Son las 5:15 de la mañana, aún está oscuro. Mi reloj de pulsera hace sonar su alarma una vez más, como todos los días, haya clase o no: la humedad y el calor de este clima extremo se comió el contacto de los botones de mi reloj y ahora sólo me queda esperar a que deje de sonar o esconderlo en el armario para no oír la alarma.
Me siento perezosamente sobre la cama, observando la tenue luz del amanecer que empieza a entrar tímidamente por la ventana. La música de levantada de las residencias vecinas –en las que duermen los estudiantes- me hace ponerme en marcha. Me lavo la cara con agua fría y me refresco, me visto y salgo tropezando por el camino de graba, camino del colegio con una sonrisa buenos días a los chicos y chicas, aplicados unos, dormidos otros, que se dirigen a realizar sus comisiones de aseo.
El colegio, como proyecto de desarrollo qué es, como ejemplo de lo que ni gobiernos, ni estados, ni dinero han logrado o tristemente se planteen quizá lograr, funciona gracias al dinero de proyectos, subvenciones y donaciones de personas, desinteresadas o no, que creen en la educación de los que menos tienen. De ahí que la economía del centro no sea muy boyante. Más bien funciona a base de recortes presupuestarios y estrategias y estrategias para seguir funcionando cada vez con menos mientras esperamos que algún gordo funcionario se atreva a mirar a la realidad que hay afuera de su despacho y se decida a ayudar a los demás sin esperar nada más de ello. Así, el colegio intenta ahorra de donde puede, y de ahí, por ejemplo, que los alumnos realicen las labores de aseo de colegio y residencias. Yo estoy encargado de supervisar y ayudar para que algunas de esas comisiones de aseo sean realizadas correctamente. Algunos son perezosos y descuidados para el aseo, pero hay que pensar también que para los más pequeños, ésta es la primera vez que tiene que encargarse de semejante asunto: en sus casas por ejemplo, no hay cuarto de baño.
Tras las comisiones reciben su primera hora de clase (aquí las horas lectivas son de 45 minutos) y luego el desayuno. Los propios estudiantes se encargan de servir sus mesas y de limpiar el comedor después. Los profesores tenemos nuestra propia mesa, aunque a veces nos sentamos con nuestros pupilos, invitados, o simplemente por “molestar” cuando vemos un sitio libre.
Las clases continúan después hasta el medio día, yo, que soy profesor de horario de tarde por necesidades de acomodar horarios más que por gusto, rara vez tengo clase en la mañana, así que me retiro a la biblioteca o vuelta a mi residencia a preparar clases, corregir pruebas, o, me quedo por el colegio haciendo otra serie de labores múltiples que surgen inesperadamente cada día: ayudar a algún compañero en sus clases, ayudar en el mantenimiento del colegio y residencias arreglando luces, váteres, computadoras; sustituyendo o ayudando a algún compañero en sus clases… trabajo nunca falta.
A las 12:45 es el almuerzo. La comida es sencilla, monótona, pero abundante: uno no se queda con hambre. El primer plato suele ser sopa (caldo de pollo, de verduras, de pasta y queso) bien caliente, haga frio (yo aún no lo he sentido, pero hay días en que me dicen “profe, hace frío”) o haga calor (tampoco lo he sentido excesivamente, debe ser por venir de una tierra de extremos en donde uno pasa de los 4 bajo cero en invierno a los 35 grados en verano, aquí la temperatura es más o menos estable y oscila siempre entre los 18 grados y los 30 más o menos, lo único que es mayor que en España es la humedad de un 70% que hay aquí constantemente) Tras la sopa, arroz, alimento base de esta tierra junto a la yuca y el plátano, siempre acompañado de menestra (léase lentejas, fréjoles) y algo de carne o pescado.
Después del almuerzo, tras un pequeño descanso, comienzan de nuevo las clases desde las 14:30 hasta la hora de las duchas. Yo, como profesor del horario de tarde y nocturno (aquí anochece hacía las 6 – 6:30 de la tarde) tengo casi toda la tarde ocupada con clases de inglés o de ciencias sociales. Del verbo to Be, al Antiguo Egipto, a s. XIX ecuatoriano y vuelta al inglés, y entre medias, horas de estudio, es decir, acompañamiento a los distintos grupos de clase en las horas que tienen libres para ir a la biblioteca y hacer sus deberes: orientarles en cómo estudiar, como consultar libros y enciclopedias, resolverles dudas,… a veces uno incluso acaba aprendiendo de otras materias con ellos: ¿Profe, me ayudas con este ejercicio de física de vectores? Y no queda otra que sentarse y digerir en cuestión de minutos el tema de física y desempolvar conocimientos olvidados en la adolescencia.
Durante la tarde algunos grupos (léase cursos) tiene educación física o agropecuaria (tenemos una finca en el centro de cara al autofinanciamiento y también para iniciar a los alumnos en técnicas de cultivo y cría de ganado) o realizan trabajo comunitario, es decir, colaboran en el mantenimiento del colegio macheteando (es decir, cortando la hierba salvaje que aquí crece otra vez alta cada 3 días) o haciendo otras actividades.
