La luz de la pálida luna
de las estrellas, ninguna
y el frío vacío, sin eco
y el cielo sin firmamento,
dos ojos quietos en la ventana
de la gigantesca nave-cuna
donde las últimas ascuas alumbran
un llanto roto en el espacio
en brazos de un robot hueco
donde día y noche son mañana
Atrás ha quedado la historia
ceros y unos son toda memoria
cristales, cables y frío acero
silicio midiendo el tiempo
la rueda gira buscando casa
midiendo sonidos, distancias
una tierra, un sol para alumbrarla
que aún sueñan esos ojos inquietos
y su color inunda todo el espacio
donde todo es final y es alba.
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