Me preguntas qué me gusta
de ti, y es otra locura:
no lo sé.
Si alguna vez lo supiera,
¿dónde estaría el misterio,
dónde estaría la aventura,
dónde quedaría la locura?
¿No es cierto?
No me preguntes,
no lo sé,
Y no lo quiero saber.
Prefiero que fluya
y que surja así sin pensarlo
después de tantos años
con un vino y una radio,
tal vez.
Y si me haces la pregunta
no encontraré las palabras,
sólo se,
que me gusta que la hagas,
y que la respuesta es tan sencilla:
mirate al espejo,
¿qué ves?
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