Fue en aquel café, en aquél rincón
dos platos y dos cervezas vacías
y la amena conversación
anclados sin prisa a dos sillas.
Fue cuando fui yo el que huyó
o cuando eras tú la que huías
siempre nos buscamos los dos
y siempre nos encuentra la vida
sentados, buscando en la luna el sol
buscando, esa otra vida soñada
bajo el manto que la noche tejió
en el que todo comienza y acaba.
La dialéctica borrachera ganó
luchas y sueños, y luchas y más palabras
que no se acabe la noche, por favor
que nadie apague la última luz de la sala.
Nadie me lo había y dicho y yo,
yo no sabía que hacer con tu mirada,
sin saber si querías decir adiós
o mostrarme todas tus madrugadas
salimos a la calle los dos
y alguien cantó una canción de Jara
esa que dice que él no volvió
que trabajaba en la fábrica.
Aires en la noche a revolución
y en el corazón una daga
que me recuerda que yo,
yo aún no sé jugar a las cartas.
En la esquina un taxi nos vio,
te dejé con un abrazo en casa
mientras la noche cambia el color
y la lluvia lavaba sin pausa la plaza
en el silencio de la casa me arropé
con mi lluvia y la canción y de Jara.
Me desperté a las cuatro y diez
sin saber quién es el que canta
y en las páginas gastas del block
arañé a a la noche estas palabras.
No se si son mi veinteavo poema de amor
o mi canción desesperada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario