplos de superación individual se olvidan de todas las personas que a lo largo del camino les pusieron, voluntaria o involuntariamente donde ahora están, y con su olvido, condenan la democracia, condenan la vida común y se condenan a si mismos al despiadado precipicio del olvido y la muerte.

El ser humano es animal gregario. El ser humano vive porque vive en grupo, con sus tensiones y luchas y diferencias, pero en grupo. El estado del bienestar y la democracia son precisamente eso: la voluntad de sobrevivir y crecer juntos, pues no hay otra manera de lograrlo. Y la tarea de saber distinguir entre aquellos que fomentan, por poco que sea, este estado del bienes, y aquellos otros que habla sólo del beneficio y bien individual (de ellos y de los demás como individuos) es quizá la más difícil de todas. Pero la elección sigue siendo nuestra. No perdamos ese derecho y elijamos una vez más, democracia.

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