A las 5:30 todos se van corriendo a sus residencias a las duchas. Aquí es costumbre ducharse al final de la tarde, pues el clima y el día son duros y uno suda bastante, y así, aseado uno duerme después más fresco, pues, aunque por la noche refresca algo, tampoco es muy grande la diferencia respecto al día. Yo, que al principio intente continuar con mi costumbre de ducharme temprano por la mañana, he acabado por adoptar la costumbre local. Donde fueres, haz lo que vieres. Sus razones tienen.
Tras las duchas, la última hora de clase del día, ya en horario nocturno, luego la cena a las 7:15 de la tarde. No suele haber gran diferencia entre la cena y el almuerzo, ésta suele ser quizá más liviana y algo más dulce. A las 8 todos los alumnos/as están en su residencia, tienen una hora para estudiar, para relajarse viendo la tele, escuchando la radio, o jugando a algún juego de mesa. A las 9 es el toque de queda: todo el mundo a dormir, yo incluido. Normalmente intento acabar algún trabajo pendiente para las clases, o leer un rato una novela, o ver televisión, pero normalmente el sueño me puede y me meto en mi cama. Los mosquitos y demás insectos variados, los murciélagos, y el sapo que últimamente vigila la puerta de mi cuarto, nos dicen que nos vayamos a dormir, que la noche es sólo para ellos. Y así hacemos, dormimos, mientras la selva sigue despierta y viva, vigilante.
Que nunca calle.
Me siento perezosamente sobre la cama, observando la tenue luz del amanecer que empieza a entrar tímidamente por la ventana. La música de levantada de las residencias vecinas –en las que duermen los estudiantes- me hace ponerme en marcha. Me lavo la cara con agua fría y me refresco, me visto y salgo tropezando por el camino de graba, camino del colegio con una sonrisa buenos días a los chicos y chicas, aplicados unos, dormidos otros, que se dirigen a realizar sus comisiones de aseo.
El colegio, como proyecto de desarrollo qué es, como ejemplo de lo que ni gobiernos, ni estados, ni dinero han logrado o tristemente se planteen quizá lograr, funciona gracias al dinero de proyectos, subvenciones y donaciones de personas, desinteresadas o no, que creen en la educación de los que menos tienen. De ahí que la economía del centro no sea muy boyante. Más bien funciona a base de recortes presupuestarios y estrategias y estrategias para seguir funcionando cada vez con menos mientras esperamos que algún gordo funcionario se atreva a mirar a la realidad que hay afuera de su despacho y se decida a ayudar a los demás sin esperar nada más de ello. Así, el colegio intenta ahorra de donde puede, y de ahí, por ejemplo, que los alumnos realicen las labores de aseo de colegio y residencias. Yo estoy encargado de supervisar y ayudar para que algunas de esas comisiones de aseo sean realizadas correctamente. Algunos son perezosos y descuidados para el aseo, pero hay que pensar también que para los más pequeños, ésta es la primera vez que tiene que encargarse de semejante asunto: en sus casas por ejemplo, no hay cuarto de baño.
Tras las comisiones reciben su primera hora de clase (aquí las horas lectivas son de 45 minutos) y luego el desayuno. Los propios estudiantes se encargan de servir sus mesas y de limpiar el comedor después. Los profesores tenemos nuestra propia mesa, aunque a veces nos sentamos con nuestros pupilos, invitados, o simplemente por “molestar” cuando vemos un sitio libre.
Las clases continúan después hasta el medio día, yo, que soy profesor de horario de tarde por necesidades de acomodar horarios más que por gusto, rara vez tengo clase en la mañana, así que me retiro a la biblioteca o vuelta a mi residencia a preparar clases, corregir pruebas, o, me quedo por el colegio haciendo otra serie de labores múltiples que surgen inesperadamente cada día: ayudar a algún compañero en sus clases, ayudar en el mantenimiento del colegio y residencias arreglando luces, váteres, computadoras; sustituyendo o ayudando a algún compañero en sus clases… trabajo nunca falta.
A las 12:45 es el almuerzo. La comida es sencilla, monótona, pero abundante: uno no se queda con hambre. El primer plato suele ser sopa (caldo de pollo, de verduras, de pasta y queso) bien caliente, haga frio (yo aún no lo he sentido, pero hay días en que me dicen “profe, hace frío”) o haga calor (tampoco lo he sentido excesivamente, debe ser por venir de una tierra de extremos en donde uno pasa de los 4 bajo cero en invierno a los 35 grados en verano, aquí la temperatura es más o menos estable y oscila siempre entre los 18 grados y los 30 más o menos, lo único que es mayor que en España es la humedad de un 70% que hay aquí constantemente) Tras la sopa, arroz, alimento base de esta tierra junto a la yuca y el plátano, siempre acompañado de menestra (léase lentejas, fréjoles) y algo de carne o pescado.
