Te mojan,
te mojas,
se mojan.
En Guayaquil el cielo
se viste de carnaval eterno.
No sabes si es fiesta o desahogo
o de esta tierra arrullo.
Noches de agua,
amaneceres de lluvias,
calles de ríos
y calles sin niños
escondidos en soportales,
bajo el dintel de puertas,
esperando a que escampe
para ser ellos los que lluevan
sobre un despistado viandante,
con sus sonrisas blancas
que hablan y sienten
de aguas.
Es martes, Guayaquil,
no llores.
deja el cielo cenizo para mañana.
Ya se fueron los de siempre,
deja a los niños salir de sus casas
y que sean la fiesta nueva
y la esperanza nueva
en la ciudad soñada:
todos con techo,
todos con lluvia en casa.
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