Cuando la musa me habla para escribir, mi
cuerpo me dice que no. Que ya se acaba el día, que tome notas y me vaya a
dormir. Un día nuevo me dará, triste engaño de la cordura mental y futura, la
oportunidad, el tiempo preciso y la mente clara para escribir. Pero es todo
engaño, pues en la lucidez del día mi musa no está.
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