Llevo ya algún tiempo sin escribir. Tengo varias ideas rendándome la cabeza, pero la pereza me gana día a día y no acabo de plasmarlas sobre el papel.
La verdad es que empieza a ser algo vicioso o incluso peligroso esto de estar sin hacer nada, pensando, dándole vueltas a la cabeza sin decidirse por algo. Ojalá perteneciese a ese grupo de personas que tienen muy claro a qué dedicarse, o a esas que lo quieren es trabajar para ganar dinero, aunque realmente no lo necesiten, sólo lo hacen por entrar en ese círculo vicioso que nos vende la sociedad actual de casa + coche + niño florero = vida resuelta.
A mi no me gusta esa operación matemática. No hace falta coche, ni críos sintéticos, ni una hipoteca a 40 años en un piso nuevo en la ciudad o en una urbanización de ensueño en el extrarradio. No hace falta esclavizarse en un trabajo que no nos gusta, que no nos aporta nada, en el que nos explotan, sólo por dinero y por formar parte de ese estilo de vida actual con el que nos bombardean continuamente pero que no es el único.
No digo que haya que vivir como un ermitaño o irse a uno de esos pueblos de falsos hippies. Personalmente, mantengo que, salvo que a uno se muera de hambre y entonces mande el instinto, una persona ha de ser fiel a sus principios y no dejarse llevar por lo que en un determinado momento se tenga por normal, más común y por lo tanto supuestamente acertado. Yo, que no me muero de hambre, me niego a buscarme un trabajo explotador sólo por sacarme “unas perras” sin las que puedo vivir perfectamente.
Creo que tenemos que buscar trabajos que sean dignos, en los que nos sintamos realizados, realizando una labor que nos aporte algo más que dinero y que aporte también algo a los demás, animándoles a seguir nuestro ejemplo. Un salario justo, sencillo, que de para vivir y cuatro cosas más. No es necesario un chalet, tres televisores, dos coches, etc. Hay que elegir. La vida es una sucesión de elecciones. Yo me gasto la mayoría de mi dinero en discos, vale, pero sólo en eso. El problema es que queremos discos, coches, ropa, salir de viaje, etc., y no puede ser. No se puede tener todo, hay aprender a compartir, a ser sinceros con nosotros mismos y con los demás.
De ahí lo del trabajo justo y digno con un salario justo y digno. Y por supuesto, trabajando para alguien que no se llene los bolsillos a nuestras expensas; de ahí lo de un trabajo en el que uno no sea explotado.
Todo eso lo tengo claro, aunque suene un poco utópico. Y lo que también tengo claro, volviendo a un tono más personal, es que, a día de hoy no me apetece estudiar más. Tengo cierta saturación de libros, de tensión pre-examen. Nada de oposiciones.
Y claro, fuera de los trabajos explotadores por dinero y los empleos cómodos de las Oposiciones, no parece haber mucho más. Por eso no hago nada. Pero también puede ser que soy demasiado perfeccionista, siempre me parece que no estoy suficientemente preparado para esto o aquello. Me cuesta mucho dar ese primer paso, en lo profesional y en lo personal. Una vez que lo doy las cosas suelen ir sobre ruedas, pero ese primer paso parece imposible, y en un mundo dominado por la “C” de Competencia (yo también me rijo por la “C”, pero de Compartir) no parece haber nadie dispuesto a darme ese necesario empujón.
Pero, en fin, uno no puede pasarse la vida esperando. ¿O sí? No lo se. Hay quien dice que soy un conformista con lo que tengo en mi plano personal. Siempre estoy con la antena dirigida hacia los demás, hacia lo que pasa en este mundo, pro por mi mismo no hago mucho, me conformo con lo que tengo... en fin, no lo se: tres palabras que repito demasiado.
Por lo menos hoy he conseguido sentarme y plasmar algo sobre el papel. Y voy a seguir escribiendo para conseguir dar forma a esos otros comentarios que me dan vueltas por la cabeza pero que no salen.
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