Después del almuerzo, tras un pequeño descanso, comienzan de nuevo las clases desde las 14:30 hasta la hora de las duchas. Yo, como profesor del horario de tarde y nocturno (aquí anochece hacía las 6 – 6:30 de la tarde) tengo casi toda la tarde ocupada con clases de inglés o de ciencias sociales. Del verbo to Be, al Antiguo Egipto, a s. XIX ecuatoriano y vuelta al inglés, y entre medias, horas de estudio, es decir, acompañamiento a los distintos grupos de clase en las horas que tienen libres para ir a la biblioteca y hacer sus deberes: orientarles en cómo estudiar, como consultar libros y enciclopedias, resolverles dudas,… a veces uno incluso acaba aprendiendo de otras materias con ellos: ¿Profe, me ayudas con este ejercicio de física de vectores? Y no queda otra que sentarse y digerir en cuestión de minutos el tema de física y desempolvar conocimientos olvidados en la adolescencia.
Durante la tarde algunos grupos (léase cursos) tiene educación física o agropecuaria (tenemos una finca en el centro de cara al autofinanciamiento y también para iniciar a los alumnos en técnicas de cultivo y cría de ganado) o realizan trabajo comunitario, es decir, colaboran en el mantenimiento del colegio macheteando (es decir, cortando la hierba salvaje que aquí crece otra vez alta cada 3 días) o haciendo otras actividades.
A las 5:30 todos se van corriendo a sus residencias a las duchas. Aquí es costumbre ducharse al final de la tarde, pues el clima y el día son duros y uno suda bastante, y así, aseado uno duerme después más fresco, pues, aunque por la noche refresca algo, tampoco es muy grande la diferencia respecto al día. Yo, que al principio intente continuar con mi costumbre de ducharme temprano por la mañana, he acabado por adoptar la costumbre local. Donde fueres, haz lo que vieres. Sus razones tienen.
Tras las duchas, la última hora de clase del día, ya en horario nocturno, luego la cena a las 7:15 de la tarde. No suele haber gran diferencia entre la cena y el almuerzo, ésta suele ser quizá más liviana y algo más dulce. A las 8 todos los alumnos/as están en su residencia, tienen una hora para estudiar, para relajarse viendo la tele, escuchando la radio, o jugando a algún juego de mesa. A las 9 es el toque de queda: todo el mundo a dormir, yo incluido. Normalmente intento acabar algún trabajo pendiente para las clases, o leer un rato una novela, o ver televisión, pero normalmente el sueño me puede y me meto en mi cama. Los mosquitos y demás insectos variados, los murciélagos, y el sapo que últimamente vigila la puerta de mi cuarto, nos dicen que nos vayamos a dormir, que la noche es sólo para ellos. Y así hacemos, dormimos, mientras la selva sigue despierta y viva, vigilante.
Que nunca calle.
6 comentarios:
Acabamos de leerlo juntas mamá y yo. Nos parece muy buenito, y también nos parece increible que resistas en pie de las 5.30 de la mañana hasta las 9.00 de la noche.
Recuerdos al sapito que ha sustituido a Dona.
Un besin
Mamá y Raquel
He querido ir al colegio Abya Yala. Estuve de voluntaria hace un par de años en Lago, antes de que naciera tan hermoso proyecto. Busqué para ver si habían noticias y a través de tus relatos de selva, pude percibir algo de lo que sentiste.... Gracias por abrir la ventana....
quisiera saber si se aceptan alumnos de otra parte del pais. mi hijo es de guayaquil, tiene 15 años y va al 1ero de bachillerato
Hola Betzabé.
El colegio es un proyecto destinado sólo a los muchachos que pertenezcan a alguna de las 5 nacionalidades indígenas de Sucumbíos: Kichwa, Shuar, Cofán, Secoya y Siona.
Se trata de una iniciativa para que éstos jóvenes puedan acceder a una educación de grado medio, ya que, debido su sitación (son familias pobres de pocos recursos económicos, viven en comunas en la selva de dificil acceso) no podrían estudiar de otro modo (en las comunas sólo hay escuela hasta 7º de Básica, si es que hay escuela...)
Además se busca fomentar sus valores tradicionales, para que no pierdan su cultura, su lengua, etc.
Gracias de todos mdoos por tu interés,
Un saludo,
Álvaro.
DISCULPEN AMIGOS ME GUSTARIA ESTOY ESTUDIANDO PA SER PROFESOR Y AMIME ENCANTARIA DAR CLASES EN ESTE COLEGO ES UN SUEÑO Q QUIERO CUMPLIR CUANDO ACABE MIS ESTUDIOS PERO NO SE COMO CONTACTARME ALGUIEN PUEDE AYUDARME ME AYUDARIAN A CUMPLIR UN SUEÑO...bammargerask8@hotmail.com me llamo jaime....
ese colegio a robado miles de corazones y uno de ellos es el mio hice mi voluntariado hace un año... un lugar donde puedes encontrar la felicidad en las cosas mas simples q tu las vas haciendo junto con los muchachos increibles
Publicar un comentario