El ir y venir luchando por las cosas más queridas, sin bien nos gasta las manos, nos deja abierta la vida.
- Víctor Jara

domingo, 7 de marzo de 2010

Goteo sistemático.

Una tarde cualquiera voy de una carrera al super más cernano a comprar "leche de soja". En la puerta un apersona me da las buenas tardes y me abre amablemente. No me fijo en él, o mi inconsciente hace que mi vista avance al siguietne punto. Más tarde, según hago cola en la caja, le veo a través de la puerta de cristal, abriendo y dándo la bienvenida a otros clientes. No es un empleado del supermercado. Es un hombre de unos 50 años, sin asear, con ropas sucias, que guarda en un puño un montón de monedas.
Siento verguenza por él, me pregunto por él. ¿Cómo puede un ser humano verse advocado a esa situación? ¿Qué le pudo suceder? El hombre no es inmigrante. No es un joven delgado y demacrado que puediese estar enganchado a la droga. Algo falla. Algo no funciona bien.

Los mendigos han dejado de ser los pobres de solemnidad que piden a las puertas de las iglesias. Ahora, a las puertas de los supremercardos, en las concurridas calles del centro de la ciudad, hay cada día más personas pidiendo. Mudos testigos del pasar de zapatos lustrosos de gente altiva que lee el cartón "ayúdame no tengo casa" y apura el paso.
Se han convertido estos mendigos en parte de la estampa de nuestras ciudades. Agonos son extranjeros, otros pertenecen a grupos o etnias tradicionalmente exluídas, pero cada vez con más frecuencia son gente con mi misma piel.
¿Qué ha pasado? ¿La crisis? ¿Un reajuste del mercado? ¿Es este el producto último de nuestro brillante sistema económico: más pobres, exlcuídos, avandonados?

Más manchas de aceite, un goteo incesante entre las juntas de esta sociedad. Desechos. Cifras que algún político-economista-banquero archiva y cuenta igual que cuenta sus acciones.
Unos pagan el pato por otros. ¿Qué sistema es este que hace pagar a los empelados el error de cálculo de la empresa, de las grándes finacieras? ¿Qué sistema es éste que castiga a los trabajadores cuando las bolas de los juegos malabares de las finanzas internancionales pierden su equilibrio y dejan de girar en el aire?
¿Por qué no pagan ellos los destrozos que ocasionan?

Ah, supongo que soy un radical. Supongo que hacer pagar las grandes financieras su error les llevaría a la quiebra y esto arrastraría al paro y a la calle a aún más gente, que tendría que volver a empezar de cero.
Bueno, ¿y por qué no? Hablamos de empezar de volver a emepzar, pero no necesariamente de volver a construir la misma casa con las mismas fallas en su estructura. ¿Por qué no comenzar otra casa, con manos y materiales distintos, con diferente distribución? Muy amenudo hay que enterrar el pasado y hacer las paces con nuestros dioses para volver a caminar, descalzos, hacia el mañana.

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