Con mucha humildad y sonrojo, a Ray Bradbury (1920-2012), un niño que
nunca creció, que alimentó mis sueños y pesadillas, y que nos recordó
que la cordura y la humanidad deben estar siempre por encima de cifras,
tecnología y ansias de poder.
Mi almohada sigue siendo y será siempre un libro de cuentos.
Gracias de todo corazón.
Los padres se rascan la cabeza
estos días con el rostro extrañado,
sus hijos han apagado la tele
y han salido corriendo al campo.
Vuelven al caer la noche con flores
en su pelo sucio y ensortijado,
con los bolsillos del pantalón llenos
de lagartijas, ranas, guijarros.
Toman su cena velozmente
y salen a recorrer las calles y los patios,
no tienen miedo a la noche
gritan y corren y juegan con ojos de gato.
Y cuando papá nervioso e incrédulo
llamándoles a gritos, enfadado
sale a la noche y les jala de las orejas
y los lleva a su cama y los encierra bajo candado,
en las ventanas de los edificios
bajo cobijas y sábanas, bien resguardados,
se enciende un mar de luciérnagas
que iluminan páginas de lugares encantados.
Mamá les despierta por la mañana
y recoge las ropas que huelen a prado.
Las mira curiosa: están todas manchadas
de un polvo rojo que se pega por todos lados:
en las sábanas, en el pelo, en la ropa,
en las rosadas mejillas y en los zapatos,
en las manos pequeñas y ágiles que los niños
por ser niños no se han lavado.
Hace ya más de un mes que dura
el extraño fenómeno que tiene a todos anonadados,
las predicciones de los abuelos dicen
que seguramente durará todo el verano.
Las madres llevan los niños al médico
a los viejos, por viejos no les han escuchado.
El viejo doctor osculta pechos y mira gargantas
y en la paleta solo recoge rojo polvo pegado.
"No me diga señor doctor
que mi hijo está sano,
si sólo encuentra polvo rojo
habrá que analizarlo"
Como nadie puede decir que no a una voz de madre,
los científicos pasa horas encerrados
en fríos laboratorios asépticos el polvo rojo
es una y otra vez analizado.
Después de varios días de duro análisis
los doctores publican en la tele el resultado:
el polvo rojo no es de la tierra, viene de Marte
y cae todas las noches cubriendo ciudades y campos.
Mil hombres importantes de todo el mundo
se han reunido, están deliberando:
hay que curar a los niños, devolverles la cordura
es peligroso el polvo rojo que cubre los tejados.
Han enviado un robot sonda a Marte
para aclarar el enigma y han encontrado
a un sonriente muchacho rollizo
de piel morena y ojos dorados
que todas las noches sentando
en la orilla de un canal marciano,
sopla un cuerno mágico que envía
a las estrellas polvo rojo y sueños dorados
Y habla de ciudades y campos,
de calles, de casas de lugares mágicos
donde no existe el tiempo
y los niños hablan con voz de sabio.
El robot sonda desde la orilla del canal
ha enviado un mensaje encriptado
para los oídos de un planeta frío
moderno, calculador e informatizado.
"Escuchen esta noche a sus hijos
salgan libres a correr por los campos
abran los ojos y respiren bien hondo el polvo rojo
y vuelvan a recordar esa verdad que un día olvidaron."
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