Ella enciende una vela
y bajo el calor de la luz
le mira a sus ojos, en silencio
su labios se abren,
dibujan lentamente la voz.
¡Ay! en esos ojos
está en el consuelo
en ellos encuentra amor.
Y no sabe si es cierto
"pero no importa, madre
que tú eres todas las madres:
la mía, y en el espejo,
en el espejo también yo."
"Y sé que eres fuerte
sé que sufres y lloras,
sé que eres como yo,
y no necesitamos flores
ni cintas en el pelo,
ni coronas que brillen al sol.
Pero te traigo igual estas rosas,
este ramo de dichas y gracias,
lágrimas felices
y frágiles
como las hijas que cargas
en tu regazo y te abrazan
con todo su amor."
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