En el mar calmo
ni una brisa, ni una estrella.
Sólo la inercia,
sólo la calma quieta
y en vaivén de la marea.
Una inmensidad azul que se pierde,
un mar marino y el horizonte
inabarcable.
No hay velas, no hay remos,
mi barca, serena.
Y el sol de mis noches
iluminándome despierto
con los ojos cerrados:
soy el tiempo,
el mar del cielo sin nubes,
cielo y mar y mar y cielo.
Espero
las olas de los náufragos
que pasan raudos
para navegar su cresta.
Doquiera que vayan
¿me llevarán con ellos?
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