Oculto entre ramas
adentro en la selva,
ha nacido un niño
de piel canela.
De ojos oscuros
que brillan con fuerza,
de cabellos negros
y sonrisa eterna.
Descansa en un lecho
de hojas frescas
que guardan un puma
y una boa negra.
Iluminan sus noches
mil y un luciérnagas
que volando le traen
el brillo de las estrellas.
¡Ay niño divino!
Infante desnudo de tez morena
llegado a este mundo
en horas inciertas.
En tí ponemos nuestra fe,
nuestra esperanza y fuerza.
Ilumínanos y danos valor
para llevar tu nueva por toda la tierra.
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