Me piden que comente el libro. Qué comentar de un libro cuyas páginas se pasan solas suavemente, como las hojas de las palmas acá en al selva. Me siento y las páginas de libro se convierten en el fluir lento de las aguas del río que me atrapan y me acunan en ellas toda la noche. Si algo me transmite esta novela de Jennie Carrasco, es paz cuando cierro las últimas páginas. Quiero ahora pasarle la novela alguien. “Toma, léela, bebe de este natem, de este yagé. Escucha a los espíritus y escucha al tiempo.”
Debo
reconocer que comencé este libro bajo el prisma del historiador, de
que lleva ya años metido en estas selvas de la amazonía,
aprendiendo entre culturas presentes y culturas pasadas, que siguen
también presentes entre nosotros; pero poco a poco dejé de lado mis
lentes científicas de investigador y crítico y me sumergí en la
lectura y en la armonía de la narración de Jennie, en las vidas de
Beatriz, de Nunkarit, de Doménico, de las mujeres omaguas y los
espíritus de la selva, de las gentes de rostros anónimos en las
calles del Quito colonial.
Ahora,
cuando me siento a escribir, no puedo sino admirarme ante el profundo
conocimiento de la autora en tantos y tantos temas: historia,
antropología, mitología. Las páginas hablan de una persona que no
sólo ha leído, sino que ha vivido y vive lo que escribe. Quiero
preguntarle a la autora por sus fuentes, por los libros que ha
leído, por los lugares donde le han contado historias, las aguas
donde ha bebido y los lugares donde ha descansado sus noches: con qué
detalle describe los primeros pasos de las misiones católicas en el
oriente, la mirada del mundo shuar a éstas y el contraste terrible
entre las dos civilizaciones. Pero también las vívidas imágenes de
un Quito colonial, su conocimiento de botánica y medicina natural,
su conocimiento de la mujer.
Creo
ver dos elementos formando este relato: la mujer como semilla y
origen de la vida en el mundo y ese tiempo circular donde pasado y
presente se entrelazan continuamente en ese camino continuo que es la
vida. La voz de Nunkarit es la voz de los antepasados, los mitos y
los relatos de las ancianas; pero es también el aliento para seguir,
la voz premonitoria de lo que puede suceder -y por desgracia sucede-
si olvidamos cuál es la verdadera riqueza de estas selvas, dónde
está su espíritu: los peligros del mal llamado progreso, del
extractivismo están presentes en la voz tranquila de Nunkarit, una
voz que sobrecoge cuando transmite también la terrible historia de
los hombres y mujeres primordiales de estas selvas, y una voz sobre
todo que invita al retorno.
Retorno,
sí, y la esperanza en este retorno. La voz de Nunkarit y su familia,
que es la voz de la autora y la voz de este libro, nos invita a
regresar a aquellas aguas de la amazonía anteriores a la llegada de
los hombres con barba y los sueños ishpingo y oro. Regresar a esa
amazonía matriarcal, donde la mujer es símbolo de fuerza, de
fertilidad, de humanidad – origen. Donde “la mano firme no
golpea, sino que sirve para acariciar”; es también un retorno que
se me antoja un corazonar, como diría Humberto Manturana, un camino
para sanarse y volver al origen matríztico de nuestra humanidad.
Tiempo
en espiral. Ríos. Y la mujer a través de la voz del
natem-yagé-nunkarit recordándonos dónde está nuestro origen. El
espíritu de jaguar que sigue presente entre las ramas de una selva
que lucha por mantener vivo su espíritu. Está ahí, para todos los
que lo quieran escuchar. Este libro nos invita precisamente a eso: a
retornar a nuestro ser primigenio y escuchar.
He
acabado de escribir esta nota literaria mirando en silencio los
rostros de las shamanas en las urnas funerarias omaguas acá en el
MACCO. Me llena de emoción que este libro esté sucediendo hoy aquí.
Me asombra cómo este continuo hilo del tiempo amazónico nos junta y
nos separa y nos hacer regresar para encontrarnos de nuevo en algún
punto de nuestra historia y compartir los sueños de yagé. Siento
que el relato del Jennie ha regresado hoy al lugar donde nació, la
tierra de las omaguas, de las amazonas. No me queda más que doblar
el papel de este pequeño esbozo y dejar que sea la voz de Jennie la
que hable y nos comparta los secretos y sueños de su natem personal.
Y después, invitarles a cada uno de ustedes a que beban en las
páginas de este libro.
Quizá
muchos de ustedes esperaban escucharme desgranar las páginas, la
narración y los personajes de este libro. Créanme, lo he hecho.
Cuando pasen las páginas de este libro se darán cuenta.
Álvaro
Gundín.
Coca,
23 de noviembre de 2017
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