"Estimado Monseñor ...., que la paz del señor le guarde. Durante años he estado coleccionando fotografías de obispos. Le estaré enormemente agradecido a su señoría si me enviase una foto suya firmada por correo. En mi colección privada tengo más de 1500 fotos de obispos de todo el mundo, y también más de 200 de cardenales y nuncios".
Más o menos así reza una carta en inglés que he encontrado entre los miles de papeles por clasificar que me rodean en el archivo. Irá a "correspondencia general recibida", aunque más se merece que la incluya en una carpeta nueva con el membrete "curiosidades".
La verdad, hay gente para todos los gustos. He conocido gente que colecciona llaveros, abanicos, conchas, piedras, hojas, sombreros, manillas, figurillas de diversos tipos, traducciones a distintos idiomas de un mismo libro, tierra de distintos lugares..., así que supongo que coleccionar fotos de obispos no tiene tanto de extraño, aunque me dibuje una sonrisa en mi rostro mientras clasifico viejos papeles. Como las reliquias de santos, como las palabras sabias que no ha podido borrar el tiempo, quizá el coleccionista encuentre en estas fotos, la reverencia, admiración y reconocimiento que le sirven de fuerza y motivo para continuar su día a día.
El tiempo se encargará de volver ceniza las fotos, igual que volverá polvo las huellas dejadas por su propio caminar, y las vidas pasarán, y otros hombres, sentados en polvorientos cuartos, recogerán las cenizas y fragmentos al vuelo y los guardarán para que como colección de fragmentos de nuestra existencia humana, sigan dando forma a la vida y los anhelos de otros hombres futuros.
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