Y que nunca estemos solos,
que nunca perdamos la esperanza
y en el corazón siempre esté la sonrisa,
esa que viene envuelta en lágrimas.
Que amemos donde la vida nos lleve,
que ante lo injusto nos mantengamos firmes:
la voz, el puño, y el abrazo
por Él, por ellos y ellas, ahora y siempre.
Que el fuego de todos los credos,
y los espíritus que habitan,
sean nuestra sabiduría y fuerza
en esta nueva mañana.
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