Conozco perfectamente bien mi propio egoísmo, y conozco mis palabras omnívoras, pero no puedo dejar de decirlas,
y quisiera llevarte, quienquiera que seas, a mi propio nivel.
Mis palabras son palabras que preguntan y hablan de realidad;
Este libro impreso y encuadernado… pero ¿y el impresor y el muchacho de la imprenta?
Y la dote y los acuerdos matrimoniales… pero ¿y el cuerpo y la mente del novio y los de la novia?
El panorama del mar… pero ¿y el mar mismo?
Las fotografías bien tomadas… pero ¿y tu mujer o tu amigo fuertemente apretados en tus brazos?
La flota de buques de pasajeros y todas las mejoras modernas… pero ¿y la astucia y el coraje del almirante?
Los platos, el precio y los muebles… pero ¿el huésped y la huésped y la mirada de sus ojos?
El cielo allá arriba… pero ¿y aquí, en la casa de al lado o al otro lado de la calle?
Los santos y sabios de la historia… pero ¿y tú mismo?
Los sermones, doctrinas y la teología… pero ¿y el cerebro humano y lo que llamamos razón, lo que llamamos amor, lo que llamamos vida?
Walt Whitman, en Hojas de Hierba
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